V de Viernes

La regulación hunde al coche

Una acumulación de medidas caóticas y excesivas dispara los precios sin conseguir el pretendido objetivo de bajar las emisiones

Alemania e Italia han dicho “no” y el plan “cero emisiones” para prohibir los coches de combustión a partir de 2035 está en el aire. El Reino Unido va a seguir el ejemplo, mientras que España, segundo productor europeo, está a verlas venir, apoyando un proyecto regulatorio que lastra la industria automovilística.

La historia arranca cuando la UE decidió que a partir de 2035 turismos y furgonetas sean “cero emisiones”. Eso implica el veto total a los vehículos de combustión. No se trataba de una decisión definitiva, pues el acuerdo debía ser refrendado por el Parlamento europeo. Antes de que eso ocurra se ha producido el rechazo de países tan relevantes como Alemania e Italia, que se suma a la oposición expresada con anterioridad por Polonia y Bulgaria. Los alemanes han planteado como alternativa que se permita la circulación de los vehículos que usen combustibles sintéticos (e-fuels), obtenidos a partir de hidrógeno y dióxido de carbono capturado de la atmósfera. La combinación del H2 y el CO2 da lugar al metanol, que se convierte en gasolina sintética. Varios fabricantes y empresas están trabajando en el e-fuel, entre ellas Porsche, junto a Siemens Energy y Exxon Mobil. También Lamborghini, Audi y Bentley, dentro de la eFuel Alliance.

Los e-fuels, no obstante, tienen al menos dos problemas. El primero, el precio de producción, que sigue siendo elevado. En segundo lugar, el exceso de regulación, que no ayuda a que las empresas inviertan en optimización.

En España se alzan ya voces contra el Gobierno. Siendo como somos el segundo fabricante de coches de la Unión, nuestra posición por en favor de la prohibición total de los combustibles fósiles no se entiende, salvo que queramos destruir la industria automovilística. La política prohibicionista de Ribera está perjudicando al sector, generando tal incertidumbre que la gente no sabe ya si comprar un coche o ninguno, con lo que el parque español está obsoleto, lo que a su vez redunda en que no bajan las emisiones. Adquirir un eléctrico es poco menos que imposible, debido a su altísimo coste. Además, siguen teniendo problemas de autonomía. No tiene sentido pernoctar en un viaje Málaga-Barcelona, por ejemplo. Por lo demás, comprar hoy un híbrido es una operación de riesgo, pues se gasta uno un dinero sin saber si en diez o quince años se puede utilizar.

El problema es que en medio de este caos regulatorio los fabricantes dejan de invertir en mejorar la eficiencia del motor de combustión, mientras que los precios de los eléctricos siguen disparados y las baterías no garantizan una autonomía cien por cien eficaz. Sea por una razón u otra, al final el ciudadano prefiere aguantar con el coche que tiene y no arriesgarse. El resultado es que el parque automovilístico es cada día más viejo y no contaminamos menos sino más.