Cuartel emocional
Ridi pagliaccio
En España tenemos mucho payaso actualmente, que no hacen gracia y que viven en un constante ridículo con sus actuaciones grotescas; ni siquiera pícaras, porque ya todo está previsto antes de que lo hagan
Los payasos dan siempre mucha pena, personajes tragicómicos que pocas veces provocan la risa, y mucho menos el protagonista de la ópera de Leoncavallo, que ha dado pie al título de esta columna. En España tenemos mucho payaso actualmente, que no hacen gracia y que viven en un constante ridículo con sus actuaciones grotescas; ni siquiera pícaras, porque ya todo está previsto antes de que lo hagan; tampoco emulando a un trilero, porque sabemos de antemano dónde está la bola. Hay varios modelos de payaso en toda esta historia: el jeta, que dice “no es no”, pero luego resulta que todo es “sí”, que lleva de forma permanente los pantalones en las rodillas mientras sus costaleros lo mismo mienten que desmienten... Todo un circo gris, sin colorido, con mucho insulto hacia los contrarios y con sonrisas complacientes a quienes hacen de soporte de la carpa bajo la que se protege a toda la hez política, con una oposición que tiene menos fuerza que una gaseosa, que hacen el ridículo como esos grupos de hombres casados que van a echar una cana al aire en sitios de señoras estupendas y vuelven a casa con la cabeza gacha (y otras cosas también) porque, si no es previo pago, nadie les dice “hola, qué tal”. Me llama la atención al callejear por la ciudad la cantidad de bares con esa fauna para ejecutivos en horas fuera de trabajo.
Los aliados no son más que putas: te doy mi apoyo a cambio de estas cesiones, y el payaso mayor del Reino, con los pantalones en los tobillos, ya digo, traga con lo que sea. Hay también otro “pagliaccio”, a juego con el anterior, que va a declarar ante el Supremo sin obligación de decir toda la verdad y contestando tan sólo las preguntas de su abogado, con la ventaja de que la fiscal, que debería estar en la acusación, es su segunda de a bordo y va con la defensa. ¿Pero hay en España un poder más corrupto que el judicial en estos momentos? Pues sí, hay que decir que desgraciadamente el legislativo y el ejecutivo no se quedan atrás. Pero no hay más cáscaras que ir tirando porque esta situación grotesca no puede ser imperecedera: la vejez acecha por todos lados y tenemos la obligación de desgastar la vida y las ganas de hacer de todo hasta que se extingan.
Y como la cosa empezó con ópera vamos con los dos tenores, Musk y Trump, que andan haciendo purgas por doquier. Trump con los inmigrantes y el otro los funcionarios en una transformación radical del Estado reclamada por quienes conforman el entorno del nuevo presidente americano. La cosa no dejaría de tener su lógica por cuanto que la actual estructura pudiera quedarse obsoleta al estar anclada en “una burocracia fuera de control”, de igual forma que estaban también los sin papeles. Lo que llama la atención es la celeridad que ha habido a la hora de poner en marcha estas medidas que formaban parte de las promesas electorales del marido de Melania. Pensat y fet, que diría Puigdemont.
CODA. Un amigo tan querido como ya lejano, comentaba en su columna acerca de los que son protagonistas de las tertulias de televisión dedicadas a las vidas de los futbolistas y otros personajes públicos. Lo que pasa es que ese escudriñar en los avatares de la gente conocida son una mina de oro para éstos, quienes se han dado en llamar “celebrities”, y sacan dinero de aquí y de allá porque las idas y venidas de sus respectivas ingles importan –y mucho-, al público medio de consumidores de programas. Benditos sean por tener el cuajo de dejar que se revele al espectador quien sale y quien entra de sus alcobas.