Al portador

El ridículo, según Havel, Tarradellas y Abascal

La maniobra del jefe de Vox tampoco le viene mal a Sánchez, el máximo beneficiado de la existencia y las andanzas de Abascal

Josep Tarradellas (1899-1988), para algunos el presidente más «honorable» de la Generalitat de Cataluña, decía que «en política se puede hacer todo menos el ridículo». Lo afirmaba, sin reproches con el bagaje de sus 40 años de exilio. Luego, sus compañeros de ERC y Jordi Pujol, unos por un lado y otro por el otro, le defraudarían y no dudaría en criticarlos. Vaclev Havel (1936-2011), presidente de la República de Checoslovaquia tras el derrumbe comunista de la Unión Soviética y más tarde de la República Checa –tras la división del país–, explicaba con sorna que «cualquiera que se tome demasiado en serio corre el riesgo de parecer ridículo». Santiago Abascal, el jueves, a la hora del telediario, mientras aclaraba que no lo hacía para salir en el telediario, anunciaba, con demasiada seriedad, rodeado de su equipo con semblante fúnebre –es lo que tiene perder cargos, coche oficial y poder–, que Vox rompía sus acuerdos de gobierno con el PP en cinco Comunidades Autónomas, lo que significa dejar a los populares en minoría. Todo tan impostado, tan escenificado y con pretensiones dramáticas que resultaba bastante ridículo.

Santiago Abascal, que lo manda todo en Vox, esquiroles aparte, justifica su decisión en el hecho de que el PP acepte que las Comunidades que gobierna acojan a un número ridículo de «inmigrantes menores no acompañados». Ridículo, porque el impacto de la llegada de una docena de esos menores a cada autonomía es inapreciable. El líder de Vox, entonces, debe tener otros motivos, además de poner mas palos en las ruedas del PP, su gran obsesión. Menos claro es a quién perjudica y a quién beneficia la maniobra de Abascal. Para Feijóo es un alivio. Centra al PP y le distancia de la teórica cercanía con la «extrema derecha». La maniobra del jefe de Vox tampoco le viene mal a Sánchez, el máximo beneficiado de la existencia y las andanzas de Abascal. No es evidente cómo, pero el inquilino de la Moncloa ya se ocupará de darle cancha a Vox, espacio y presencia pública. Sin Vox, el PP hubiera rozado la mayoría absoluta en las últimas elecciones y Feijóo sería presidente. En el Reino Unido, sin el payaso de Farage, los laboristas no habrían arrasado, y en Francia, solo el toque a rebato y una confusa unión ha impedido que Le Pen gobierne. Ignacio Varela, muchos años en la Moncloa junto a González, dice que «Vox tiene los líderes más gandules y políticamente estólidos de Europa». Abascal es probable que se haya dado un tiro en el pie, ignaro además del consejo de Tarradellas de que «en política se puede hacer todo, menos el ridículo».