Sin Perdón
Sánchez se crece con las crisis
«No hay duda de que es un político sin escrúpulos tan listo como habilidoso»
La experiencia nos demuestra que las crisis son una gran oportunidad para Sánchez. Cuanto más graves son más útiles para sus intereses. Ahora debe ser muy feliz ya que tiene la Guerra en Ucrania y la comercial que ha organizado Trump. Estos escenarios convulsos le permiten desviar la atención de los escándalos que afectan a su Gobierno, su familia y su partido. Es la excusa, también, para ignorar al Parlamento que es un órgano constitucional que no solo no le interesa, sino que le aburre. No lo puede cerrar, pero ha optado por cumplir su amenaza de gobernar sin su apoyo, aunque luego añadió que tenía el máximo respeto por los grupos parlamentarios. Esto último suena a cachondeo analizando las sesiones de control, su ausencia del Senado, el abuso de los decretos ley y las proposiciones de ley. Su desprecio por los grupos y los parlamentarios no tiene parangón en las democracias de la Unión Europea. Ni los hagiógrafos del sanchismo pueden rebatir esta afirmación. Por supuesto, siempre hay excusas para justificar los ataques a la separación de poderes, aunque Pilar Alegría estuvo muy lúcida como portavoz del Gobierno cuando aclaró que presentar los Presupuestos Generales del Estado era una pérdida de tiempo.
La poderosa maquinaria propagandística del Gobierno y sus terminales mediáticas estuvieron meses acusando al PP de incumplir la Constitución por no someterse a Sánchez en la renovación del CGPJ. Los ministros repetían como papagayos esta acusación, pero ahora ya no es importante cumplir la Constitución y presentar los Presupuestos. Por tanto, Sánchez tiene un par de buenas crisis para hacer ruedas de prensa sin preguntas, algo que es un contrasentido en sí mismo, y presentar planes para acaparar titulares, aunque estén vacíos de contenido o sean los habituales juegos malabares que utiliza en cualquier crisis. Con un equipo económico chapucero y de escasa formación, con la excepción de Carlos Cuerpo y sus colaboradores que estudiaron economía e hicieron unas oposiciones, algo excepcional en el sanchismo, puede seguir instalado en el déficit público, el endeudamiento y el despilfarro. La fiesta corre a cargo de nuestros bolsillos. Es bueno recordar que los conocimientos sobre economía del presidente del Gobierno se reducen a gastar como si no hubiera un mañana y la formación de la vicepresidenta primera en materia de Hacienda y Derecho Tributario es similar a la de mi perra Lolita. Me ofrecería algo más de confianza si fuera ministra de Sanidad, donde es imposible que lo hiciera peor que Mónica García. Las otras dos figuras ministeriales del área económica son Yolanda Díaz, que solo la tendría en cuenta si quisiera destruir un partido o montar un sindicato, y Sara Aagesen, que todavía estoy intentando descubrir en qué se basó Sánchez para afirmar que era la mayor experta española en la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. No he encontrado algún libro o artículo académico que avale esa afirmación y no se le conoce ningún doctorado u oposición, pero me comprometo a seguir buscando no sea que estemos ante la primera vez que no ha mentido.
Sánchez tiene un lío monumental en su Gobierno y con sus aliados, pero la irrupción de Trump le ha venido muy bien. La situación se estaba complicando con el gasto en Defensa, ya que tenía que engañar a la OTAN y Rutte que es un político bastante listo, a Ursula von der Leyen, que parece una cheerleader del sanchismo, a Estados Unidos y a sus socios comunistas. La lista se puede ampliar, pero creo que con estos parece suficiente para ver en el lío en que se encontraba. Tengo a Sánchez en alta consideración por su capacidad de sortear este tipo de engaños múltiples, pero parecía que se le había acabado la suerte. No ha sido así y lo tenemos volcado como paladín antiTrump, mientras hace juegos malabares con las transferencias de crédito. ¿Para qué quiere unos Presupuestos si puede atropellar la transparencia y el buen gobierno, así como la propia Constitución? Y además tiene a Conde-Pumpido convertido en un auténtico míster Proper dispuesto a limpiar las tropelías de su jefe de filas. No hay partido que no pueda ganar Sánchez teniendo comprado al árbitro.
Las crisis son una nueva oportunidad para los lobistas que revolotean por el Gobierno. El gasto en defensa hará grandes fortunas y ampliará las existentes. Es el capitalismo de amiguetes que tanto gusta a la izquierda, porque se puede esconder con viajes a China, contratos armamentísticos y programas de televisión que benefician a multimillonarios como José Miguel Contreras. No hay nada como unos buenos pepiñazos gracias a tener hilo directo con el inquilino de La Moncloa. Es una lástima que en España los lobistas que se benefician de su proximidad con el Gobierno sean meros visitadores cuya única habilidad es tener una agenda de teléfonos. Me gusta esta ética socialista que no merece ninguna crítica en los medios afectos al régimen sanchista, ya que reciben el generoso maná monclovita con enorme satisfacción.
Por tanto, el líder del PSOE tiene su gran crisis para que no hablemos de la amnistía, la incapacidad de aprobar leyes y las constantes derrotas parlamentarias o los escándalos que tanto le irritan y han cambiado su carácter. Ahora es un político feliz. A esto hay que añadir su capacidad por generar radicalismo y crispación, porque es una máquina de generar noticias negativas. Es una estrategia inteligente para sus intereses, aunque sea reprobable. No importan las chapuzas de los ministros, porque se inventa un problema con las universidades privadas para distraer la atención. Y es asombroso que lo haga quien tiene un doctorado irregular, ha estudiado en centros privados y una universidad privada le acogió como profesor asociado cuando le marginaron en su partido. No hay duda de que es un político implacable, aunque listo y habilidoso.
Francisco Marhuenda. De la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España. Catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)