El trípode del domingo

El Santo Taumaturgo que «movía montañas»

El año 250 escapó milagrosamente de la persecución de Diocleciano estando escondido en un bosque lleno de soldados, y falleció en olor de santidad el 270. Que interceda por nosotros, en especial los valencianos.

El significado de la palabra taumaturgo no es muy conocido y se presta a interpretaciones equivocadas. Hoy y aquí no aludimos a una persona considerada como un mago o un hacedor de magias que es uno de sus posibles significados, además del de nigromante, hechicero, ilusionista, prestidigitador, brujo, etc. Nos referimos al «hacedor» de cosas prodigiosas y maravillosas, en definitiva de lo que desde la fe se definen como «milagros». Una persona canonizada es decir, reconocida como santa por la Iglesia, es incompatible con cualquiera de esos otros posibles significados y es el caso de la persona a la que hoy conmemora haciendo memoria suya, el calendario litúrgico católico: San Gregorio Taumaturgo.

Esta aclaración previa es necesaria para no incurrir en el error de esa confusión y tener la certeza de que hablamos de un santo, y al que se califica como Taumaturgo precisamente porque su fama entre los cristianos del siglo III se extendió - no como es el caso de otros- por sus escritos, sino precisamente por sus milagros. De hecho ese calificativo le distingue de otros «Gregorios» también canonizados entre los que destaca el Papa San Gregorio Magno («Grande»), así denominado por su extraordinaria labor al servicio de la Iglesia. Al santo cuya fiesta se celebra hoy le es de particular aplicación lo que dijo Jesucristo según recoge el evangelista san Marcos: «Los que crean echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos y quedarán sanos». Nacido el 185 en una localidad situada a orillas del Mar Negro, en la actual Turquía, en el seno de una familia acomodada marchó a estudiar leyes a Cesárea de Palestina, donde conoció al gran sabio Orígenes, quien le bautizó y le acercó a Jesucristo.

Años después reconocería que él le alejó de todo lo que hasta entonces le interesaba: negocios, estudio, el derecho, su casa... viviendo un intenso proceso de conversión. De regreso a su localidad natal, será nombrado obispo desarrollando una gran labor evangelizadora, y con su oración y sacrificio obtuvo de Dios grandes milagros. Su fama se extendió entre la población siendo comparado a un nuevo Moisés porque conseguía mover montañas. La tradición popular recoge muchos milagros atribuidos a él, destacando cómo impidió que pueblos enteros se libraran de inundaciones desviando el curso de los ríos entre otros sorprendentes fenómenos. El año 250 escapó milagrosamente de la persecución de Diocleciano estando escondido en un bosque lleno de soldados, y falleció en olor de santidad el 270. Que interceda por nosotros, en especial los valencianos.