Editorial

Señuelos millonarios que no tapan a Bildu

La factura de Sánchez la pagaremos todos los españoles. Ha hipotecado más de 45.000 millones de fondos futuros con sus últimas promesas. Es lo más parecido a una política de tierra quemada

Pedro Sánchez ha convertido sus comparecencias de partido y las del gobierno en el consejo de ministros en una tómbola de subvenciones, bonos y cheques dirigidos a colectivos críticos conforme a sus intereses en las próximas elecciones autonómicas y municipales. El propósito, que no es nuevo en los políticos, aunque nunca tan notoriamente expresado con cargo a un endeudamiento ya colosal, es seducir a las voluntades decepcionadas en los antiguos votantes que no son pocas a día de hoy. El plan, con un abanico de ofertas auténticamente interminable y ciertamente poco creíble, es de paso el recurso para que los árboles del «gratis total» no dejen ver el bosque de los escándalos con los socios de Moncloa, especialmente las listas de sangre de EH Bildu, y esos 44 terroristas, siete de ellos como autores de asesinatos, que si nadie lo remedia medrarán durante cuatro años a costa del dinero público, el de todos los españoles, el de las víctimas de sus crímenes. Sin duda, para Sánchez el «favor» de sus cómplices en la dirección del Estado le ha descompuesto buena parte de su discurso y ya veremos si la campaña. De la habilidad del presidente y de sus asesores hay que esperar un esfuerzo máximo y eficiente para voltear la presente narrativa electoral hacia debates más favorables que contengan los daños provocados por las chulerías de sus socios de investidura. No ayudan, claro, manifestaciones como las del líder castellanomanchego, Emiliano García-Page, en presencia de Sánchez: «Yo con los asesinos de ETA ni a la vuelta de la esquina». Más allá de que ha sonado como una especie de sálvese quien pueda en las filas socialistas, ese grito ha expresado una enmienda a la totalidad a la estrategia del presidente y por consiguiente a buena parte de su acción política. Ha pesado, seguro, que los tracking internos ya han empezado a recoger el impacto negativo de la irrupción de Bildu en la campaña del 28M, como adelanta LA RAZÓN. Con seguridad que las palabras del barón regional del PSOE contra la ortodoxia del argumentario oficial han incomodado a un presidente que aguardaba que la tormenta escampara después de ordenar a los suyos pasar del silencio a una crítica a Bildu impostada si no va refrendada por una ruptura con el brazo político de la ETA. Sánchez no dará ese paso, entre otras razones porque sabe que sus posibilidades de prolongar otros cuatro años su presidencia dependerán de los votos de Bildu y el resto de Frankenstein, y es un sacrificio personal que no contempla. En el lugar de ese giro de 180 grados hacia la rectitud y la moral, ha dado otra vuelta de tuerca más a la tómbola con entradas de cine casi gratis para los mayores de 65 años con que engrasar todavía más su política clientelar hacia los pensionistas. La factura de Sánchez la pagaremos todos los españoles. Ha hipotecado más de 45.000 millones de fondos futuros con sus últimas promesas. Es lo más parecido a una política de tierra quemada.