V de viernes

Sobrevivir a la hostilidad climática

El algarrobo, excelente sumidero de CO2 y restaurador de suelos, emerge como uno de los árboles más preciados frente a la escasez hídrica

No es cuestión de llenar el país de cactus, pero a la vista del avance la sequía (cíclica en España desde siempre) tanto administraciones como agricultores están poniendo de actualidad la vuelta a los cultivos de secano, que en realidad nunca deberíamos haber olvidado. La Comunidad de Madrid, por ejemplo, está incentivando plantas como la almorta, la alholva, la algarroba y nueve variedades de garbanzo. Pero no es un caso aislado. En otras administraciones hacen igual para ahorrar agua. Hay muchas variedades de frutas, verduras, leguminosas y hierbas ahorradoras: guisantes, acelgas, pepino limón, berenjena listada, alubia de lima o los pimientos Jupiter Sweet Bell, y algunos tipos de espinacas, calabacines, tomates, hierbas como el tomillo y la salvia o plantas perennes tipo espárrago, la alcachofa y el ruibarbo. En materia de árboles, los mejores frutales de poco consumo son los cerezos, ciruelos y otros prunos, pero sin duda la especie estrella es el algarrobo. Infravalorado hoy, durante la guerra civil sirvió a miles de personas para combatir el hambre y la desnutrición. La algarroba no es sólo fuente de energía para animales, sino un superalimento de moda con propiedades saludables. Suele consumirse en forma de harina, y se emplea como sustitutivo del chocolate, con la ventaja de que tiene menos azúcar y ayuda en la función de rebajar los niveles de glucosa en la sangre y regular el sistema cardiovascular, pues apenas tiene grasa. Es un aliado perfecto para personas con intolerancia al glutén, diabéticas o colesterol elevado. Rica en fibra, regula el tránsito intestinal, y se usa contra colitis provocadas por virus o bacterias. De la algarroba se obtiene el garrofín, sustancia que se extrae de sus semillas con múltiples usos industriales, entre ellos la elaboración de salsas, cremas, helados, espesantes y gasificantes naturales.

La ventaja natural del algarrobo es que, amén de lo anterior, es un gran sumidero de CO2, capaz de restaurar suelos deteriorados, con una enorme facilidad de adaptarse al cambio climático, prevenir la desertización, inundaciones o incendios.

En lo que a la sequía se refiere, el algarrobo es eficaz porque tiene un fuerte sistema radicular que le permite coger mejor el agua del subsuelo. En caso de incendios, acumula menor cantidad de biomasa y sus hojas son de baja inflamabilidad, lo que retrasa la ignición. Son poco resistentes a heladas, cierto, pero incluso allí donde las sufren tienen después una enorme capacidad regeneradora, de manera que son capaces de revivir tras ser quemados por el frío.

España lidera la producción mundial de algarroba, y es bueno que en los difíciles tiempos de escasez de agua, recuperemos el buen nombre de este árbol tan español, duro y despreciado, pero de cualidades casi inmortales.