Y volvieron cantando

Sociedad anestesiada... barra libre

Ignoro si la gente se echará a la calle ante los diez euros el litro de aceite, la gasolina por las nubes..., pero lo de Puigdemont con toda su gravedad no parece que vaya a mover mucho la demoscopia

Resulta especialmente indicativo el contraste entre la actitud de una parte de los medios de comunicación –de muchos periodistas y opinadores para ser más exactos– escandalizados y estupefactos ante lo que está ocurriendo en nuestra política nacional con la entrega casi a precio de saldo de cuarenta y cinco años de estado derecho a un prófugo de la justicia para hilvanar una investidura, frente a la opinión pública –no la publicada que diría Felipe González– aparentemente anestesiada y ajena en la peluquería y la barra del bar ante la gravedad de lo que está ocurriendo.

Además de tener la convicción de que la calle en general no acaba de establecer una clara distinción entre un amnistía y unos indultos que por cierto y con los resultados del «23-J» en la mano quedaron manifiestamente amortizados desde el punto de vista electoral, la ciudadanía parece perfectamente abierta de tragaderas a lo que se pretende desde el partido del gobierno en funciones, sus socios y sus nada despreciables terminales, que no es otra cosa que ir dando carta de normalidad a un debate inaceptable hace tan solo unos meses y aberrante hace años como es el de la disyuntiva ente la constitucionalidad o no de una amnistía para los condenados del «proces», incluido el aún no condenado por no juzgado y fugado Carles Puigdemont.

La dinámica no va a diferir mucho de los vivido antes de sacar adelante los indultos para el mismo elenco de «patriotas progresistas», con la constatación de que este asunto, salvado el accidente del «solo sí es sí» acaba siendo perfectamente asimilado por la generalidad de la feligresía de izquierdas. La realidad es tozuda y de momento desmiente a quienes en una ingenua ensoñación vaticinan un «15-M» constitucionalista frente a la cadena de desmanes, sobre todo porque quienes votaron a Sánchez, a la opción de Sumar y al resto de formaciones del «Frankenstein», no parecen nada incómodos con lo que se plantea a costa de la merma del Estado.

Ignoro si la gente se echará a la calle ante los diez euros el litro de aceite, la gasolina por las nubes o lo que se pueda avecinar, pero lo de Puigdemont con toda su gravedad no parece que vaya a mover mucho la demoscopia y eso bien que lo saben en La Moncloa. No reparamos en la carcoma, pero el edificio de viviendas no es invulnerable.