Big data

La subida del SMI pone en peligro la productividad y la creación de empleo

En la UE el porcentaje de población activa, al cierre de 2022, era del 74,3% y en la Zona Euro del 74,5%. En España caía al 58,6%.

Los líderes sindicales reclaman al Gobierno, y en concreto al próximo ministro de Economía, que sustituirá a Nadia Calviño, un nuevo aumento del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) y también la reducción de la jornada laboral sin reducción de sueldo. Pero ocurre que la productividad es la base de la prosperidad de una nación. En España aún estamos a 8,3 puntos por debajo de la media de las otras tres mayores economías europeas, cuya productividad es del 102,9 por ciento. Circunstancia que desaconseja cualquier subida en el SMI ya que haría caer aún más nuestra productividad y competitividad, alejando el crecimiento y el empleo.

Los riesgos del «café para todos» en una subida lineal del SMI, y desvinculándola de la productividad, nos llevaría a ahondar más las diferencias entre provincias y sectores. Tras la brutal subida de 2023 en muchos territorios y sectores el SMI supera en un 60 por ciento el salario medio bruto, lo que ha elevado aún más la tasa de desempleo y la inflación, lo que ha supuesto ese porcentaje de pérdida de poder adquisitivo para los trabajadores. El Gobierno ya se prepara para el aumento del paro que conllevará una nueva subida del SMI; concretamente en el proyecto del Ministerio de Trabajo en el nuevo Real Decreto-Ley para simplificar el acceso al subsidio, se contempla incorporar una «declaración responsable» que facilite la concesión de esta ayuda.

Para que España tenga futuro y no caiga a corto plazo bajo el control de los «hombres de negro» de Bruselas, lo que reduciría al mínimo nuestra soberanía económica y quedaría el país intervenido durante un largo periodo de tiempo, hay que cambiar radicalmente el enfoque estratégico del Gobierno, hay que pasar de la filosofía de «paguitas para todos», a que cada ciudadano pueda labrarse su futuro.

El echo más diferencial de España con respecto a sus socios, tanto de la Unión Europea como de la Eurozona, es la reducida proporción de españoles que trabajan. En la UE el porcentaje de población activa, al cierre de 2022, era del 74,3 por ciento y en la Zona Euro del 74,5 por ciento. En España caía al 58,6 por ciento. El diferencial es de 15,7 y 15,9 puntos porcentuales, respectivamente.

Pero si consultamos los datos de población del Instituto Nacional de Estadística (INE) al 31 de octubre de 2023, podemos comprobar que la población activa española, con 16 años o más y hasta 65 años, es de 31,6 millones de personas. El 65,2 por ciento de la población. Pero en la Encuesta de Población Activa del tercer trimestre de 2023, el INE nos habla de sólo 24,1 millones de españoles, según estos datos, 21,3 millones trabajando y 2,8 millones en paro. Si la población activa en España según el INE debería ser de 31,6 millones, en la Encuesta de Población Activa (EPA) solo se habla de 24,1 millones. ¿Dónde están los 7,5 millones restantes? Estos 7,5 millones que no trabajan suponen el 23,7 por ciento de la población activa. Por lo que el paro en España no es del 11,84 por ciento según el Instituto Nacional de Estadística en octubre.

Además de maquillar las cifras del paro, las estadísticas oficiales, al mismo tiempo, delatan la existencia de una bolsa de 4,7 millones de españoles que no aparecen ni cotizando a la Seguridad Social ni contabilizados como parados.

Si estos 4,7 millones se incorporaran al mundo laboral o a los demandantes de empleo, la tasa de actividad en España pasaría del 58,6 por ciento al 65,2 por ciento, lejos aún de la media europea, pero emparejándonos con Italia y acercándonos a Francia.

Desde luego, las políticas sociales no ayudan a la prosperidad de España, son todo lo contrario a un aliciente para la búsqueda activa de empleo. Si España alcanzara los 24,5 millones de afiliados a la Seguridad Social, es decir, 3,2 millones más que en la actualidad, las arcas de Hacienda rebosarían por mayor recaudación de IVA e IRPF y las de la Tesorería de la Seguridad Social empezarían a llenarse por las cotizaciones. Volveríamos a los superávits fiscales y a garantizar la continuidad de las pensiones. El PSOE se resigna recurriendo a la manida expresión de que el paro es estructural, obviamente para no enfrentarse a sus socios. Pero si quiere afrontar con mayores probabilidades de éxito las próximas elecciones generales, deberían empezar a romper con Sumar y los sindicatos, y facilitar el pleno empleo. Enseñar a pescar en lugar de regalar pescado.