
Sin Perdón
La sucia política del sanchismo con la covid
«El problema de Sánchez es que solo logra cosechar fracaso tras fracaso en su cruzada contra Ayuso»
La irrupción del sanchismo en la política española ha introducido cambios profundos que no son, desgraciadamente, positivos. Nunca he puesto en duda su derecho a formar coaliciones de gobierno. Desde el primer momento me pareció disparatado criticar la moción de censura o denominarle el okupa de La Moncloa. Otra cuestión distinta es que se aprovechara de una gran mentira y de la traición del PNV, algo que nunca nos puede sorprender, para conseguir el poder. En cambio, se le puede criticar por temas objetivos como son su falta de patriotismo, su autoritarismo, el querer gobernar sin contar con el Poder Legislativo, el asalto a la Administración, el despreciar los conceptos de mérito y capacidad, el incumplimiento de sus compromisos, la conversión de la mentira en un instrumento de acción política e intentar silenciar a los jueces y los periodistas. A estas alturas, creo que nadie puede desmentir estas afirmaciones, porque los datos son tan incuestionables como abrumadores. En un terreno más político ha optado por seguir la estrategia radical y frentista de la izquierda populista iberoamericana, así como buscar el desprestigio de sus rivales con una ferocidad como nunca se había vivido desde la Transición.
Los hagiógrafos del sanchismo aducen que es una reacción a los problemas que afectan a su mujer y a su hermano, pero olvidan que es algo que ha hecho, desgraciadamente, desde que asumió la presidencia del Gobierno. Esa reacción iracunda e incluso irracional, que le ha conducido a una estrategia de defensa judicial disparatada, no justifica su comportamiento. El deteriorar la democracia con ataques frontales al Poder Judicial o utilizar el Ministerio Fiscal y la Abogacía del Estado, como si fueran meros instrumentos al servicio del sanchismo, es un escándalo impensable en los países de nuestro entorno. En esa línea radical, propia de lo que hacían los Kirchner en Argentina, se encuentra la indignidad de utilizar la tragedia de la covid para atacar a Ayuso. La obsesión de los sanchistas contra la presidenta madrileña es impresionante. Esa política repugnante ha llegado al extremo de escuchar a Maroto, que tenía por una persona prudente y rigurosa cuando era ministra, afirmar que los muertos en las residencias madrileñas habían sido asesinados. Es vomitivo. Es una estrategia que comenzó hace cinco años y la mantienen con una perseverancia tan inconsistente como irresponsable, a pesar de las sucesivas derrotas judiciales. Las numerosas querellas han sido rechazadas.
Esa actuación basada en mentir y manipular no hace otra cosa que provocar la desafección entre muchos ciudadanos que acaban hartos de esa política deleznable. Es cierto que les ha salido mal y que Ayuso ha derrotado claramente a Sánchez y sus candidatos. No es una casualidad que el PSOE sea el tercer partido en Madrid, tanto en autonómicas como en municipales. Por más que insistan en la mentira y se dediquen a difundirla los medios controlados por el Gobierno no conseguirán que se convierta en una verdad. El problema de Sánchez es que solo logra cosechar fracaso tras fracaso en su cruzada contra Ayuso, aunque movilice al poderoso aparato propagandístico que controla La Moncloa.
La presidenta madrileña no tardó en responder a las insidias monclovitas. Como no tienen límite en su maldad es fundamental hacerles frente. Es algo sobre lo que tiene que tomar buena nota Feijóo. Es una estrategia característica del comunismo. Fue utilizada por la Unión Soviética desde su nacimiento y se convirtió en un mecanismo que extendió a los partidos que controlaba. No desapareció con la caída del Muro de Berlín, ya que ha sido habitual en sus herederos iberoamericanos. Al rival hay que destruirlo política y personalmente, porque todo está supeditado a ese despotismo que siempre encuentra aliados entre los periodistas, los juristas y los intelectuales. No hay más que constatar el lamentable papel que está realizando Conde-Pumpido al frente del Tribunal Constitucional o los lobbies y los grupos mediáticos que se enriquecen gracias a su proximidad con La Moncloa. Es cierto que son mercenarios que antes eran feroces detractores de Sánchez, pero ahora están para ayudar a quien llena sus bolsillos con cargo a los contribuyentes.
Ayuso respondió con un video que clarifica con datos irrebatibles la lamentable gestión del Gobierno de Sánchez durante la pandemia. Un gran error del PP ha sido no montar una comisión de investigación en el Senado para estudiar lo sucedido durante la pandemia, ya que acostumbra a pecar de ingenuo. No aprendió con lo sucedido con el atentado del 11-M o las brutales campañas contra Adolfo Suárez, José María Aznar y Mariano Rajoy. El peor socialismo surge siempre cuando está en la oposición. No hay límite en su odio como sucede con la utilización de la tragedia de la pandemia. No se habla de los muertos en otras comunidades, la desastrosa gestión de Sánchez, la corrupción con las mascarillas y otros contratos públicos o el inicio del autoritarismo con la excusa de utilizar medidas excepcionales para hacer frente a la covid. Los romanos fueron muy sabios y las inventaron estableciendo fuertes limitaciones con el fin de preservar la República e impedir la tiranía. Lo que hizo y hace Sánchez hubiera sido impensable en aquella época, pero es inquietante que en una democracia avanzada se puedan producir situaciones como las que estamos viviendo.
El uso de la desinformación desde el Gobierno, llegando al extremo de reconocer y justificar las mentiras masivas, no es algo reciente. No lo es intentar controlar a los jueces o amordazar a los medios desafectos con el régimen, porque son prácticas muy antiguas. Lo mismo sucede con buscar la destrucción del rival, como intentan sin éxito con Ayuso, o enterrar a Montesquieu como hacen buscando la demolición de la separación de poderes. Todo ello es la sucia estrategia política del sanchismo y sus aliados parlamentarios y mediáticos.
Francisco Marhuenda es catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)
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