A pesar del...

«The Newsreader»

Cualquier persona que haya trabajado en una redacción se sentirá cercana al ritmo a menudo frenético del periodismo, bien captado por la serie, y será consciente de que la profesión de informar incluye necesariamente el riesgo de informar mal

La aclamada serie australiana The Newsreader, creada por Michael Lucas, y que puede verse en Filmin, interesa por no edulcorar la profesión periodística. No llega a la crudeza de El gran carnaval, de Billy Wilder, o El honor perdido de Katharina Blum, de Henrich Böll, pero al menos no hay héroes prácticamente impolutos al estilo de Todos los hombres del presidente.

Asistimos a las vidas y amores de unos periodistas de la televisión en la Australia de los años 1980. Como apuntó The Times, la trama es «telenovelesca, sutil y estilosa». Los personajes, empezando por los presentadores-estrella, Helen Norville y Dale Jennings, interpretados por Anna Tory y Sam Reid, son a la vez creíbles y cuestionables. Su destreza profesional está fuera de toda duda, pero también pueden ser inescrupulosos en su ambición.

Toda profesión tiene límites y puede plantear dilemas morales. Ese es el punto sobresaliente de la serie, que los expone con rigor y sin pretender que se trata de asuntos sencillos. Escribió Ester Palomino en Infobae que The Newswreader es «la serie que todo periodista debería ver». El personaje de Helen Norville tiene el atractivo del desafío femenino, porque se trata de una época y lugar donde Norville resulta ser la única presentadora de la televisión australiana. Por eso subraya Palomino que es una «audaz periodista que desafía los prejuicios de género de la época en una industria predominantemente masculina: tiene una clara pasión por su trabajo y es encantadora delante de cámara, pero sus colegas la han calificado como ‘problemática’ por su determinación inamovible al perseguir sus objetivos».

No se trata de que sean totalmente cínicos, aunque algunos ejemplos vemos del cinismo más impúdico, sino precisamente de la persecución de objetivos que pueden ser contradictorios con los objetivos de otras personas, y también en algunas circunstancias incompatibles con la ética. Esta tensión es clara en las dos primeras temporadas que han sido emitidas –este año 2024 podremos ver una tercera.

Cualquier persona que haya trabajado en una redacción se sentirá cercana al ritmo a menudo frenético del periodismo, bien captado por la serie, y será consciente de que la profesión de informar incluye necesariamente el riesgo de informar mal, y de que la propia profesión tienda tentadoras trampas a todos los que buscan la verdad, pero no solo la verdad.