El canto del cuco
La tormenta
Vox llevaba tiempo favoreciendo la estrategia del sanchismo. Ahora le ha hecho un gran favor distrayendo la atención sobre los problemas que acosan este verano a Pedro Sánchez y su familia
En política también estallan casi inesperadamente las tormentas. El cielo amanece despejado. Nada hace sospechar que a primera hora de la tarde asomarán nubes por la sierra, que avanzarán poco a poco hasta ir cubriendo el cielo. Sonarán los primeros truenos lejanos. Resonarán cada vez más cerca. Moverá el viento y se oscurecerá la tarde. Caerán las primeras gotas, apenas un matapolvo. Los más optimistas creerán que se trata de una tormenta pasajera, que se irá río abajo como otras veces y que pronto volverá a brillar el sol. Pero fallan en esta ocasión. Inesperadamente restalla un trueno seco sobre los tejados y la mampostería de las casas, brillan los relámpagos y descarga el pedrisco con furia sorda sobre los campos cuando estaba la cosecha a punto para la siega. No encuentro mejor alegoría para explicar lo que le ha pasado a Pedro Sánchez, cuando parecía que las tenía todas consigo, con la acometida judicial a su mujer y a su hermano; o para dar cuenta de la devastadora crisis desatada por Vox con el Partido Popular. En los dos casos hay algo de destructiva fatalidad, que parece irreparable.
El partido de Abascal venía amenazando desde hace tiempo. Sus advertencias a Feijóo sonaban a truenos lejanos de tormentas pasajeras. Pocos adivinaban que se arriesgaran a una ruptura en las Comunidades donde gobernaban juntos. Sus críticas se interpretaban como una forma de marcar su territorio, cada vez más amenazado por la expansión de los populares. Los ánimos de sus socios del exterior le envalentonaron con motivo de las elecciones europeas. De la colaboración han pasado a la confrontación. Vox llevaba tiempo favoreciendo la estrategia del sanchismo. Ahora le ha hecho un gran favor distrayendo la atención sobre los problemas que acosan este verano a Pedro Sánchez y su familia. Lo que le importa es frenar la expansión del Partido Popular. Es dudoso que lo consiga con esta decisión irresponsable. Los órdagos rara vez dan resultado en política.
Los dirigentes de Vox han querido demostrar, como las fuerzas europeas de su ralea, que la política migratoria es el eje de su programa. Se lo han jugado todo a una carta aprovechando el problema de los «menas», esos muchachos inmigrantes que despiertan un fuerte rechazo popular en los barrios donde son instalados. Se trata de asociar la inmigración con la delincuencia y la inseguridad. Ese es el sello característico de la ultraderecha. Es lo que le lleva a romper con el PP. Cuando los truenos se alejen y vuelva a brillar el sol, aparecerán los destrozos de la tormenta en la cosecha.
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