Opinión

Traicionar al PSOE

Manuel Azaña se preguntaba “hasta qué punto conservan su libre albedrío los individuos que forman multitud”

Manuel Azaña se preguntaba “hasta qué punto conservan su libre albedrío los individuos que forman multitud”. Desde el PSOE, se han tomado decisiones muy graves en los últimos meses sin que a los militantes se les haya dejado otro papel que el de aplaudir a la dirección.

Los indultos a los independentistas, la reforma del Código Penal al dictado de los intereses de ERC, los pactos con Bildu, el giro respecto al Sáhara o la trágala con los ministros de Podemos y su manifiesta insolvencia legislando, nunca han sido objeto de debate en los órganos correspondientes socialistas.

Sánchez ha expuesto siempre motivos de urgencia para aplazar lo importante. Con las elecciones municipales y autonómicas exigió cierre de filas en torno a la gestión del Gobierno y en lo referente a su persona.

Impuso su presencia en la campaña de mayo, hundiendo a alcaldes y presidente autonómicos y, cuando llegó el momento de analizar las causas de la contundente derrota del Partido Socialista, convocó elecciones generales anticipadas, hurtando, de nuevo, el debate porque, ahora, lo urgente era ganar el 23 J.

Volvió a exigir adhesión a su persona, a imponer candidaturas y a silenciar todo reparo a sus planes para la próxima legislatura.

Las elecciones arrojaron un resultado difícil de gestionar. Sánchez fracasó como líder del PSOE, porque el Partido Popular remontó 48 escaños respecto a 2019, aventajando al Partido Socialista en 16.

Para Sánchez esta no es la cuestión. Le salen las cuentas y con el sí de los abertzales, de los independentistas catalanes, que tienen en común odiar al Estado español, y el del complicado laberinto de Sumar y Podemos.

Por supuesto, no ha habido debate acerca de la posición que debe mantener el PSOE en la investidura. Sánchez tomó esa decisión la misma noche electoral, anunciando que reeditaría el acuerdo que le llevó a la Moncloa.

De nuevo, cualquier opinión discrepante es tachada de traición al partido. De la mano de Pedro Sánchez, el PSOE se ha convertido en un espacio demasiado pequeño, en el que ya no se permite pensar, discrepar, ni caben opiniones distintas a la del líder.

En definitiva, ser militante del Partido Socialista en estos tiempos, equivale a perder el libre albedrío, ser un mero espectador y aplaudir cada verdad absoluta dictada por el líder en cada momento y que, por cierto, suele ser hoy cosa y mañana la contraria. Esa es la auténtica traición al PSOE.