Día de la Hispanidad
Diferente 12 de Octubre
El Vicario General Castrense con voz firme teñida de un característico acento onubense, presidía el pasado martes día 10 el funeral oficial en memoria del General José Faura antiguo Jefe de Estado Mayor del Ejército fallecido recientemente. Ante las personas que le quisieron y respetaron en vida que llenaban la Catedral Castrense, rodeado de esta solemne y pausada liturgia con que la Iglesia sabe celebrar estos actos, el Arzobispo Juan del Río, sintiéndose más que autorizado por el General, pidió que también rezásemos por España, amenazada gravemente nuestra convivencia.
En aquellos mismos momentos se debatía en el Parlament no solo el futuro de Cataluña, sino el de España y consecuentemente el de Europa.
No sé si sabía Monseñor que entre los muchos servicios prestados por el General Faura en su época de Comandante adscrito al SECED, el servicio de Inteligencia dependiente de las Presidencia del Gobierno, se contaba el de haber intervenido, junto a un también brillante Teniente Coronel Andrés Cassinello, en el retorno de Tarradellas a la presidencia de la Generalitat de Cataluña en tiempos del Gobierno de Adolfo Suárez. El regreso de aquel hombre con sentido de Estado representó una indiscutible estabilidad institucional, básica para una España que «transitaba» hacia la democracia.
A la misma hora otro President, nos tenía a todos con el corazón en un puño, jugando entre la incertidumbre, el desacato, la fuga de empresas, el as en la manga, las iniciativas en la gestión de su «procés».
Otra vez «la calle» sustituía a las instituciones, práctica más propia de los convulsos años 30 del pasado siglo y que nos llevaron a una Segunda Guerra Mundial, que de la segunda década del XXI. Y lo preocupante hoy es que la espiral de acción reacción, se cargue de odio. La situación creada por la Generalitat podría catalogarse en lo que Curzio Malaparte denominó como «técnicas del golpe de estado». Pero mayor similitud respecto a lo que vivimos se encuentra en lo que ha pregonado durante décadas el politólogo norteamericano Gene Sharp que marca las directrices para desarrollar una «guerra abierta, vestida de formas pacíficas» tales como: «establecer doble soberanía y gobiernos paralelos para debilitar al central»; «buscar encarcelamientos masivos para sobrecargar los órganos judiciales» ( 700 alcaldes); «presión psicológica al adversario con juicios al revés: acusando al acusador»; «no asistir a reuniones oficiales»(Conferencia de Presidentes Autonómicos); «no aceptar funcionarios designados por el Gobierno (Pérez de los Cobos); supresión de actividades sociales o deportivas» (Barça); «ruidos simbólicos con pitos, matracas o campanas» (caceroladas).
Constato ante estos hechos consumados un preocupante fracaso de nuestros servicios de información e inteligencia que han obligado al Gobierno a ir siempre a rastras de los acontecimientos. En la selva no gana el más fuerte, señala una regla de oro de estos servicios, sino el mejor informado.
¿Qué ha pasado? ¿Es que en otra bajada de pantalones como la del Majestic, confiamos estos servicios a los Mossos? ¿Cómo dejamos que Policía Nacional y Guardia Civil no tuviesen la consideración que tienen otros cuerpos «federales», es decir con atribuciones por encima de las policías autonómicas? ¿Qué ha pasado con aquellos Somatenes –«som a temps», es decir estamos a tiempo– que tan brillantes servicios prestaron contra el bandolerismo? Son tiempos de los que Ortega sentenciaría: «Cada realidad ignorada prepara su propia venganza».
Pero hoy jueves 12 de Octubre, a pesar de todo, celebramos la fiesta de todos. Nuestro Rey, que hace diez días reclamó con firmeza el respeto al Estado de Derecho a tenor de las atribuciones y responsabilidades que le señala el Artº 56 de la Constitución, lo hará hoy presidiendo el desfile como Capitán General de los Ejércitos de acuerdo con lo que le atribuye el Artº 62 de la misma norma.
Y no solo es día de conmemoración. Es día de valorar nuestra propia historia y pasar un mensaje de esperanza a nuestros hijos. Otto von Bismarck (1815-1898) nos recordaría en este sentido: «La nación más fuerte del mundo es España; siempre ha intentado autodestruirse y nunca lo ha conseguido; el día que dejen de intentarlo volverá a ser la vanguardia del mundo».
Y quienes ponen en duda lo que representó aquel 12 de Octubre de 1492 olvidan el esfuerzo que significó aquella gesta que solo pudo emprender una nación unida y fuerte como la de los Reyes Católicos. Interpretar hoy con juicios críticos lo que era el mundo a finales del siglo XV no deja de ser un ejercicio cuanto menos arriesgado; y pensar que aquellas culturas con las que nos fundimos como hermanos en América eran pacíficas y se respetaban entre ellas, también lo es.
Dos recuerdos muy especiales en este día: a nuestros soldados y marineros desplegados por el mundo. Luchan contra un enemigo que aquí ha enseñado sus garras. No hace mucho en Las Ramblas y en Cambrils. También va nuestro recuerdo para los heridos que siguen en hospitales.
¡Feliz 12 de Octubre!
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