M. Hernández Sánchez-Barba

Juan Ruiz de Alarcón

Trató de obtener rendimiento de su carrera de leyes, pero no consiguió un alto puesto en el foro, instalándose en España de un modo definitivo en 1611. En esos momentos, la fama del mundo del teatro se encontraba dominada de modo sobresaliente por Lope de Vega, fray Gabriel Téllez (Tirso de Molina) y otros ingenios de muy altos y poderosos alientos

La Razón
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Nacido en Taxco (México) en 1580, murió en Madrid en 1639. Su padre tenía un puesto en el Real de Minas de Taxco, lo que le proporcionó un cierto acomodo social, pero no le impidió soportar un desgraciado accidente infantil que le afectó a pecho y espalda, ocasionándole uno de sus más conocidos apodos: «Tortuga de las musas» y «Poeta entre dos platos». En la Real y Pontificia Universidad de México cursó Gramática y Cánones para el Bachiller. Hacia 1600 emprendió viaje para estudiar en Salamanca Derecho Civil, obteniendo el Bachiller en Leyes. Concluyó sus estudios en 1605. Marcha después a Sevilla, a abogar en la Real Audiencia, consiguiendo fama de muy entendido. En 1608 se repatrió a México en el séquito del arzobispo García Guerra y allí obtuvo la licenciatura en Leyes.

Sus dificultades económicas le impulsaron a dedicarse al teatro, pero pronto se sintió obligado a dejarlo al conseguir un puesto de relator interino en el Consejo de Indias. Sus inclinaciones poéticas le hicieron conectar con algunas de las brillantes academias literarias sevillanas. Asistía a todos los certámenes poéticos y en uno de ellos, en San Juan de Alfarache, conoció a Miguel de Cervantes, con quien trabó amistad y le proporcionó información sobre México, donde quería ir; se fueron juntos a Madrid. Sus aficiones quedan claras, pues llegó a México en compañía de Mateo Alemán y salió de Sevilla con Cervantes.

Trató de obtener rendimiento de su carrera de leyes, pero no consiguió un alto puesto en el foro, instalándose en España de un modo definitivo en 1611. En esos momentos, la fama del mundo del teatro se encontraba dominada de modo sobresaliente por Lope de Vega, fray Gabriel Téllez (Tirso de Molina) y otros ingenios de muy altos y poderosos alientos. Entre sus papeles se encontraron algunos bosquejos de obras con títulos como «El semejante a sí mismo», «El desdichado en fingir» o «La cueva de Salamanca». Le atrajeron fuertemente las ideas literarias en construcción dramática y, en 1617, decidió poner casa en Madrid. Hasta ese momento se mantuvo huésped de su protector y amigo Luis de Velasco, presidente del Consejo de Indias. Es entonces cuando escribe la comedia «Ganar amigos», obra con la que inicia su tendencia como creador teatral, haciendo del teatro campo doctrinario. Su obra dramática fue acogida con gran hostilidad en los círculos literarios de la Corte, recibiendo insultos del mismo Lope de Vega, Mira de Amescua y la enemistad de Luis de Góngora, Francisco de Quevedo y Luis Vélez de Málaga. En la representación de «El Anticristo» hubo un gran escándalo y fueron detenidos Lope y Mira de Amescua. La deformidad física de Alarcón fue fácil motivo crítico quevedesco. Conforme publicaba Alarcón más comedias, como «Mudarse por mejorarse» o «Las paredes oyen», era más agriamente satirizado:

«Tanto de corcova atrás

Y adelante, Alarcón, tienes,

Que saber es por demás

De dónde te corco-vienes

O adónde te corcovas».

En los años veinte del siglo XVII alcanza el extremo más alto su obra maestra, «La verdad sospechosa», de la que exclama Marcelino Menéndez Pelayo: «Con ser tan rico nuestro teatro, resulta difícil tan alta intención moral y artística», pero las desavenencias entre Alarcón y Lope alcanzaron un máximo en las Justas Poéticas de San Isidro Labrador, del 15 de mayo de 1620. Más adelante, a mediados de 1624, «No hay mal que por bien no venga» y, al año siguiente, «El examen de los maridos» fue su despedida de la literatura.

Realizará Juan Ruiz de Alarcón su último esfuerzo para entrar en la ordenada vida de los tribunales superiores. Al efecto presentó un memorial al Rey Felipe IV, quien decretó de su puño y letra: «Está bien; y cuando haya ocasión vos, el presiente de Indias, le daréis una relatoría». Poco más de un año después, por decreto del 17 de junio de 1626, fue nombrado Relator Supernumerario del Consejo de Indias, con derecho a la primera vacante, que se produjo, efectivamente, poco tiempo después. En su obra de crítica literaria, Luis Fernández-Guerra (1871) ha señalado la influencia de Ruiz de Alarcón en el teatro francés, destacando la corrección en el lenguaje y en el verso, su equilibrio psicológico y la ponderación y profundo sentido humano de su dramaturgia.