Papa
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La renuncia papal acaparó las portadas de todos los medios de comunicación del planeta, independientemente de su religión
El pasado lunes, 11 de febrero –sí, otra vez un día 11–, fue un día histórico para todo el mundo, pero muy especialmente para los medios de comunicación. Y es que, más allá de tragedias como el 11-S o el 11-M, no hay ningún otro personaje a nivel mundial que despierte tanto interés informativo como el Papa. Ningún presidente de Gobierno, ningún líder mediático, ningún artista, actor, deportista o personaje popular, nadie, es capaz de ser noticia a ese nivel, en todo el mundo, para todas las culturas, todas las religiones, todas las sensibilidades, creyentes o ateos. Y eso, en una sociedad como la occidental, cada vez más laica, cada vez más alejada de la religión, algo que tanto preocupa a la propia Iglesia.
La noticia de la renuncia de Benedicto XVI fue portada en todos los medios del mundo, sin excepción. Desde los de países católicos, como Italia, España, Francia o toda Latinoamérica, hasta los de otras confesiones cristianas, como ortodoxos, protestantes o evangélicos. En medios como Pravda, antaño órgano oficial del Partido Comunista de la Unión Soviética, la noticia ocupó la portada de su edición digital durante buena parte del día, pero también Al Jazeera, un medio de comunicación marcadamente árabe aunque con difusión global. Y de igual modo la renuncia del Santo Padre fue tema del día en diarios on-line de contenido económico como el «Financial Times» o «The Wall Street Journal». Del mismo modo, la televisión pública británica, la BBC, cadena oficial de un país anglicano y que en su momento rompió con el Papado, dedicó una programación especial a la noticia. Incluso en China, donde al principio se mostraron un tanto fríos ante la noticia, acabaron rindiéndose a la dimensión informativa de la decisión de Benedicto XVI y tanto la televisión pública como el «China Daily», principal diario en inglés del país, se hicieron eco de la renuncia.
Pero la verdadera trascendencia informativa de la decisión del Papa no queda en lo ocurrido en el día de ayer, pues su sucesión adquiere también una importancia informativa a nivel mundial. Probablemente no exista ninguna otra institución en todo el mundo cuya influencia tenga una magnitud tan global, tan transfronteriza. El futuro inquilino del Vaticano se decide a escala planetaria y la Iglesia Católica, presente en mayor o menor medida en todos los rincones del planeta, tomará una decisión con los votos de purpurados de todos los continentes.
Esto quiere decir que tanto el proceso de elección del nuevo Papa como la elección en sí volverán a centrar la actualidad informativa a nivel mundial. De nuevo, el pequeño estado Vaticano se convertirá en la capital del mundo, como prácticamente no ha dejado de serlo en los últimos siglos. Periodistas de todos los rincones, de todas las religiones, de todas las sensibilidades, se concentrarán durante días en la Plaza de San Pedro a la espera de la fumata blanca que habrá de anunciar que «habemus Papam».
Y durante esos días del mes de marzo la Iglesia católica volverá a ser el epicentro informativo global y desde Roma se dará la noticia urbi et orbi para que los medios, de nuevo, llenen sus portadas, en este caso con la imagen de un nuevo Papa. Y los informativos de radio y televisión, los medios impresos y los digitales, todos, realizarán de nuevo informativos, ediciones especiales y todo lo que haga falta. ¿Quién puede presumir de algo similar?
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