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Vacía

A pesar de la probable y feroz subida impositiva, no habrá dinero suficiente ni para mantener las apariencias

Hay una España vacía porque ha sido saqueada de forma recurrente a lo largo de la historia. La España mansa, la que no se queja ni se avergüenza de la bandera española, la que conforman las «castillas» y demás territorios segundones…, ha sido sometida al menos desde la Guerra de Sucesión a un constante saqueo por parte de sus gobernantes, que han privilegiado a las regiones que, precisamente, abominan de España, como Cataluña y Euskadi, que han acaparado históricamente la industrialización del país en detrimento del resto de regiones. Si se consuma «la financiación singular» pactada para Cataluña a cambio del apoyo parlamentario a Sánchez, la España vacía y vaciada, vacante y abandonada, sufrirá un horripilante quebranto económico, dando un salto involutivo de proporciones bíblicas: será pasto del atraso social y una imparable decadencia. Se empobrecerá aún más –de una manera que pocos imaginan, y por eso pocos temen como debieran–; se depauperará más esa España que ha sido abandonada de forma repetida. La España que no importaba ya en el siglo XVIII, a la que Franco no mimó como sí hizo con el País Vasco y Cataluña, dos regiones a las cuales fue a parar toda la potencia industrial del país entero durante el franquismo. La España pobre y boquiabierta –entre la sorpresa y el hambre–, se encontrará de la noche a la mañana con su sanidad, transportes, educación, infraestructuras, servicios sociales de todo tipo…, sin posibilidad de ser mantenidos, sin recursos para conservar unos mínimos decentes de supervivencia. Y los políticos que gobiernen en esa España vacía y dócil, reaccionarán –cómo no–, haciendo lo único que pueden o que saben: subiendo de forma atroz los impuestos, desollando a las ovejas, en vez de trasquilarlas como aconsejaba el emperador Trajano, que creía que a los ciudadanos no se los puede matar a impuestos si lo que el gobernante pretende es seguir esquilmándolos hasta el día de su muerte natural… Y, a pesar de la probable y feroz subida impositiva, no habrá dinero suficiente ni para mantener las apariencias.