
El canto del cuco
Vida después de la muerte
Durante miles de años, desde que el mundo es mundo, todo tipo de religiones y la mayor parte de los sabios han creído en la supervivencia del ser humano después de la muerte
¿Qué pasa cuando morimos? ¿Existe el Más Allá? ¿Hay otra vida? Preguntas inquietantes, que se reactivan estos días, cuando se atrasan los relojes, anochece antes y llevamos flores a los difuntos. ¿Nos jugamos aquí abajo la vida definitiva? ¿Llevará razón la mística Teresa de Ávila y esta vida no es más que una noche en una mala posada? ¿Estamos de paso? ¿Qué hacemos aquí? ¿Somos polvo y nos convertiremos en polvo? ¿Acaso polvo de estrellas o «polvo enamorado»? ¿Cuál es nuestro lugar en el Universo? Con este espejo delante comprobamos que el paisaje humano se ilumina con una luz distinta, que trasciende las preocupaciones cotidianas y los enredos de la vida y la política.
Durante miles de años, desde que el mundo es mundo, todo tipo de religiones y la mayor parte de los sabios han creído en la supervivencia del ser humano después de la muerte. Esa creencia universal ha decaído algo en los tiempos modernos –tiempos de materialismo y de «halloween»– pero sigue vigente en amplias capas de la humanidad. Las tres religiones del Libro –judíos, moros y cristianos– están convencidas de ello. Sin esa creencia, carecerían de sentido. Me ha incitado a estas reflexiones en vísperas del Día de Difuntos, el libro del doctor Manuel Sans Segarra «La supraconciencia existe. Vida después de la vida» (Planeta, 2024), que acabo de leer. A este reconocido médico catalán le impresionó vivamente lo que le contó un paciente suyo tras recuperarse de un estado de muerte clínica. Le cambió la vida, perdió el miedo a la muerte y se dedicó a investigar a fondo, científicamente, los casos de la Experiencia Cercana a la Muerte (ECM). Su conclusión es: «No hay que temer a la muerte. La muerte no es el final, sino una transformación, un paso hacia una nueva forma de existencia».
Hay ya miles de casos de ECM estudiados en el mundo. Los patrones comunes que más se repiten son: 1) Una experiencia más real que la realidad cotidiana. 2) Sienten que han salido de su cuerpo y observan desde arriba lo que está pasando o les están haciendo en el quirófano. 3) Algunos cuentan que escuchan los pensamientos de otros o dan razón de hechos que ocurren en ese momento en otros lugares. 4) Viajan a través de un túnel hacia una luz brillante. 5) Entran en otra dimensión, descrita como un lugar de gran belleza, amor y paz. 6) Encuentro con otros seres inteligentes: familiares, «guías» o «seres de luz»... En fin, parece que se comprueba la inmortalidad del alma, como una «chispa» de Dios.
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