El trípode
Viernes Santo: luto en el Cielo
La Pasión de Jesucristo es una extraordinaria lección del Amor que Dios tiene por cada uno de nosotros, creados a su imagen y semejanza y constituidos en hijos adoptivos Suyos
Hoy es Viernes Santo, el día en que el Hijo de Dios, encarnado en el seno virginal de María, consuma su sacrificio redentor de la Humanidad en la Cruz. Día muy señalado que los católicos y toda la cristiandad han conmemorado a lo largo de la Historia de una manera destacada en el calendario litúrgico, además de hacerlo en el calendario civil.
Hoy debería poder decirse que el mundo occidental edificado sobre profundas raíces cristianas está de luto. Pero la progresiva descristianización social –virtual apostasía y ya no silenciosa, sino ruidosa y orgullosa– provoca que, para una parte no menor de la sociedad, estos días se consideren como festivos y se vivan como unas simples vacaciones. Es por ello muy significativo que en diversas apariciones de la Virgen María, exhorte a «meditar la Pasión de Su Hijo que está muy olvidada». La pérdida de la fe con el desconocimiento de lo que hoy se conmemora tiene como consecuencia una sociedad con muchas personas en cierta medida ignorantes del auténtico sentido de su existencia, es decir, del porqué y para qué existimos. De una manera sencilla puede decirse que la posibilidad de gozar de una vida eterna tras la muerte terrenal –y donde la muerte y el dolor ya no existan– nos la ganó Jesucristo muriendo por nosotros en la Cruz, que es lo que hoy recordamos. Tan terribles eran los sufrimientos por los que debía pasar en pago a esa redención humana, que la noche de ayer Jueves Santo, en el huerto de Getsemaní en Jerusalén, sabiendo que ya comenzaba su Pasión al ser traicionado por Judas y detenido inmediatamente por orden del Sanedrín, sudó sangre y le pidió a Su Padre Dios que «si era posible pasara de Él ese cáliz, pero que no se hiciera Su voluntad sino la Suya». Daba comienzo así a Su Vía Crucis, Su camino a la Cruz, siendo sometido a todo tipo de escarnios y torturas, azotado cruelmente y coronado con un casco de espinas incrustadas en Su cabeza. Será clavado en la cruz, despojado de sus vestiduras y flanqueado por dos criminales, de los que uno se arrepentirá y le pedirá perdón, que le supondrá gozar del paraíso junto a Él el mismo día de la resurrección de Nuestro Señor.
La Pasión de Jesucristo es una extraordinaria lección del Amor que Dios tiene por cada uno de nosotros, creados a su imagen y semejanza y constituidos en hijos adoptivos Suyos. Hasta incluso pagar el precio de ofrecer la vida de su Hijo Unigénito que –libremente– aceptó ese enorme sacrificio para hacer posible que se nos abrieran las puertas del Cielo.