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La situación
Vocación de mayoría
«Su disposición a gobernar sin el parlamento es una novedad en democracia»
«Quizás me deje llevar por la nostalgia de un tiempo pasado», escribió el histórico socialista Ramón Jáuregui en un artículo cargado de aflicción y desconsuelo, publicado por el diario El Correo. La nostalgia en política suele derivar en melancolía, y en ese territorio melancólico se han exiliado algunos de quienes llevaron al PSOE al poder en 1982 y lo convirtieron en eso que, con cierto carácter presuntuoso, definieron como «el partido que más se parece a España». Esa calificación tan generosa hacia uno mismo sigue vigente en los despachos de Ferraz, a pesar de que, como también ha recordado Jáuregui, «hemos perdido nuestra vocación de mayoría». De hecho, en los diez años que Pedro Sánchez lleva como secretario general socialista, el PSOE solo ha sido el partido más votado en las dos elecciones celebradas en 2019 (recuerden que las de abril se repitieron en noviembre, al no producirse una investidura). El PSOE no ganó en 2015, ni en 2016, ni ha ganado en 2023, a pesar de llevar seis años en el poder. Y a estas alturas de 2024, el PSOE no es el primer partido en el Congreso, la oposición tiene mayoría absoluta en el Senado, Sánchez asume que la mayoría que lo invistió ya no existe y anuncia su disposición a mantenerse en Moncloa «con o sin apoyo» del parlamento.
Este anuncio sobre su disposición a gobernar sin el parlamento es una novedad en democracia, porque el sistema político liberal se ha definido siempre como parlamentario. Pero es el nuevo horizonte que Pedro Sánchez aún no había alcanzado: el de ignorar a las Cortes Generales, gobernar sin mayoría en las cámaras y siendo el líder del partido que perdió las elecciones. Un circo de tres pistas.
Pedía Jáuregui, instalado en la añoranza, que el PSOE debería disputarle al PP el «espacio sociológico más centrado que en parte y en muchos territorios hemos perdido». Pero son malos tiempos para la moderación centrista. Hace más de una década que el centro dejó de ser el lugar en el que socialistas o populares alcanzan el poder. Ahora, España es una centrifugadora.
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