Religion

«Abierta 24 horas»

El Papa se quejó ayer de las iglesias con horarios y pidió que se «omitan». En España ya hay templos que nunca cierran

La Parroquia de San Antón ofreció la sacristía a los indigentes que duermen todas las noches en su templo de la calle Hortaleza para que pudiesen disfrutar del derbi madrileño de la final de la Liga de Campeones
La Parroquia de San Antón ofreció la sacristía a los indigentes que duermen todas las noches en su templo de la calle Hortaleza para que pudiesen disfrutar del derbi madrileño de la final de la Liga de Campeoneslarazon

El Papa se quejó ayer de las iglesias con horarios y pidió que se «omitan». En España ya hay templos que nunca cierran.

A las 18:55 de ayer, fiesta del Corpus Christi, suena un teléfono en la Iglesia de San Antón. Es el del padre Ángel, que va a presidir la Misa de 7. Quien llama es LA RAZÓN. Busca su opinión sobre las palabras del Papa Francisco horas antes en la Plaza de San Pedro, donde confesó que le sienta mal cuando ve horarios en las parroquias, «de esta hora a esta otra, y después no se abre la puerta, no hay sacerdote, no hay diácono, no hay laico que reciba a la gente». «Qué grande es el Papa Francisco», dice el padre Ángel al escuchar estas palabras. Él tiene una de esas parroquias que quiere el Papa, abierta 24 horas, con gente que recibe a los que entran, que da cobijo a los que duermen en la calle e incluso les da la posibilidad de vivir una final de la Liga de Campeones, como hizo el sábado en la sacristía. Es la iglesia de San Antón, en la calle Hortaleza de Madrid. Allí, minutos después de la llamada, el padre Ángel toma la palabra para pronunciar la homilía. Lo primero a lo que se refiere es a las palabras de Francisco.

Aunque la propuesta del padre Ángel es pionera por muchas razones –actividad social, propuesta tecnológica, cepillos abiertos, dispensadores solidarios...–, no es la única que en España permanece abierta las 24 horas del día. Hay otras muchas repartidas por todo el país que están dedicadas fundamentalmente a la adoración perpetua de la Eucaristía. En total, son 41 repartidas por ciudades como Pamplona, Valencia, Barcelona, Madrid, Jerez de la Frontera, Murcia, Oviedo, Palencia o Salamanca, entre otras. La última en incorporarse ha sido La Coruña.

Javier Taberner, responsable de la capilla de adoración eucarística perpetua de Valencia, explica a LA RAZÓN que esta propuesta comenzó en su diócesis con el arzobispo Carlos Osoro, para lo que lo único que se necesita es un número de personas suficientes dispuestas a cubrir todas las horas de la semana. ¿El resultado? «Una iglesia abierta invita a la gente a rezar, también a los que están muy alejados de Dios y de la Iglesia. Hay historias muy bonitas en esta experiencia. Incluso casos de personas que vieron en esa puerta una luz para abandonar la idea del suicidio», explica.

En la capilla que coordina Taberner no siempre hay un sacerdote, pero en otras sí que lo hay. Por ejemplo, en Pamplona los sacerdotes también hacen turnos para escuchar y confesar a las personas que lo deseen. Además, cree que el fruto de este tipo de iniciativas es muy superior a los «problemillas» que pueda haber, sobre todo, a lo largo de la noche. «Los problemas de seguridad suelen ser mínimos», confiesa, para explicar que esta circunstancia no puede ser una excusa.

En total, en todo el mundo hay unas 3.000 iglesias que abren las 24 horas de los 365 días del año, de las que la mitad se encuentran en Estados Unidos. Por detrás se encuentran dos países asiáticos como Filipinas y Corea del Sur, y luego ya aparecen los europeos como España o Francia.

Al margen de los templos que lo hacen permanentemente, son muchas las parroquias que en algunos momentos del año deciden abrir las puertas de sus templos las 24 horas. La última, la tercera edición de «24 horas para el Señor, una iniciativa del Papa Francisco que mantuvo miles de templos abiertos noche y día entre el 4 y 5 de marzo para que quien así lo desease acudiese al sacramento de la Penitencia.

Y es que, como afirma el Papa en un mensaje especialmente dirigido a los sacerdote, «el siervo sabe abrir las puertas de su tiempo y de sus espacios a los que están cerca y también a los que llaman fuera de horario, a costa de interrumpir algo que le gusta o el descanso que se merece».