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«¡Dios nunca se cansa de perdonarnos, nunca!»
Un valor tan evangélico como la misericordia marcó el primer domingo de Francisco como Papa.
Un valor tan evangélico como la misericordia marcó el primer domingo de Francisco como Papa. En las dos apariciones públicas que tuvo, en el Ángelus y en la misa que celebró por la mañana en una pequeña parroquia dentro del Vaticano, Santa Ana, el nuevo obispo de Roma insistió en la importancia del perdón para el cristianismo. La misericordia es para Jorge Mario Bergoglio un puntal de la fe. Es «el mensaje más fuerte del Señor», según contó él mismo. De hecho, habló de ella en las congregaciones generales, las reuniones de cardenales previas al Cónclave, ganándose la admiración de todos.
Ante las más de 150.000 personas que se congregaron en la plaza de San Pedro, la vía de la Conciliazione y las calles anejas, Francisco se asomó a mediodía a la ventana del estudio del apartamento pontificio para dirigir el rezo del Ángelus. Lo hacía tres semanas después de que su antecesor, Benedicto XVI, apareciese por última vez en esa célebre ventana. El Papa Bergoglio volvió a sorprender por su sencillez y espontaneidad. Aunque llevaba escritas en varios folios las palabras que iba a decir antes de la oración mariana, improvisó en varias ocasiones y sorprendió porque no realizó los habituales saludos en distintos idiomas.
Aprovechando la lectura del Evangelio del día, dijo antes del Ángelus que «Dios no se cansa nunca de perdonarnos» y que el problema estriba en que «somos nosotros» los que «no queremos» o «nos cansamos de pedirle perdón». «¡No nos cansemos nunca de pedirle perdón!», pidió el Papa, pues Dios «siempre perdona» y tiene un «corazón de misericordia» para todos. Los hombres estamos llamados a imitarle y a «ser misericordiosos con todos», deseó.
Durante la misa que celebró en la parroquia de Santa Ana, contó una anécdota para ilustrar cómo es el perdón de Dios. Dijo que una persona le contó un día que había hecho «cosas muy graves» en su vida. «Mejor. Ve a Jesús. A Él le gusta que se lo cuentes. Y Él se olvida. El Señor no se cansa nunca de perdonar», le contestó.
Cercanía con los fieles
Francisco sorprendió al elegir esta pequeña iglesia, a la que suelen acudir los trabajadores laicos de la Santa Sede, para celebrar su primera misa con fieles. Estrechó la mano, abrazó y besó uno a uno a todos los feligreses, como hace cualquier sacerdote al finalizar la Eucaristía. Se acercó, además, antes y después de la ceremonia a la calle fuera del Vaticano, donde le esperaban cientos de personas para saludarle.
Desde la ventana del apartamento pontificio, relató otro anécdota curiosa sobre la misericordia. Sucedió en 1992, cuando Bergoglio, apenas consagrado obispo, se encontró con una octogenaria muy humilde que iba a confesarse. Él le preguntó que por qué quería hacerlo si no había pecado, a lo que la mujer respondió: «Todos hemos pecado». Luego la anciana le aseguró que «el Señor lo perdona todo», porque si no fuese así «el mundo no existiría». Impresionado por sus palabras, Bergoglio le preguntó medio en broma si había estudiado en la Gregoriana, la prestigiosa universidad de los jesuitas en Roma. «Era la sabiduría del Espíritu Santo, la sabiduría interior hacia la misericordia de Dios», rememoró ayer.
Francisco volvió a pedir a los fieles que rezasen por él e invitó a todos a que pensaran en la «paciencia» que Dios tiene con cada una de las personas. «Siempre tiene paciencia, paciencia con nosotros, nos comprende, nos espera, no se cansa nunca de perdonarnos si sabemos volver a Él con el corazón arrepentido».
La lección sobre el perdón que cautivó a los cardenales
El pasaje del encuentro de Jesús con la mujer adúltera fue el punto de partida del Papa tanto en la homilía como en la reflexión previa al Ángelus para recapacitar sobre el perdón de Dios. Se da la circunstancia de que precisamente fue su intervención durante las congregaciones generales para abordar el concepto cristiano de la misericordia el que llevó a más de uno, según cuentan los propios cardenales, a vislumbrarle como aquel a quien votarían en la Sixtina. Ayer, abordaba una vez más la idea de la reconciliación. Pero no como papable, sino como Papa.
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