Roma
Eduardo Robles Gil: «He atendido personalmente a las víctimas de Maciel»
Director general de los Legionarios de Cristo
Habla con franqueza y honestidad. La misma con la que ha asumido ser director general de los Legionarios de Cristo para los próximos seis años. El mexicano Eduardo Robles Gil (Ciudad de México, 1952) asume este servicio para una congregación que, asumiendo los errores del pasado, dejando atrás incertidumbres y apostando por crecer desde su carisma, busca evangelizar lo mismo en el aula que en la parroquia.
–Después de dos meses, termina el Capítulo General Extraordinario de la Legión de Cristo: ¿renacer, renovar, partir de cero...?
–Creo que podemos describirlo como renovación. Hemos recorrido un camino de revisión, de purificación. Con la ayuda de Dios hemos podido mirar de frente nuestra historia, los errores del pasado, e invocar también la misericordia de Dios sobre nosotros. Ahora, con la memoria purificada, que no es olvido, podemos experimentar el gozo de haber sido llamados a esta familia en la Iglesia y queremos servir con un entusiasmo nuevo. Creo que todo encuentro con Cristo renueva a las personas, y eso es lo que nos ha pasado a nosotros: Él nos ha encontrado y nos envía a anunciar sus maravillas.
-–¿Cree que la congregación ya ha superado la etapa de purificación y tutelaje y puede volar sola?
–Sin duda. Pero no estamos solos, la Iglesia nos ayuda y nos acompaña. Con el final del mandato del Delegado Pontificio volvemos a estar bajo el cuidado de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada. Esto es, de alguna manera, volver a la normalidad, y también nos da seguridad. El camino de renovación, que hemos hecho nuestro, sigue adelante. Pero creo que las bases se han puesto y ahora nos toca continuar.
–¿Cómo recibió ser elegido para estar al frente de la Legión de Cristo precisamente ahora?
–Estoy bastante tranquilo y sereno. Yo creía que no iba a poder dormir, pero ese problema gracias a Dios no se ha dado. Yo acepté esta elección hecha por el Capítulo General porque veo ahí que Dios me lo pide. Pero acepté también porque no estoy solo en la tarea. Tengo una enorme confianza en mis hermanos legionarios, en los miembros del Regnum Christi. Si yo tuviera que llevar la Legión solo, no podría. Pero la llevamos todos juntos y eso me da paz y me anima a entregarme a servirlos. Sé que tengo mis limitaciones y que tendré que ir aprendiendo, pero sé también que no soy un jefe, sino un hermano.
–¿Quién es hoy Marcial Maciel para los legionarios de Cristo?
–El P. Maciel es nuestro fundador, es innegable que Dios se quiso valer de él para empezar esta obra. Sin embargo, reconocemos que por los hechos inadmisibles de su vida, no podemos considerarlo ni presentarlo como modelo ni como maestro de vida espiritual. De alguna manera nos duele el sufrimiento que se ha causado a tantas personas, y también que por estos hechos algunos hayan incluso perdido, dudado de su fe o hayan dejado el sacerdocio. Considero que es muy bueno que todos estos hechos de la vida del fundador hayan salido a la luz, porque la verdad te hace libre. Te confieso que me duele mucho el daño que se ha causado a tantas personas y a la Iglesia, no sólo por los hechos de la vida del fundador, que no son aceptables, sino también por el escándalo.
–¿No teme que la imagen de Maciel sea una sombra permanente en su misión?
–Creo que lo más honesto es asumir nuestra historia y no huir de ella. No se trata de hacer un trabajo para lavar la imagen de la Legión. Se trata más bien de anunciar que tenemos una historia de caída y de redención, colocada en su lugar y mirada de frente, sin ocultar las cosas. Esto también nos ayuda a no ceder ante la tentación del orgullo institucional al ver que se hacen cosas buenas, se sirve a los demás, las personas te aprecian. Además, hay tantas vidas rotas en el mundo, tanto sufrimiento... creo que estos hechos nos ayudan a ser más solidarios con las personas que han sufrido y a dar un mensaje de esperanza.
–¿Siente que están pagando muy caro los errores de Maciel, a pesar de la dureza con la que han condenado en los últimos comunicados de la Legión por sus «comportamientos gravísimos y objetivamente inmorales»?
–Creo que el comunicado que publicamos el 6 de febrero es bastante claro sobre nuestra postura institucional. Estamos haciendo los cambios que nos ha mostrado la Santa Sede, que nos han dicho otras personas y que hemos comprobado que, efectivamente, eran corregibles. Hay personas que quisieran que todo se cambiara por decreto, de un día para otro. Hay también quienes nunca van a estar contentos con lo que hagamos. A todos les quisiéramos pedir que nos dieran una oportunidad. Seguiremos cometiendo errores, porque somos humanos y pecadores. Pero, por ejemplo, en el campo de los ambientes seguros y prevención de abusos, queremos ser ejemplares. Hay campo para mejorar, pero se han puesto en marcha medios de prevención importantes.
–Algunas voces apuntaban a que hubiese sido mejor eliminar la congregación. ¿Fue una petición llegada de Roma o una reflexión nacida de dentro del instituto?
–De nuevo, hay personas que creen que con nuestra historia es más lo que restamos que lo que sumamos. Una posibilidad muy real fue que se considerara disolver la congregación. Pero, entre tantas voces, hay una que es la roca inamovible, que es la voz del sucesor de Pedro. Y él, con los informes de los cinco visitadores que hablaron con prácticamente todos los legionarios, con lo que sabía de la curia, de lo dicho en los medios de comunicación, etc., consideró que la Legión era una comunidad fundamentalmente sana, que necesitaba correcciones, como dijo en su libro-entrevista «Luz del Mundo».
– Al finalizar el Capítulo General Extraordinario, el cardenal Velasio de Paolis subrayó que «la misma Legión se puede considerar una víctima del actuar equivocado del fundador», ¿comparte esta visión?
–La palabra víctima no es mi preferida para describirme a mí mismo. Sí he sufrido por estos hechos. He visto el sufrimiento de las víctimas de abuso del P. Maciel que he atendido personalmente. Pero más que mirar constantemente al pasado, quiero mirar el presente y el futuro. Ahora hemos sido objeto de la misericordia de Dios y de la Iglesia y queremos mirar hacia adelante. Hay cosas que nosotros hacíamos, como el modo de ejercer la autoridad, algunos aspectos de la formación, etc., que nos parecían muy buenas. La Iglesia nos indica que hay que cambiarlo. Algunas veces nos ha costado entenderlo –el cardenal De Paolis también dijo recientemente en una entrevista que éramos simpáticos pero testarudos–, pero hemos ido adoptando todo lo que la Iglesia nos ha ido pidiendo y creemos que nos dará paz para dedicarnos a lo que debemos dedicarnos: anunciar el Reino de Cristo, amar a Dios y a todos los hombres, ayudarles a encontrar al Señor para que Él los transforme en apóstoles.
–Usted forma parte de la Legión de Cristo desde 1977, por lo que ha crecido y sufrido durante todo este tiempo en primera persona lo ocurrido en la Congregación. Parafraseando a De Paolis, ¿se ha sentido Eduardo Robles Gil engañado o víctima en algún momento? ¿Ha vivido una crisis de fe por ello?
–La verdad es que, más allá de la sorpresa y desconcierto inicial, he podido encuadrar todo esto de una manera que me ha permitido tener paz. En 1997, cuando surgieron las primeras acusaciones, yo me pregunté a mí mismo: ¿qué pasaría si todo esto fuera verdad? Y me respondí que yo me siento feliz de ser sacerdote legionario de Cristo, estoy aquí por Cristo, tengo un compromiso con muchas personas, y, por ello, yo seguiría adelante. El P. Maciel afirmó entonces que eran calumnias y, por el prestigio que tenía como fundador, le creímos. En 2006 actuó la Santa Sede con su comunicado en el que enviaba al P. Maciel a una vida de oración y penitencia. Ahí tuve la convicción de que los hechos eran verdaderos porque no podría creer que la Santa Sede actuara así a la ligera. Pero fue un poco como una pesadilla, que quisieras que no fuera verdad, que te despertaras y acabara. En 2008 el P. Álvaro Corcuera me informó de que los hechos de la vida del P. Maciel eran verdaderos y ahí fue cuando ya no tuve duda. Pero, gracias a Dios, mi fe y el amor a mi vocación han quedado intactos, aunque no ha sido algo sin dolor, sobre todo al ver el sufrimiento de algunos hermanos míos y también de las víctimas que he atendido. Con algunos hemos llorado juntos.
–¿Se ha trabajado mano a mano con la Justicia como planteó para todo este tipo de casos el Papa Benedicto XVI?
–Sí. Cuando hay una denuncia de abusos se siguen procedimientos claros y ágiles que tienen como prioridad la atención de las víctimas y también la plena colaboración con las autoridades civiles y eclesiásticas. Ahora bien, es importante recordar que todas las personas tienen derecho a la presunción de inocencia. Por eso, mientras se hace una investigación, no se publican los detalles, pero siempre se actúa.
–Hay quien considera que no se ha pedido perdón suficientemente a las víctimas ni se ha reparado todo el dolor... Sin embargo, usted ha comprobado de primera mano como miembro de la comisión de acercamiento a las víctimas, el trabajo realizado. ¿Cuál es el protocolo que ha seguido en este tiempo para reparar el daño causado?
–Creo sinceramente que el dolor de una víctima es tan grande que sólo Dios puede aliviar y reparar el dolor. Es así de serio y dramático. Por esto el compromiso de la Iglesia y de la Legión dentro de ella de que haya ambientes seguros y prevención. Yo he hablado con las víctimas que han querido hablar —cuando no quieren hacerlo, sería someterles a una nueva violencia no respetarles y obligarles a encontrarse con nosotros—, hemos reconocido su dolor, con alguno hemos llorado juntos. En algunos casos ha habido también una ayuda material para salir al paso de su necesidad, siguiendo los estándares de la Conferencia episcopal española para estos casos. Pero lo más importante es que nunca vuelva a pasar.
– Como máximo responsable de la Legión, ¿qué le diría si tuviera a una de las víctimas de los abusos sentadas frente a usted ahora mismo?
–No sé. Cada caso es distinto. Escucharía con todo mi ser. Estar, acompañar, es a veces la única palabra. He recibido algunos mensajes de personas que atendí en la comisión de acercamiento a las víctimas que me han asegurado sus oraciones. Yo les he recordado que hemos hablado de ellos y que en el Capítulo hemos rezado por ellos, hemos querido pedirles perdón.
El Papa: «Así que a ti fue al que te cayó... No quiero que esto fracase»
–Dicen que el Papa Francisco ha seguido muy de cerca las sesiones. ¿Le consta? ¿Ha tenido posibilidad de encontrarse o hablar con él?
–El Papa ha seguido de cerca todo nuestro proceso y, en particular las elecciones del nuevo gobierno. De hecho, ya desde el inicio del Capítulo, el Delegado Pontificio nos informó de que el Papa nombraría al vicario general y a otro de los consejeros generales. Fue un gesto de confianza que el Papa aprobara todas las elecciones hechas por el Capítulo y también es un gesto de solicitud que haya nombrado a dos consejeros. El pasado miércoles en la audiencia general tuve la oportunidad de saludar al Papa Francisco. Me presenté como el nuevo superior general de los legionarios de Cristo y me respondió con una sonrisa: «Así que a ti fue al que te cayó...». Me dio mucho ánimo que me dijera «Miren para adelante. Yo te apoyo. No quiero que esto fracase». Pero además de alegría, es un compromiso no fallarle al Vicario de Cristo que ha creído en nosotros. Ha sido el único contacto que he tenido con el Santo Padre. Espero luego poder encontrarlo con más calma. Pero, Dios dirá.
«Nadie, ni los superiores ni el consejo general, tenía la película completa»
La Santa Sede considera que algunos responsables no supieron actuar «con la diligencia necesaria». ¿Qué lugar ocupan ahora estos sacerdotes dentro de la Congregación? ¿Tienen algún papel activo?
–En el comunicado del 6 de febrero hacemos referencia a los errores en la comunicación de estos hechos a la congregación. Quienes tenían cargos de responsabilidad entonces fueron piezas clave para descubrir algunos elementos de la vida del P. Maciel y sacarlos a la luz. Hay aquí una suposición que es errónea, que es que si eras superior tenías que ser cercano al P. Maciel. Hay que tener en cuenta que el P. Maciel era un hombre sumamente inteligente y que tú conocías sobre el P. Maciel lo que él quería que supieras. Nadie, ni los superiores ni el consejo general, tenía la película completa. Esta fachada empezó a desmoronarse cuando el P. Maciel dejó el gobierno y tuvo un deterioro senil. El anterior director general, el P. Álvaro Corcuera, ha terminado su mandato con el Capítulo General. Su salud no es muy buena. Hay que pedir por él.
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