El sucesor de Benedicto XVI
El misterio de la sede vacante
Las puertas del apartamento papal fueron precintadas, pero la vida sigue en el Vaticano
El apartamento papal y el ascensor que lleva al mismo, en el Vaticano, han sido sellado pocos después de que Benedicto XVI dejara de ser papa.
La Guardia Suiza abandonó su puesto anoche a las 20:00 horas y comenzaba la sede vacante. Todo quedó vacío, en silencio, expectante ante lo que ocurrirá en los próximos días. Por la mañana, el Sumo Pontífice repetía su rutina diaria por última vez. Las estancias papales poco tenían que ver con las que se encontró a su llegada. Las estanterías que mandó construir estaban vacías, el hueco del piano vertical anhelaba las notas de Mozart o Bach que tanto han sonado en los últimos años. Loredana, Carmela, Cristina y Rossella, las cuatro asistentes de Benedicto XVI, el ayudante de cámara y los dos secretarios privados remataban sus últimos servicios. El silencio de dentro contrastaba con el repicar de campanas de las iglesias de Roma y el ruido del motor del camión que trasladaba los objetos del Papa –el piano, libros y documentos personales– al convento Mater Ecclesiae, en el que se instalará cuando finalice la restauración. El edificio, de 450 metros cuadrados repartidos en cuatro plantas, tiene 12 dormitorios en el segundo y tercer piso y una biblioteca y una terraza en el ático.
Ratzinger seleccionó los libros que utilizará en los dos meses de estancia en Castel gandolfo, el belén familiar, dos plumas Mont Blanc y un reloj de los años 60 que su hermana le dio antes de morir. Poco después, las dos puertas de entrada a los aposentos fueron precintadas con una cinta roja y los sellos de la Cámara Apostólica. El escudo de su pontificado perderá las llaves de oro y plata, que simbolizan las puertas del cielo y de la tierra.
Durante la sede vacante, la tercera planta del Vaticano permanecerá vacía, queda suspendida la actividad religiosa –excepto los asuntos ordinarios o inaplazables–, incluida la gestión de las cuentas de Twitter, pero no la de la ciudad. La estación de tren, la radio, correos, la farmacia, el supermercado, el hotel, el Cuerpo de Bomberos y los museos no modificarán sus costumbres. La única salvedad es la de los Jardines Vaticanos, que cerraron el pasado lunes. Entre otras, cosas, estos días se editarán varias series de monedas y sellos conmemorativos. La Guardia Suiza regresará al Vaticano con el inicio del Cónclave para proteger a los obispos.
Además, será de vital importancia la vigilancia para evitar filtraciones. Tanto Santa Marta, residencia de los cardenales durante el cónclave, y la Capilla Sixtina –en la que se ha instalado una estufa electrónica en la que se quemarán los votos– serán inspeccionadas minuciosamente para que no se pueda revelar lo que allí ocurra a partir del 10 de marzo.
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