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El Papa exige una paz «urgente y justa» para Siria

Primer viaje del Obispo de Roma a Tierra Santa. Francisco reclama en Jordania una respuesta pacífica en Oriente Medio y pide a la comunidad internacional que se comprometa con los refugiados

El Papa durante la misa celebrada hoy en el Estadio Internacional de Amán
El Papa durante la misa celebrada hoy en el Estadio Internacional de Amánlarazon

«Salam». Paz. Fue la palabra más repetida ayer por Francisco, en su primer viaje a Jordania, la primera etapa de su peregrinación por Tierra Santa. A las autoridades, a los niños, a los refugiados, a los cristianos, a los creyentes en general. A todos dirigió el mismo ruego. «La paz no se puede comprar, no se vende. Es un don que hemos de buscar con paciencia y construir artesanalmente mediante pequeños y grandes gestos en nuestra vida cotidiana». Ante las más de 20.000 personas que participaron en la misa que presidió ayer en el estadio internacional de Amán, el Papa Francisco brindó sus recomendaciones para que Oriente Medio supere sus sempiternos enfrentamientos. «Es necesario realizar gestos de humildad, de fraternidad, de perdón, de reconciliación. Estos gestos son premisa y condición para una paz auténtica, sólida y duradera».

Para consolidar el «camino de la paz», debe reconocerse «que todos tenemos la misma sangre y formamos parte del género humano». Si los hombres y las mujeres no lo hacemos, «olvidamos que tenemos un único Padre del cielo y que somos todos sus hijos, hechos a su imagen y semejanza», advirtió Francisco, quien leyó su homilía en italiano y luego fue traducido al árabe para que pudiera ser comprendido por todos los presentes.

Consciente de que todas las palabras que dice en esta peregrinación en Tierra Santa son miradas con lupa tanto por unos como por otros, el Pontífice evitó posibles malentendidos al invitar a caminar hacia adelante más allá de las diferencias: «La diversidad de las personas y de ideas no debe provocar rechazo o crear obstáculos, porque la variedad es siempre una riqueza».

Esta búsqueda del «encuentro de los hermanos más allá de las diferencias de ideas, lengua, cultura, religión también marcó su cita el rey de Jordania, Abdalá II, a quien considera una figura clave para conseguir llevar la estabilidad a Oriente Medio. «Agradezco a las autoridades del reino todo lo que hacen y les animo a seguir esforzándose por lograr la tan deseada paz duradera en toda la región». Para alcanzarla, citó dos de los lugares donde se desgarra Oriente Medio: Siria, para la que pidió de forma «urgente» una «solución pacífica»; y el conflicto entre palestinos e israelíes, al que deseó «una justa solución».

Francisco considera a Abdalá II el mejor interlocutor que tienen los cristianos de Oriente Medio entre los jefes de Estado de la región. Lo destacó primero en Roma recibiéndole en dos ocasiones, una de ellas a pocas semanas del viaje, lo que resulta poco habitual en la diplomacia vaticana. Ayer lo hizo en Jordania reconociendo «su liderazgo» para promover «un adecuado entendimiento de las virtudes proclamadas por el islam y la serena convivencia entre los fieles de las diversas religiones». Agradeció en particular las iniciativas puestas en marcha por las autoridades jordanas a favor del diálogo interreligioso para la promoción del entendimiento entre judíos, cristianos y musulmanes.

En el palacio del monarca hachemí, Francisco destacó la «acogida generosa» que el país árabe brinda a los refugiados palestinos, iraquíes y sirios. «Esta acogida merece el reconocimiento y la ayuda de la comunidad internacional». En esta labor destacó el papel que ejerce la Iglesia católica por medio de Caritas Jordania, una realidad «comprometida con la asistencia a los refugiados» aún «dentro de sus posibilidades», pues los cristianos son sólo el 1,68% de los casi ocho millones de jordanos.

Al hablar de la presencia cristiana en el país, «minoritaria pero plenamente insertada», celebró que los seguidores de Cristo pudieran «profesar con tranquilidad su fe». Destacó que la libertad religiosa es «un derecho humano fundamental que espero firmemente que sea tenido en gran consideración en todo Oriente Medio y en el mundo entero». A continuación citó a Benedicto XVI para subrayar que toda persona debe tener «la libertad de elegir la religión que estima verdadera y de manifestar públicamente la propia creencia». «Los cristianos», dijo en una frase con repercusiones para toda la región, «se sienten ciudadanos de pleno derecho y desean contribuir a la construcción de la sociedad junto a sus conciudadanos musulmanes, con su aportación específica».

Precisamente fueron los refugiados, los discapacitados, los débiles en definitiva, «las periferias» con los que Francisco quiso pasar ayer su última hora de actividad pública en Jordania antes de retirarse a cenar y dormir a la nunciatura apostólica en Amán. En lugar de realizar algún otro encuentro con representantes de la Iglesia local, prefirió verse con 600 minusválidos y desplazados por las guerras en Siria, Palestina e Irak en la parroquia que se está levantando a orillas del río Jordán en el lugar donde fue bautizado Jesús. Acompañado por el rey Abdalá II visitó la zona realizando una oración en silencio y bendiciendo las aguas.

Al escuchar el testimonio de algunos de los refugiados y jóvenes discapacitados, hizo un nuevo llamamiento a la comunidad internacional para que «no deje sola a Jordania ante la emergencia humanitaria que se ha creado con la llegada de un número tan elevado de refugiados». Invitó al resto de naciones a que «incrementen su apoyo y ayuda». «Que cese la violencia y se respete el derecho humanitario, garantizando la necesaria asistencia a la población que sufre. Que nadie se empeñe en que las armas solucionen los problemas y todos vuelvan a la senda de las negociaciones». Para el Papa, de hecho, la solución sólo puede venir por medio del «diálogo y la moderación, de la compasión por quien sufre», de manera que se busque una «solución política y del sentido de responsabilidad hacia los hermanos». Este objetivo espera alcanzarlo por medio de un cambio en la voluntad de los hombres, pero también con ayuda divina: «Dios convierta a los violentos y a aquellos que tienen proyectos de guerra, y fortalezca los corazones y las mentes de los agentes de paz y los recompense con sus bendiciones», señaló, improvisando en ese momento una crítica a los traficantes de armas.

«Nos sentimos profundamente afectados por los dramas y las heridas de nuestro tiempo, especialmente por las que son fruto de los conflictos todavía abiertos en Oriente Medio», aseguró. En particular volvió a acordarse de Siria, en cuya guerra civil han muerto ya más de 160.000 personas y que ha expulsado a más de 600.000 refugiados que han encontrado refugio en la vecina Jordania. «Que Dios omnipotente y clemente los bendiga a todos ustedes y todos sus esfuerzos por aliviar los sufrimientos causados por la guerra», imploró. También volvió a agradecer a las autoridades y al pueblo jordano la «generosa acogida» que han brindado tanto a estos desplazados como a los que provocó el conflicto en la vecina Irak.

A los jóvenes discapacitados les pidió que se sumaran a su oración por la paz para que, «con su esfuerzo y sensibilidad», pueda construirse una sociedad «respetuosa de los más débiles, de los enfermos, de los niños, de los ancianos». «A pesar de las dificultades de la vida, sean signo de esperanza», les animó.

De israelí a palestino: «Protégelo»

Pocos minutos antes de las nueve de la mañana, el Papa se presentó en la parte posterior del vuelo que le llevaba en su peregrinación hacia Tierra Santa para saludar personalmente a los 70 periodistas que le acompañábamos. Tras la introducción del portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi, quien contó que desde el viaje de Benedicto XVI a Turquía en 2006 no se recibía un número de solicitudes tan grande para acompañar al Pontífice, por lo que muchos medios tuvieron que quedarse fuera, Francisco tomó la palabra. «Os doy las gracias por vuestra presencia aquí, por vuestra ayuda, por vuestro servicio». A continuación recordó que, como dijo en el vuelo de ida a Río de Janeiro en julio del año pasado, se presentaba ante los representantes de los medios emulando al profeta Daniel frente a los leones, «pero ya sé que los leones no muerden». Sobre el viaje apenas iniciado, aseguró que iba a resultar «muy arduo» para todos, también para los periodistas. Terminó su alocución anunciando que en el vuelo de vuelta el lunes realizará una rueda de prensa. También en su viaje a Brasil para participar en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) hizo lo mismo. «Aunque alguno decía que no sería posible porque va a ser un viaje ''masacrante'', tengo la intención de hacer la conferencia de prensa a la vuelta», comentó. Luego Francisco recorrió el pasillo de la parte posterior del avión para saludar personalmente a los informadores. «Protégelo durante el viaje», le dijo Francisco al periodista israelí David Cohen Cymerman, del Canal 2, que estaba sentado junto al colega palestino Imad Freij, del Catholic Centre for Media Studies.

El detalle

EL VESTIDO BLANCO POCO PROTOCOLARIO DE LA REINA RANIA

Rania de Jordania acompañó durante toda la jornada al Papa. Por la mañana, con un vestido blanco. Por la tarde, con falda estampada y, de nuevo blusa blanca, color que el protocolo vaticano reserva tradicionalmente a las reinas católicas como privilegio. Este mismo error lo cometió Cherie Blair, la esposa del primer ministro del Reino Unido, en una audiencia en 2006.