Roma
El protocolo de la sencillez
En la vida ordinaria como en la vida oficial de personas e instituciones, utilizamos el lenguaje que llamamos protocolo, hecho de muchos y diversos signos. El protocolo sitúa, salvaguarda y orienta, pone de relieve y nos da seguridad, tanto de trato como de precedencias, comportamientos, lugares, etc. En los primeros días de pontificado, el Papa Francisco está actuando según «su» protocolo, que es nuevo en algunas cosas y siempre respetable. En todas las instituciones se tiene un protocolo universalmente consensuado, pero luego bastantes detalles se dejan a cada persona e institución. Hay margen amplio. El protocolo en el fondo lo hace cada persona. Y el Papa ha escogido el protocolo de la sencillez. Había expectación por el primer encuentro de Francisco con Benedicto en Castel Gandolfo. Y tanto el uno como el otro han dado signos de sencillez, cercanía, bondad, fraternidad y delicadeza. De cariño mutuo, incluso. Es significativo que Francisco haya dicho que escogió como regalo para Benedicto un icono de «la Madre de Dios de la humildad» porque encajaba con él... Se lo agradeció complacido el emérito. Uno es el Papa, el único Obispo de Roma, el 266º sucesor de S. Pedro y que preside todas las iglesias en la caridad; «principio y fundamento, perpetuo y visible, de la unidad de fe y de comunión, así de los obispos como de la multitud de los fieles» (LG 18.23). Y Benedicto es Obispo emérito de Roma. Estas cosas ya se dan en las Diócesis donde aún vive el Obispo emérito, y todo va encontrando su encaje. Como se encontrará con el Papa Francisco y el Papa Benedicto. Estamos seguros de que Benedicto XVI será un «simple y humilde trabajador en la viña de Señor», desde la oración, el silencio y la reflexión, sin estorbar al nuevo Papa. Pero ¡cómo nos alegra que se amen y den testimonio de unidad y de atenciones mutuas!
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