Ciudad del Vaticano
La oscuridad del humo, la luz de la fe
«Lo único que nos falta ahora es un Papa», bromean los brasileños, que acumulan Olimpiadas, el Mundial y la JMJ
Donde no alcanza la vista, llega la fe. No es una parábola apócrifa de Mateo. Es cosa de fumatas. Los teleobjetivos lo tienen fácil. Pero ver la fumata negra, cuando la noche es una más en el Vaticano, cuesta. Menos mal que las pantallas de «leds» de San Pedro estaban ahí. Y que el humo, esta vez sí, era negro tirando a más negro. Quien pone ojos de sorpresa ante algo histórico –la mayoría en la plaza– confirma que la idea de las dos estufas funciona. Y bien, porque no se limitaron a unos segundos de humo. Antes de que cesara, ya se había desalojado la plaza. Pero los que ponen mirada de vaticanistas ven en esa nube oscura falta de acuerdo entre los papables. No se asusten, es una votación de tanteo.
Sin cónclave exprés
«Ya pasó una vez que a la primera salió el Papa y, estando aquí, no nos podíamos arriesgar», comenta Mónica, de Barcelona, junior de las religiosas de la Pureza de María, que estudia en Roma. Junto a sus compañeras Laura y Kenia prometen repetir fumata tras fumata, con permiso de la maestra. Habrá que achucharse porque ayer por la tarde la columnata ya colgaba el cartel de completo cuando el que más y el que menos sabía el resultado. Esta vez, no hay cónclave exprés. «Primarias» lo llaman algunos. Por cierto, que en Vía Borgo Pío, la calle donde algunos cardenales se dejan ver en tiempos de sede «plena» para compartir almuerzo de «trattoria», dicen que en los últimos días el nombre del purpurado Péter Erdö, responsable de las relaciones de la Santa Sede con la Unión Europea, sube puntos. Aunque no en las quinielas británicas, que se la juegan con Scola.
En la plaza pocos se atreven a dar nombres. «Ahora toca pedir la luz del Espíritu Santo para los cardenales. Nos van a dar un Papa según su corazón, el que necesita la Iglesia este momento», sentencian Esther y Lidia, siervas del Sagrado Corazón que aceleran el paso para no llegar tarde al almuerzo. Tampoco se aventura en pronunciarse sobre un favorito Bruno, religioso franciscano que quiso combinar hábito con bandera brasileña. Los Juegos Olímpicos, el Mundial de Fútbol, la Jornada Mundial de la Juventud... ¿Y su paisano Scherer como Papa? Ríe. «Hay que esperar. Que sea la voluntad de Dios, aunque es cierto que es lo único que nos falta en Brasil», dice el enviado de la potencia emergente a la que los comerciantes de la zona esperan como agua de mayo. Porque la de marzo cayó a lo largo de todo el día en Roma. Frenó para la fumata vespertina y para la salida de misa.
Tarde festiva
Si por la tarde el ambiente era festivo, de curiosidad, de calcular si el móvil era capaz de marcarse un «instagram» o ser el primero en Twitter el «No habemus Papam», por la mañana los rostros eran diferentes. Solemnidad y recogimiento. Términos compatibles en el argot vaticano. En una eucaristía en la que no se trataba de dar mensajes velados sobre el programa que deberá seguir el próximo Papa, sino de unirse en una voz precisamente para el que ha de venir. «Hemos llorado», explica emocionada Eva, que programó una escapada de cumpleaños con su esposo, Jesús, para hacer coincidir precisamente con este episodio de la milenaria historia de la Iglesia. «Aunque a alguien le pueda resultar complicado de entender, experimentas a la vez la grandiosidad por lo que implica una eucaristía de estas características, pero también llega a lo más íntimo», relata esta sevillana. «Se respira fe», asiente Jesús. Y no le vale la frase hecha. Lo traduce para aquellos que sólo ven lobbies de poder en el altar: «Es imposible no emocionarte cuando llega el momento de darte la paz con los que tienes alrededor. Nosotros teníamos a unas monjas americanas y a unos indios. Ahí es donde se ve la universalidad de la Iglesia, donde entramos todos».
Alegría de la fe
En un plano teológico lo valora Ion, religioso carmelita del País Vasco: «Lo ha recordado el cardenal Sodano en la homilía. No hay divisiones en la Iglesia, en eucaristías así experimentas la comunión. Es más, también diría que esa alegría de la fe en la que ha hecho tanto hincapié Benedicto XVI y que se ve reflejado en los cardenales, en esas ganas que han mostrado estos días durante las congregaciones de mejorar». Y mientras Ion saluda a los hermanos de Taizé, a lo lejos se escucha rezar el rosario a una joven. Uno se gira para verla, pero sólo se escucha el murmullo. Como la fumata, que no se ve, pero se siente. Es la fe.
✕
Accede a tu cuenta para comentar