Francisco, nuevo Papa
Respaldo abrumador a Bergoglio
Puede que fuese una demostración de sencillez, pero lo que es seguro es que fue un gesto, nada causal, de agradecimiento por el apoyo recibido. Los vaticanistas dan por hecho que Francisco logró al menos 95 votos por parte de los cardenales, una cifra significativa, ya que sólo se necesitaban dos tercios, por lo que aquellos que pronosticaban un cónclave dividido por distintas corrientes, lo que dificultaría la elección del Santo Padre, erraron en su pronóstico. El cardenal irlandés Sean Brady quizá fue uno de los más explícitos al reconocer que «me sorprendió que el consenso llegase tan pronto y con tanta fuerza». Seguramente ése también es el sentimiento de Jorge Mario Bergoglio, conmovido por ese consenso tan abrumador, tanto que quiso escenificarlo con una puesta en escena, íntima pero plena de significado: inmmediatamente después de que fuera elegido Papa se subió junto a los cardenales en el mini autobús que les llevaba a Santa Marta, como uno más, pero siendo consciente de que, por la trascendencia histórica, era el más singular de todos. Siguió optando por la sotana blanca sin esclavina y se le vio sonriente, reconociendo el apoyo masivo que le habían otorgado el resto de cardenales, que, como publicó ayer LA RAZÓN, empezaron a aplaudirle tras alcanzar el voto 77 y no cesaron hasta los 95 finales.
¿Es posible que sea uno de los primeros indicios de un papado que, por la propia personalidad de Bergoglio, tenga una impronta personal que invite a no predecir ningún guión preestablecido? Eso parece, al menos en estos primeros tres días en los que está dando muestra de un carácter sino imprevisible, si impredecible, al menos en los cánones vaticanistas. Mientras el Papa Francisco está adaptándose, con naturalidad, a su responsabilidad como máximo responsable de la Iglesia católica, en su país no olvidan que, como buen argentino, el fútbol forma parte de sus pasiones terrenales que concilian perfectamente con su labor pastoral. Es conocido que es un seguidor del San Lorenzo de Almagro y el orfebre y amigo personal de Bergoglio, Juan Carlos Pallarois, ya tenía preparado el diseño de un cáliz, cuyo proyecto dibujado entregará al Papa mañana junto a un lingote de plata para que lo bendiga. No será un cáliz cualquiera, ya que por deseo expreso de Pallarois llevará una referencia al club San Lorenzo. «Sé que Bergoglio es hincha del San Lorenzo, pero como en el cáliz no puedo poner el escudo del club, le pondré una pequeña ''parrilla de martirio''. Él sabrá de qué se trata». La parrilla es el símbolo del martirio de San Lorenzo. Pallarois explica que «habitualmente he tomado mate con él y hemos hablado de la vida en toda su plenitud pero también del fútbol. Recuerdo que siempre me decía: ''No me llames monseñor, dígame Jorge''». El cáliz llevará además la imagen de la virgen Desanautados, de la que el Papa es devoto; la Virgen de Luján, patrona de los argentinos; el emblema de los jesuitas y uvas y trigo, que remiten al vino y al pan, símbolos del misterio eucarístico.
Y mientras Pallarois ultima el boceto, en Polonia dan por hecho que será uno de los destinos a los que acudirá el Papa Francisco. Al menos, a medio plazo. Y es que, al parecer, Stanislaw Dziwisz, cardenal arzobispo de Cracovia y secretario personal de Juan Pablo II, habría invitado en su primer encuentro con Francisco a que éste presidiera las Jornadas Mundiales de la Juventud que se celebrarían en la tierra natal de Wojtyla entre 2015 y 2016. «¿Una JMJ en Polonia?», se preguntó extrañado ayer el padre Federico Lombardi, portavoz de la Santa Sede, cuando se lo planteó un periodista. «El anuncio del país que acoge una JMJ suele plantearlo el Papa en el clausura de la anterior, en este caso Río de Janeiro». En cualquier caso, en Roma ya se palpan los preparativos de la jornada brasileña. Y es que ayer, un grupo de jóvenes italianos portaron la llamada Cruz de los Jóvenes –que viajará a la capital carioca en julio– alrededor de la plaza de San Pedro. Precisamente las nuevas generaciones de América Latina la llevarán a su país a partir del Domingo de Ramos, cuando el Papa Francisco presida la ceremonia de relevo dentro de la eucaristía dominical.
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