Alimentación

Cómo leer una etiqueta "sin”

Irene Castillo Regidor, nutricionista y máster en Seguridad Alimentaria en la Unión Europea por la Universidad Complutense de Madrid, nos ayuda a entender el etiquetado de los productos “sin”

La UE obligará a detallar en las etiquetas de los alimentos los niveles de azúcar, sal y grasas
La UE obligará a detallar en las etiquetas de los alimentos los niveles de azúcar, sal y grasaslarazon

Seguramente como consumidor que eres te habrás fijado en la abundancia de los denominados “productos sin” en las secciones y lineales de los supermercados, ¿pero qué son realmente esos productos? Pongámonos en antecedentes: en la población existen grupos de personas con diferentes patologías asociadas a la alimentación, es decir, población intolerante y/o alérgica a determinados alimentos. Los alérgenos que existen son muchos pero de acuerdo al Reglamento 1169/2011, aquellos cuya presencia es obligatorio indicar mediante un sistema que permita identificarlos fácilmente, son solamente unos pocos.

Como he dicho anteriormente a pesar de que existen muchos posibles alérgenos, únicamente es obligatorio informar de los siguientes:

1. Cereales que contengan gluten: trigo, centeno, cebada, avena, espelta, kamut o sus variedades híbridas y productos derivados.

2. Crustáceos y productos a base de crustáceos.

3. Huevos y productos a base de huevo.

4. Pescado y productos a base de pescado.

5. Cacahuetes y productos a base de cacahuetes.

6. Soja y productos a base de soja.

7. Leche y sus derivados (incluida la lactosa).

8. Frutos de cáscara: almendras (Amygdalus communis L.), avellanas (Corylus avellana), nueces (Juglans regia), anacardos (Anacardium occidentale), pacanas [Carya illinoensis (Wangenh.) K. Koch], nueces de Brasil (Bertholletia excelsa), alfóncigos (Pistacia vera), nueces macadamia o nueces de Australia (Macadamia ternifolia) y productos derivados.

9. Apio y productos derivados.

10. Mostaza y productos derivados.

11. Granos de sésamo y productos a base de granos de sésamo.

12. Dióxido de azufre y sulfitos en concentraciones superiores a 10 mg/kg o 10 mg/litro en términos de SO2 total, para los productos listos para el consumo o reconstituidos conforme a las instrucciones del fabricante.

13. Altramuces y productos a base de altramuces.

14. Moluscos y productos a base de moluscos.

Es decir, todos aquellos alimentos envasados que incorporen como ingrediente o contengan cualquiera de estos alérgenos deben indicar su presencia en la lista de ingredientes, destacándolo mediante una tipografía que los diferencie del resto de ingredientes. Por lo tanto, se suele denominar coloquialmente “productos sin” a aquellos productos que se han elaborado sin aquel ingrediente que está presente de forma natural pero que puede producir alergia o intolerancia a personas que padecen una determinada patología.

Pongamos un ejemplo para que quede más claro: la leche de vaca contiene lactosa de forma natural, en el caso de las personas intolerantes a la lactosa no pueden consumir esa leche, por lo que buscarán aquellas que indiquen en la etiqueta “sin lactosa” ya que no les ocasionará ningún problema de salud. Debido al elevado número de personas que hay en nuestro país con intolerancias alimentarias, la industria ha visto la oportunidad de elaborar productos que faciliten la vida de estas personas, para que puedan seguir consumiendo determinados alimentos sin poner en peligro su salud, mediante la fabricación de productos sin dichos alérgenos.

Hasta este punto todo son pros respecto a este tipo de productos, ¿pero qué ocurre cuando se utilizan como una estrategia de marketing? Debido a la falta de información clara facilitada a la población general sobre este tipo de productos, se ha generado cierta confusión en torno al consumo de estos “productos sin”. El consumidor medio cuando va al supermercado y ve que hay una sección de productos a los que se les ha quitado un ingrediente puede pensar (y eso es lo que ha ocurrido): “¿si no lleva X será porque es mejor que no lo lleve?”. La respuesta: depende, si usted no padece ninguna patología que le impida consumir un determinado alimento que contenga un alérgeno X, el hecho de que tome “productos sin X” no le va a reportar ningún beneficio extra.

A raíz de esos “productos sin” han surgido otras estrategias para atraer a los consumidores hacia determinados productos en base a hechos y datos no contrastados. Pongamos un ejemplo: los productos sin aceite de palma El aceite de palma es un ingrediente utilizado en la industria alimentaria como fuente grasa, que además por sus características físico-químicas aporta al alimento una textura y untuosidad determinadas y favorece su conservación sin usar aditivos. Pero debido a la falta de información contrastada, la población asocia su consumo a un efecto perjudicial para la salud, lo que está muy alejado de la realidad, tal y como ha demostrado la evidencia científica. Sin embargo el consumidor medio al ver este tipo de productos que se anuncian como libres de aceite de palma piensa que es mejor que no lo lleve, es decir, la falta de información rigurosa sobre este ingrediente y las estrategias de marketing han conducido a un comportamiento de consumo negativo frente a él. Por lo tanto, podemos concluir que el hecho de que un producto se etiquete “sin X” no lo hace mejor, sino apto para determinadas personas que presentan una patología que les impide consumirlo, pero si no se padece tal patología no le va a aportar beneficio alguno. Además recalcar que las estrategias de marketing asociadas a eliminar ingredientes sin fundamento científico lo único que consiguen es generar confusión a la población, es decir, las etiquetas deben de facilitar la elección de compra al consumidor mediante información clara y rigurosa.