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Antivacunas: Cuando la “cura” es el aceite de coco

Mientras unos promueven alimentos milagrosos pese a no existir ninguno, otros sostienen que el virus no es lo que mata, sino el miedo, y que quieren que la sociedad se vacune para envenenarnos o controlarnos

Berlin protest against coronavirus restrictions
Aunque hoy todo el mundo espere una vacuna, este movimiento niega la existencia del virus y atribuye propiedades milagrosas a alimentosHermann BredehorstHermann Bredehorst

Pese a que hoy todo el mundo espera que los científicos logren cuanto antes una vacuna que permita interrumpir la transmisión del SARS-CoV-2, el murmullo del movimiento antivacunas no solo no cesa, sino que cada día hay nuevas teorías. «En absoluto han recapacitado. Dicen desde que el virus no existe, que es una estrategia de control del gobierno, hasta que lo hacen para que la gente se vacune e inocularles así veneno o herramientas de control mental», afirma Emilio Molina, vicepresidente de la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas.

«Las teorías de la conspiración político/farmacéutico/comercial están empezando en las redes y son parte del caldo de cultivo de las posiciones antivacunas. Los negocios de las medicinas alternativas nunca se detienen...», explica el doctor F. Xavier Bosch, del Instituto Catalán de Oncología, profesor encargado de la Cátedra de la Universidad Abierta de Cataluña (UOC) para la prevención del Cáncer Duran i Reynals.

Continúan muy activos y no solo en redes. Así, en el último boletín electrónico de la Liga para la Libertad de Vacunación, asociación de la que es presidente Xavier Uriarte, médico naturista, «las vacunas no solo son ineficaces para la prevención de las enfermedades, sino que, además, en muchos casos son peligrosas». Pero la cosa no acaba ahí. Dicha asociación está promoviendo «el aceite de coco y sus derivados como agentes antivirales eficaces contra el Covid-19». Para ello, se acogen a un supuesto estudio que dice que cuando estalló el SARS en China en 2003, en Filipinas pese a su cercanía, solo se informó de 14 casos y «una de las teorías presentadas en ese momento sobre por qué el pueblo filipino tenía tan pocos casos era el uso predominante de aceite de cocina en el país: el de coco».

Vendedores de crecepelo

Lo que no dicen es que no existe ningún alimento que sea curativo. «Siempre ha habido vendedores de crecepelo listos para enredar a los más débiles. El desastre ocurre cuando hay profesionales implicados en el engaño», hace hincapié Bosch. Los hay en diferentes ramas, ya sean médicos, periodistas o abogados. Así, mientras hospitales como el Gregorio Marañón participan en la caracterización genómica del virus, con el fin de saber los subtipos que circulan en nuestro país, en «Discovery Salud» aseguran en sus páginas que «seguimos sin encontrar prueba científica alguna de la existencia del famoso coronavirus chino», como publicó «El Confidencial». Hablamos con el abogado Luis de Miguel Ortega, que sale en dichas páginas y, tras asegurar que «no soy ni antivacunas ni provacunas» (denunció al Gobierno porque quiere que le den las pruebas de seguridad de las vacunas porque «quizá no hay tantos científicos que opinen como pensamos»), no duda en afirmar que «no sé si hay virus o no. Me da igual, lo que quiero saber es la causa. Que nos digan los informes científicos para tenernos recluidos en casa. La gente también muere de cáncer y de gripe. Los muertos no justifican el estado de alarma», sostiene. Él denunció en su día al Supremo cuestionando las medidas de confinamiento y podría haber más denuncias porque «tampoco me han dicho qué echan los camiones del Ejército cuando nos fumigan». También se ha estado difundiendo un vídeo en el que se afirma que tomar vitamina C hace frente al coronavirus. En el vídeo aparece el nombre de Isabel Bellostas, inhabilitada por el Colegio de Médicos de Madrid por propagar que las vacunas provocan autismo, como publicó «El país». En él, se llega a afirmar que con tomar esa vitamina los pacientes se curan en pocos días. Otra de las soluciones, esta vez promovidas por el divulgador de pseudoterapias Josep Pàmies, es el MMS, que, según «Redacción Médica», es un producto ilegalizado desde 2010.

Y una nueva teoría es que van a implantar chips en las próximas vacunas, culpar al 5G... Así, el ex tenista ruso Marat Safin aseguró en una entrevista a «Sports.ru» que la pandemia estaba «preparada por hombres poderosos para poder instalar microchips en los seres humanos a través de las vacunas». No es el único, en diferentes perfiles de Facebook, como el de Manuel López, se puede leer que «nadie ha muerto de ningún virus. Los virus son exo-genes que dan la señal de alarma entre las células cuando están siendo afectadas por factores externos como pueden ser las ondas electromagnéticas 5G, mala alimentación, miedo...».

En «Plural-21» recogen unas correcciones a una entrevista que le hicieron en otro portal a Lluís Botinas en las que aseguran que «el miedo paraliza, atonta... y mata», o que «no hay prueba científica publicada de que el supuesto coronavirus SAR-CoV-2 haya sido aislado, luego nadie debería decir que existe, menos que cause problemas de salud y que sea la causa de la muerte de quienes, lamentablemente, acaban falleciendo».

«Estos son clásicos negacionistas, empezaron llamándose “Asociación Cobra” en los 80, son negacionistas del sida, antivacunas y antitodo», precisa Molina. «Lanzar hipótesis es fácil por descabelladas que sean», sostiene Bosch. El problema es que el escepticismo vacunal ha ido creciendo. Así, en 2019 la OMS consideró que hacer frente a este movimiento era una de las diez prioridades sanitarias.Otros quieren hace caja. «Casi siempre éste es motivo central». Y mientras algunas conspiraciones resurguen, como lo de que Bill Gates ya tenía registrada la patente de la vacuna, ahora, lo último que afirman es que vendrá otra pandemia. Eso sí, no dicen cuándo, y, claro, en esto tienen razón, pero porque «cada 15 o 20 años nos enfrentamos a un virus más agresivo que los previos», explica Vicente Larraga, científico del Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas (CSIC).

Y mientras haya antivacunas «los virus siguen circulando y eventualmente encuentran a estos individuos y se producen casos esporádicos en poblaciones que creíamos controladas. Es el caso de difteria en Cataluña en 2015 o los brotes de sarampión en Italia y EE UU en los últimos tres años», recuerda Bosch. Y si bien el riesgo 0 no existe, también lo es que «las reacciones anafilácticas son excepcionales. Podrían causar alguna muerte atribuible a alguna vacunación, pero cerca de tres millones de vidas infantiles están protegidas cada año en el mundo como resultado de las vacunaciones rutinarias», recuerda Bosch.

«Las teorías de la conspiración son absurdas. Los análisis genéticos descartan que el virus sea sintético. Las farmacéuticas ganan suficiente dinero sin desatar una pandemia que empobrecerá al mundo. Los que se nieguen a vacunarse incrementará el riesgo, no solo el propio, sino también el de los demás. La enfermedad será más difícil de combatir y erradicar», destaca Larraga.