Residencias de ancianos

“La vacuna es la recompensa a un esfuerzo profesional titánico”

El pasado 27 de diciembre, España comenzó el proceso de administración de la vacuna frente al coronavirus. Los primeros en recibirla han sido los residentes y trabajadores de los centros de mayores, espacios de un riesgo altísimo por su vulnerabilidad. Anastasia (105 años), Natividad (101) y Ángela (101), usuarias de tres de las residencias cero COVID gestionadas por Clece, han recibido la vacuna “con el espíritu bien alto” y “sin miedo alguno”. Las tres centenarias han cumplido un papel ejemplar durante todos estos meses, reconocido aquí por las directoras de sus centros: “Nos han dado una lección a todos”

Una de las trabajadoras de la Residencia Nuestra Señora de la Magdalena gestionada por Clece, durante el proceso de vacunación contra la COVID-19
Una de las trabajadoras de la Residencia Nuestra Señora de la Magdalena gestionada por Clece, durante el proceso de vacunación contra la COVID-19CleceLa Razón

La irrupción de la crisis del coronavirus ha sacudido al mundo entero. Las residencias fueron, desde el primer momento, un lugar de elevadísimo riesgo y, por ello, empresas como Clece volcaron desde el primer día sus esfuerzos en contener la amenaza fuera de estos espacios.

Para conseguirlo, ha sido necesaria la colaboración, no solo de los profesionales que trabajan en estos centros, sino también la de los residentes y sus propios familiares que han demostrado un comportamiento ejemplar en todo momento.

Estos días, con la llegada de las primeras vacunas, estas personas viven de cerca algo que será recordado, sin ninguna duda, como un “momento histórico”. Hablamos con tres directoras de residencias de Clece de diferentes lugares de España que han conseguido llegar hasta hoy sin ningún caso, para que nos describan en 1ª persona cómo han vivido estos meses y cómo están afrontando sus residentes –algunos, centenarios- estos días de esperanza.

Residencias 0-COVID: la seguridad por encima de todo

Responsabilidad, higiene y precaución. Esas han sido las máximas que las autoridades sanitarias han recomendado desde el inicio de la pandemia y que se han llevado a rajatabla en las residencias de mayores de nuestro país. En el caso de Clece, la organización ha estado siempre del lado de sus centros, proveyéndolos en todo momento del material y los recursos necesarios, así como de equipo tecnológico y tablets para que los residentes estuviesen en todo momento comunicados con sus familias.

Pero ¿cuál es el método para que una residencia de mayores sea 0-COVID?

El protocolo ha sido el punto más fuerte” comenta María Blanco, directora de la residencia de Nuestra Señora de la Magdalena en Villaornate, León. “Desde Clece, se han creado unas guías de actuación para que pudiéramos consultar en función de las circunstancias que hemos vivido durante estos meses.” En estos protocolos, nos cuenta, se han establecido medidas de precaución y seguridad, sobre todo, cribados previos para detectar asintomáticos, uno de los principales desafíos de la enfermedad.

La limpieza ha sido fundamental a la hora de preservar la seguridad de las residencias. En este sentido, Gemma Pérez, de la residencia Las Anjanas en los Corrales de Buelna, Cantabria, cuenta: “Hemos reforzado algunas pequeñas cosas que, indudablemente, han tenido un gran resultado. Por ejemplo, hemos establecido la desinfección continua de los espacios, creando un puesto destinado a ello, en exclusiva, además del personal de limpieza con el que ya contábamos normalmente.”

La provisión de recursos ha sido esencial para prevenir y mantener la seguridad entre trabajadores y residentes: “(Clece) nos han ayudado mucho, facilitándonos en todo momento mascarillas, equipos, EPIs en caso de aislamientos… Todas las semanas nos realizamos un test de antígenos y, cada mes, una PCR, solo por prevención. Sin todo esto, no hubiéramos podido salir adelante” comparte Pérez sobre el día a día en el centro. En los otros dos centros con los que hemos hablado, aunque la frecuencia varía, también se hacen tests de antígenos y PCRs de forma regular.

Pero si algo ha sido realmente importante es el compromiso del personal que trabaja en las residencias durante las 24 horas del día, incluso más allá de su jornada laboral. Y es que no solo han hecho un esfuerzo profesional titánico, sino que también han llevado a cabo sacrificios personales, manteniendo, por ejemplo, la distancia con sus propias familias, durmiendo en habitaciones separadas, dejando de ver a amistades y seres queridos… para mantener a los residentes con los que trabajan a diario siempre a salvo del riesgo.

Recibiendo las primeras vacunas

Irene San Pablo es la directora de la residencia Virgen de la Peña en San Pedro Manrique, una pequeña localidad de 600 habitantes en la provincia de Soria que también ha resistido al virus. Esto ha sido posible con la colaboración y la responsabilidad de todos, incluidos, por supuesto, los mayores: “Sin restar valor a las compañeras y al equipo del centro, los residentes y sus comportamientos, el compañerismo, la comprensión y aceptación de la importancia de las medidas de seguridad… Han sido ellos los que nos han dado una lección a todos aquí, tanto al personal como a los habitantes del municipio.”

En Virgen de la Peña se encuentra Anastasia, que durante la pandemia cumplió 105 años. Ella fue de las primeras en recibir la vacuna el pasado 7 de enero: “Con lo que he pasado, esto no es nada” dijo mientras la pinchaban, refiriéndose al posible pequeño dolor en el brazo que suele asociarse a la inyección. Anastasia, según nos cuenta San Pablo, ha sido un pilar imprescindible para sus compañeros, ya que siempre les ha insistido, en estos tiempos tan difíciles que hemos pasado, en la importancia de cumplir las normas de seguridad: “Es una de las personas que más lecciones de vida nos ha dado a los trabajadores sanitarios, con su buen ánimo y disposición.” Dentro de unos días, tanto Anastasia como sus compañeros y trabajadores recibirán la segunda dosis.

Similar es el caso de Natividad, de 101 años, en la residencia de Las Anjanas en Cantabria. Ella, junto al resto de personas del centro, recibió la primera vacuna el pasado 12 de enero. Aunque es muy agradable y cariñosa, y siempre saca una sonrisa a los empleados y compañeros de la residencia, Natividad tiene un fuerte carácter que les mantiene a todos cumpliendo a rajatabla las recomendaciones: “Está muy concienciada con que cada uno se siente en su sitio, en su silla, respete su burbuja… Es toda una vigilante del COVID” nos cuenta la directora de su centro.

Con la misma edad (101 años), Ángela reside en el centro Nuestra Señora de la Magdalena en Villaornate, León. Pese a tener un largo bagaje en la vida, Ángela sigue siendo un ejemplo para todos los que la rodean, con un humor incansable. “Es muy tranquila y sosegada, pero a la vez siempre tiene ganas de hacer bromas y tomar el pelo, lo cual es admirable” comenta la directora de la residencia. “Es envidiable su actitud ante la vida, siempre fuerte, con el espíritu bien alto y sin miedo ninguno” añade. Ángela y sus compañeros recibieron la primera dosis de la vacuna el 30 de diciembre y el 22 de enero, la segunda. “La hemos recibido muy emocionados” comenta Blanco.

“Ha sido un hito”

La llegada de la vacuna del coronavirus se ha vivido con tanta o más emoción que el propio anuncio de la misma. En las residencias de mayores, además, la carga emotiva se ha multiplicado: “Hemos vuelto a respirar” comenta Blanco. En esta línea, Irene San Pablo hace la misma declaración: “Estamos respirando un poco más, sin tanto miedo en el cuerpo”. La vacuna, por tanto, está siendo una bolsa de aire para un sector que estaba mostrando ya algunos signos de fatiga, como es el de las residencias.

“Para nosotros, es la luz al final del túnel. Es la recompensa a todo este tiempo en el que no hemos bajado la guardia”, cuenta María Blanco. “Personalmente, nunca olvidaré que todos los auxiliares que estaban en cuadrante ese día se enfundaron su uniforme y echaron una mano con energía, conscientes de que ese estaba siendo un momento histórico”.

“En Las Anjanas, recibimos la primera dosis el 12 de enero y nos parece que hace ya…” recuerda Gemma Pérez, a lo que añade: “Los residentes fueron incluso los más valientes, porque tenían muchas ganas.” Ganas, por supuesto, de volver a la normalidad, a poder abrazar a sus seres queridos sin miedo, a “verles sin mascarilla”.

Sobre esto último, la actitud de las personas mayores ha sido esencial para encarar la pandemia de forma positiva. En este sentido, Irene San Pablo nos comparte lo siguiente: “Somos muy afortunadas en las residencias, porque, aunque los mayores llevan desde marzo sin salir, son ellos los que nos han dado ánimos, demostrando una paciencia y una entereza que nos ha permitido llevar a cabo nuestro trabajo de la mejor manera”. Hoy, con la vacuna, San Pablo lo tiene claro: “El esfuerzo de todas las personas trabajadoras de las residencias ha dado sus frutos”.