Dieta

Demuestran que la obesidad infantil comienza en el embarazo

Investigadores de Harvard confirman que una dieta insana en el embarazo daña el metabolismo del bebé y aumenta su índice de masa corporal hasta la adolescencia

Investigadores de Harvard confirman que una dieta insana en el embarazo daña el metabolismo del bebé y aumenta su índice de masa corporal hasta la adolescencia
Investigadores de Harvard confirman que una dieta insana en el embarazo daña el metabolismo del bebé y aumenta su índice de masa corporal hasta la adolescenciaDreamstimeDreamstime

Aunque la Covid-19 copa todas las miradas, la epidemia del siglo XXI es la obesidad, una enfermedad a la que no escapan los menores, ya que se estima que cuatro de cada diez niños españoles de entre seis y nueve años presenta exceso de peso, según datos de la Sociedad Española de Obesidad (Seedo). La inadecuada forma de alimentarse y el sedentarismo son los dos ingredientes clave de este desalentador cóctel, pero no son los únicos, ya que la dieta de la madre durante el embarazojuega un papel decisivo, según ha demostrado un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad de Harvard y publicado en la revista científica «The American Journal of Clinical Nutrition».

En concreto, los problemas de obesidad infantil pueden originarse durante el embarazo «porque las vías que programan el metabolismo, el crecimiento y los comportamientos alimentarios de un niño son sensibles a las influencias intrauterinas», advierte Carmen Monthé-Drèze, doctora por la Universidad de Harvard y autora principal del estudio, quien hace hincapié en que «lo que se come durante la gestación tiene un impacto a largo plazo en el peso de los niños. Hasta la fecha, los trabajos que relacionan la nutrición materna durante el embarazo con el crecimiento de la descendencia se han centrado en el periodo del recién nacido y la primera infancia, pero ahora por primera vez hemos visto que también tiene un impacto hasta la adolescencia».

Y eso pasa, según los investigadores, por no priorizar el patrón de dieta mediterránea, ya que «el estudio demuestra que este tipo de alimentación durante el embarazo se asociaba con índices de masa corporal (IMC) más altos hasta la adolescencia», detalla la autora. De hecho, han demostrado que, por ejemplo, las madres que comen muchos alimentos procesados repletos de azúcar y sal durante la gestación se vinculan a tasas de crecimiento del IMC más rápidas en los niños de entre tres y diez años de edad.

¿Y cómo se pone eso en práctica? Pues, tal y como recomienda Laura Berninches, vocal de Comunicación del Colegio Oficial de Dietistas-Nutricionistas de Madrid (Codinma), «un patrón de dieta mediterránea asegurará el aporte de nutrientes necesarios y se caracteriza por ser rica en verduras, frutas, legumbres, frutos secos, pescado con bajo contenido de mercurio y aceites de buena calidad como el aceite de oliva virgen extra». Pero, según recomienda la experta, aunque «es importante que la mujer conozca los cuidados que debe llevar a cabo, debe hacerlo sin excesiva preocupación que la lleve a situaciones de ansiedad que terminen convirtiéndola en una personas estresada e insegura».

Suplementar la lactancia con betaína

Más allá de una buena alimentación durante el embarazo, un nuevo estudio científico impulsado por investigadores españoles del Ciber de Obesidad y Nutrición junto con el Instituto de Investigación San Juan de Dios y el Hospital San Juan de Dios Barcelona, publicado esta semana en la prestigiosa revista «Science Translational Medicine», confirma que suplementar la dieta materna con betaína (un nutriente que se encuentra en diferentes alimentos como los cereales integrales, las espinacas, la remolacha o la quinoa y que además está presente de forma natural en la leche materna) durante la lactancia podría disminuir el riesgo de obesidad infantil.

«El periodo de lactancia materna es una ventana de oportunidad para intervenciones nutricionales con el objetivo de reducir el riesgo de obesidad infantil», explica Carles Lerín, coordinador del estudio y líder del grupo Enfermedades metabólicas de origen pediátrico. A través de modelos animales, el grupo de trabajo observó que la suplementación de la dieta materna con betaína sólo durante la lactancia aumentaba el contenido de este nutriente en la leche y moderaba el crecimiento de las crías con efectos a largo plazo, ya que estas presentaban una reducción de su adiposidad y marcadores de inflamación, así como una mejora en el metabolismo de la glucosa en la edad adulta.