Medio ambiente

Contaminación

Las partículas 2,5 causaron 1,8 millones de muertes prematuras en las ciudades en 2019 a nivel mundial

En los enclaves en los que mejoró la calidad del aire el número de decesos no disminuyó al mismo ritmo

Un motorista en Nueva Delhi (India)
Un motorista en Nueva Delhi (India)larazonfreemarker.core.DefaultToExpression$EmptyStringAndSequenceAndHash@69f48aa5

“La contaminación del aire mata a 7 millones de personas cada año. En todo el mundo, 9 de cada 10 personas respiran aire contaminado debido a las emisiones del tráfico, la industria, la agricultura y la incineración de residuos”, dijo ya en 2018 el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Ahora un estudio publicado hoy en “The Lancet Planetary Health” concluye que el 86% de las personas que viven en ciudades de todo el mundo están expuestas a niveles medios anuales de partículas finas (PM2,5)que superan las recomendaciones de la OMS de 2005 (dicho organismo endureció el pasado septiembre los niveles recomendados de PM2.5 de 10 a 5 microgramos por metro cúbico en la concentración media anual y las de dióxido de nitrógeno de 40 a 10 al año, frente a los límites europeos que son más laxos 25 microgramos en partículas finas y 40 en NO2).

Es decir, 2.500 millones de personas estuvieron expuestas a partículas nocivas para la salud pese a que se sabe que la inhalación aumenta el riesgo de muerte prematura por afecciones como enfermedades cardiovasculares, enfermedades respiratorias, cáncer de pulmón e infecciones de las vías respiratorias inferiores, lo que provocó un exceso de 1,8 millones de muertes en las ciudades del mundo en 2019.

Los autores recuerdan que, a pesar de que más de la mitad (55%) de la población mundial vive en ciudades, hasta la fecha ha habido poca investigación sobre cómo se comparan las cargas de enfermedades causadas por las PM2,5 en las áreas urbanas a nivel mundial, y la mayoría de las evaluaciones las analizan solo en megaciudades.

Este nuevo estudio examina las concentraciones de estas partículas y las tendencias de mortalidad asociadas en más de 13.000 ciudades a nivel mundial entre el año 2000 y 2019. Pues bien, la concentración media ponderada en todas las áreas urbanas a nivel mundial fue de 35 microgramos por metro cúbico en 2019, sin cambios desde el año 2000. Esto equivale a siete veces la directriz de la OMS de 2021 para el promedio anual de PM2,5 (cinco microgramos por metro cúbico). Los autores estiman que 61 de cada 100.000 muertes en áreas urbanas fueron atribuibles a PM2.5 en 2019.

Aunque las concentraciones medias urbanas globales de PM2,5 fueron constantes durante este período, hubo grandes variaciones por región. Las áreas urbanas del sudeste asiático (incluida la India) registraron los mayores aumentos regionales, con un aumento del 27% en la concentración media de PM2,5 entre los años 2000 y 2019. Las ciudades del sudeste asiático también experimentaron el mayor aumento en las tasas de mortalidad atribuible a las PM2,5 durante este período: un 33% al pasar de 63 a 84 muertes por cada 100.000 personas.

¿Qué pasó en los sitios en los que mejoró la calidad del aire?

La investigación encontró que la disminución de las concentraciones de partículas nocivas en áreas urbanas durante las dos décadas (por ejemplo, ciudades africanas, europeas y de América del Norte y del Sur experimentaron disminuciones del 18%, 21% y 29% en las concentraciones de PM2,5) no correspondía al mismo nivel de disminución en las tasas de mortalidad atribuibles a estas partículas por sí mismas. Esto demuestra, según los autores, que otros factores demográficos, por ejemplo, el envejecimiento de la población y la mala salud general, son factores influyentes de la carga de mortalidad relacionada con la contaminación.

“La mayoría de la población urbana del mundo todavía vive en áreas con niveles insalubres de PM2,5″, afirma en el comunicado Veronica Southerland, de la Universidad George Washington y autora principal del estudio.

“Evitar la gran carga de salud pública causada por la contaminación del aire requerirá estrategias que no solo reduzcan las emisiones, sino que también mejoren la salud pública en general para reducir la vulnerabilidad”, concluye.