Cirugía

La radiofrecuencia en hemorroides reduce el dolor postoperatorio

Permite tratar las de grado II y III sin necesidad de resección quirúrgica ni ligadura, lo que reduce las complicaciones posteriores

Hemorroides
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El tratamiento quirúrgico de la patología hemorroidal es un procedimiento que, en general, tanto en la conciencia como en la experiencia de los pacientes, es doloroso y tiene un postoperatorio prolongado y problemático.

Sin embargo, un nuevo y novedoso abordaje consigue reducir las molestias tras la cirugía. Se trata de la radiofrecuencia, un tipo de energía endoluminal que permite realizar su ablación. La principal ventaja que este tratamiento ofrece a los pacientes es que, al ser un procedimiento mínimamente invasivo, se realiza con anestesia local y una ligera sedación, por lo que se puede realizar en régimen ambulatorio, permitiendo una reincorporación sociolaboral de manera casi inmediata. Además, como decíamos, esta técnica proporciona una reducción del dolor postoperatorio, siendo este poco o prácticamente nulo con respecto a la cirugía convencional.

Así lo confirma Silvia Conde Someso, jefa de Servicio de Cirugía General y del Aparato Digestivo del Hospital Quirónsalud Valle del Henares y cirujana general en el Hospital Universitario Quirónsalud Madrid: «En nuestro servicio hemos incorporado un nuevo tratamiento con radiofrecuencia para la patología hemorroidal que elimina prácticamente el dolor postoperatorio, sobre todo en comparación con la hemorroidectomía convencional», asegura.

Pero, ¿cómo lo hace? «Cada vez se está tratando de buscar terapias mínimamente invasivas como es el caso de la radiofrecuencia. Es una técnica no exerética, al no realizar una escisión de las hemorroides disminuye claramente el dolor postoperatorio. Esta es una de las ventajas fundamentales, además de reducir las posibles complicaciones que pueden existir en las técnicas exeréticas», explica Conde Someso.

¿En qué casos está indicada?

La radiofrecuencia permite el tratamiento de las hemorroides, principalmente grado II/III sin necesidad de resección quirúrgica ni ligadura de las mismas. Este tipo de hemorroides «se prolapsan durante la defecación, pero vuelven dentro del ano espontáneamente, o se prolapsan y no vuelven, salvo que se las reintroduzca manualmente el paciente, aunque actualmente ya se está extendiendo su uso a las de grado IV (en las que el prolapso es permanente)», explica la experta.

Por eso, continúa, lo importante es individualizar cada caso «en función de la clínica del paciente y el tipo de hemorroides, pues no son técnicas que puedan sustituir a las convencionales siempre, va a depender de diferentes factores y para esto es importante hacer una correcta historia clínica del paciente y una exploración física que nos permita indicar de manera adecuada un tipo de tratamiento u otro».

Pese a la notable mejora que supone la aplicación de radiofrecuencia en estos casos, existen también algunas circunstancias en la que su empleo no estaría recomendado. «Es importante individualizar cada caso para indicar la terapia más adecuada. En el caso de la radiofrecuencia estaría contraindicada en patología cardiovascular severa o en portadores de marcapasos, embarazadas, menores de edad, infección activa o cirugías previas con suturas metálicas», cuenta Conde Someso.

Por todas estas ventajas que aporta, el uso de este tratamiento se está extendiendo frente a este tipo de patología. «Hay una sensación que transmiten los pacientes de que la hemorroidectomía convencional es un procedimiento con un postoperatorio invalidante y muy doloroso. La técnica con radiofrecuencia, al no extirpar las hemorroides y no dejar cicatrices en el canal anal permite una reincorporación sociolaboral precoz sin apenas dolor postoperatorio. Por esta razón se está imponiendo esta técnica en los casos en los que está correctamente indicada» concluye la especialista.

Un problema muy extendido

Se calcula que las hemorroides afectan hasta al 50% de la población adulta, y entre el 5-10% de quienes las sufren requerirá algún tipo de intervención. La patología hemorroidal tiene un gran impacto en la vida diaria del paciente, produciendo molestias continuas, prurito, sangrados frecuentes y en ocasiones intenso dolor, pero el miedo a la cirugía convencional lleva a muchos pacientes a dilatar en el tiempo la consulta con un cirujano para ser tratados correctamente. Por otra parte, el estreñimiento o las alteraciones del hábito intestinal pueden intensificar los síntomas y confundir a los pacientes entre las diferentes patologías anales (hemorroides, fisuras, fístulas), lo que sumado al rechazo a la cirugía, puede provocar retrasos en el diagnóstico.