Philippe J. Sansonetti
«Las epidemias son el precio que pagamos por nuestra irresponsabilidad»
El científico francés, pionero de la microbiología celular, ha recibido esta semana el premio «Abarca Prize»
Pronunciar el nombre de Philippe J. Sansonetti es sinónimo de decir «maestro de la Microbiología». Profesor y director de la Unidad de Patogénesis Molecular Microbiana del prestigioso Instituto Pasteur, Sansonetti puede presumir de tener una brillante trayectoria profesional de más de cuatro décadas, aunque en las distancias cortas fascinan tanto su carácter afable como su humildad. A su extenso currículo añade, desde esta semana, el reconocimiento de la segunda edición de «Abarca Prize», el Premio Internacional de Ciencias Médicas Doctor Juan Abarca.
Lo primero es darle la enhorabuena por este galardón. ¿Qué supone para usted?
Resulta muy emocionante a nivel personal, mientras que en lo profesional implica la confirmación de que estamos encaminados hacia algo que es importante y con trascendencia. Me alegra pensar que se reconoce el valor de la Ciencia, porque esto puede animar a los más jóvenes a iniciar este camino.
Una de sus grandes hazañas fue analizar las bases moleculares por las que los patógenos infectan a las células y de ahí nació su investigación sobre la patogénesis de la bacteria Shigella. ¿Cómo cambió su trabajo la vida en países en vías de desarrollo?
Conocer el mecanismo de la enfermedad es un paso muy importante, porque así será más fácil aplicar la prevención a través de medidas de higiene. Quizá esto pueda repercutir en las políticas públicas, pero lo que más interesa son los tratamientos, potencialmente una vacuna contra la shigelosis. Es lo que realmente cambiaría todo. El Instituto Pasteur tiene el apoyo de algunas fundaciones que ayudan en este proyecto y esperamos que pueda ser una realidad en dos o tres años.
Con la pandemia hemos visto que se pueden lograr hitos como desarrollar una vacuna en nueve meses. ¿Es inviable repetir algo así?
Odio decir esto, pero lo que nos falta es una seguridad de financiación, es decir, que cada uno de los pasos dentro de todo el proyecto de desarrollo de una vacuna tenga garantías. Existe una brecha entre las primeras fases de desarrollo y muchos trabajos se detienen, por muy buenos que sean, por falta de inversión económica porque no reciben la financiación necesaria. Si además añadimos que se trata de una enfermedad que no afecta a toda la población, sino a países desfavorecidos, pues ya tenemos el cóctel explosivo. Que no se desarrollen más vacunas no es culpa de la Ciencia, porque la capacidad científica está demostrada. Creo que donde está el problema es en la financiación.
¿En occidente nos sigue faltando responsabilidad con los países más desfavorecidos?
Sí. Lo más inteligente sería ayudarles a que desarrollen su propia capacidad para diseñar vacunas en vez de hacerlas desde aquí. Esto ya se ha logrado en Asia o en India y ahora sería el turno de África.
Aunque es una bacteria habitual en países con pocos recursos, no somos ajenos a la Shigella...
Por supuesto, no somos inmunes en absoluto. El único motivo por el que no tenemos shigelosis en Europa es por nuestras medidas de higiene, pero si un día nos topamos con esa bacteria, vamos a enfermar seguro.
En esa lucha contra las bacterias estamos cruzando una línea roja muy peligrosa con la resistencia a los antibióticos. ¿Hemos creado un monstruo?
Sí. La verdad es que la resistencia a los antibióticos es un problema emergente porque se están utilizando de forma innecesaria e indiscriminada en muchos lugares del mundo: en la cría de animales, en agricultura, en la industria pesquera... Todo ello hace que los microbios sean resistentes. Cada vez estamos más próximos a vivir en un mundo en el que los antibióticos no funcionen. Es una realidad inminente y un peligro real.
Tras pasar una pandemia mundial, todos los científicos coinciden en que estas crisis sanitarias serán cada vez más comunes. ¿Qué riesgos nos acechan?
Por desgracia, no nos hace falta una bola de cristal, porque ya es obvio que este tipo de pandemias y problemas de salud global van a ser cada vez más comunes. Ante ellas, las personas más débiles, como mayores, con patologías de base, con obesidad, etc. hemos visto que son los más vulnerables y lo que hay que hacer es adaptar el sistema sanitario a esa población para protegerla. Hemos heredado sistemas de salud muy buenos, pero que claramente colapsarán con esa población envejecida y más frágil.
¿Y en forma de qué llegará la próxima pandemia?
La resistencia a los antibióticos, por un lado, y las enfermedades emergentes, por otro, son el mayor problema al que nos enfrentamos, aunque coincido con la Organización Mundial de la Salud en que a los mayores riesgos a los que estamos expuestos son las enfermedades infecciosas. Y su auge no es más que el precio que estamos pagando por la irresponsabilidad de todos nuestros actos como humanos. No quiero que nadie se sienta culpable, pero si nosotros hemos creado el problema, la solución también está en nuestras manos.
¿Y estamos mejor preparados para enfrentarnos a ello después de las lecciones aprendidas con la Covid-19?
Yo quiero ser optimista y por eso la respuesta corta sería que sí. Creo que todos los países han sido conscientes del verdadero riesgo que existe. La Ciencia está haciendo bien su trabajo, poniendo soluciones eficaces sobre la mesa, pero ahora falta que la otra parte, que son los gobiernos y las administraciones, cumplan con su labor.
¿Cuál es el mayor error que se cometió en 2020?
Fuimos demasiado lentos en darnos cuenta de que la vía de transmisión del SARS-CoV-2 era la aérea. Si hubiésemos sido más ágiles en poner medidas para su contención se habrían evitado millones de muertes. Creo que las autoridades y los gobiernos en Europa lo hicieron fatal.
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