Mesa redonda

Los diagnósticos ocultos lastran la eliminación del VIH

Los expertos coinciden en la importancia de mejorar su detección precoz y el acceso al sistema sanitario de las poblaciones más vulnerables para acabar con el virus

Cuando se cumplen 40 años de los primeros casos diagnosticados de sida en España, y aunque se ha adelantado mucho desde entonces convirtiendo lo que en un principio era prácticamente una sentencia de muerte en una enfermedad crónica, aún quedan retos por delante que alcanzar, especialmente en el área del diagnóstico precoz.

Para celebrar el Día Mundial de la Lucha contra el Sida, que tuvo lugar el jueves 1 de diciembre, A TU SALUD reunió a cinco grandes expertos en el área para hablar sobre la situación actual del VIH en España. En dicha mesa redonda, que fue organizada en colaboración con Gilead, participaron María Jesús Pérez Elías, jefa de sección de la Unidad de VIH del Hospital Ramón y Cajal de Madrid y miembro de Grupo de Estudio del Sida de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Gesida); José Antonio Pérez Molina, presidente de la Sociedad Española Interdisciplinaria del Sida (Seisida); Reyes Velayos, presidenta de la Coordinadora estatal de VIH y sida (Cesida); Juan González del Castillo, coordinador del Grupo de Infecciones en Urgencias de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (Infurg-Semes); e Inés Suárez, especialista en Medicina Interna del Grupo de Enfermedades Infecciosas del Hospital Infanta Sofía, de Madrid, y miembro de la Seimc.

Teniendo en cuenta los objetivos establecidos por Onusida –según los cuales el compromiso es que para 2030 el 95% de personas con VIH esté diagnosticado, el 95% cuente con tratamiento, y el 95% sea indetectable y, por lo tanto, intransmisible– la realidad en nuestro país es que en alguno de estos tres pilares queda trabajo por hacer.

«En España estamos bien: el 87% de las personas están diagnosticadas (nos falta un poquito, siete puntos para llegar al 95%), el 97%, en cuanto a recibir tratamiento antirretroviral (o sea, estamos por encima de objetivos), y el 90% aproximadamente está con carga viral suprimida. Según esa lectura estamos estupendos, –cuenta María Jesús Pérez Elías– pero creo que hay otra, y es que, si ahora mismo los diagnosticados en España son 150.000 personas, 39.000 no están cumpliendo los objetivos, y a mí eso me parece muy importante porque cada una de esas personas no está recibiendo el tratamiento adecuado, y al final no está indetectable porque no se le ha diagnosticado, porque no se le está tratando o porque hace mal el tratamiento. Entonces, en el mejor de los casos, cuando cumpliéramos el 95% estaríamos en 20.000 personas. Es verdad que hay que establecer unos objetivos porque el mundo es muy grande, pero en España, con los medios que hay, tenemos que aspirar a cero infecciones y a 100% de los pacientes con carga viral indetectable».

«El problema en nuestro país está en quienes ahora mismo no sabemos que están infectados, esa fracción no diagnosticada», coincide José Antonio Pérez Molina quien, a la pregunta de por qué no lo están alega distintos motivos: «Primero, una falta de sensibilización general en la población con respecto a la infección por VIH. De hecho, en algunas experiencias que se han hecho para determinar el grado de conocimiento de esta infección en gente joven, el desconocimiento es muy grande. Por otro lado, hay población vulnerable que no tienen el mismo acceso al sistema sanitario que la general y que, incluso aunque quisiera acceder, no puede. Estos son los principales motivos para que el primer 95 no se lleve a cabo: la vulnerabilidad y dificultad de acceso y una falta de sensibilización, en general, en políticos, e incluso en los propios médicos que no se dedican a infecciones o el VIH», continúa.

Además, casi el 50% de los nuevos diagnósticos son tardíos. A este respecto, Juan González del Castillo señala que «en lo que a nosotros nos toca, lo que sí hemos observado es que hay muchos pacientes que pasan por nuestras manos sin que sean diagnosticados, sin que nadie les pida un test. Los servicios de Urgencias son un sitio y la alta demanda, donde vemos todo tipo de patología pero en el algoritmo diagnóstico del médico pocas veces está el pensar en el VIH si ese diagnóstico no está dentro del diferencial. Es decir, si un paciente tiene un proceso que le hace sospechar una infección oportunista, por supuesto va a solicitar una serología, pero si viene por cualquier otra causa, aunque tengan prácticas de riesgo o enfermedades relacionadas con una alta prevalencia de infección por VIH, muchas veces no va a pensar en ello. De hecho, los datos demuestran que a los pacientes que se identifican, en los cinco años previos tienen una mediana de visitas a Urgencias de al menos dos. Es decir, han pasado por nuestras manos y nadie les ha pedido el test de VIH. Sabemos también que una de cada tres oportunidades perdidas (cuando el paciente tiene contacto con el sistema sanitario y nadie le pide una serología) se da en Urgencias».

Falta de continuidad

Como apuntábamos, estos retrasos tardíos afectan a unos colectivos por encima de otros. ¿Por qué se da esta situación o cómo se puede evitar? Como explica Reyes Velayos, «es difícil llegar a la Sanidad pública para una persona en situación administrativa irregular o incierta, o simplemente por problemas de idioma. A parte de eso, tenemos el problema del estigma, que muchas veces es lo que frena a muchísimas personas, vulnerables o no (por ejemplo, heterosexuales que no se consideran en riesgo de contraer esta infección), a acudir al médico o a una entidad a hacerse la prueba. Y en ocasiones, en atención primaria, aunque cada vez menos, en ocasiones nos seguimos encontrando situaciones en las que los médicos no quieren derivar a una persona a hacerse la prueba, precisamente porque no son de un colectivo considerado más cercano a la infección. Mujeres heterosexuales, jóvenes y saludables la respuesta que les dan muchas veces (y luego nos lo cuentan a nosotros cuando les haces la prueba), es que no se la mandan porque ‘’se las ve muy sanas’'. Por eso es tan importante la educación, no solo a los jóvenes o la población general, sino también para todos los profesionales sanitarios».

Otro problema detectado es que, aunque en los últimos años ha habido un aumento de las iniciativas para fomentar la detección precoz y la derivación de personas recién diagnosticadas su aplicación no se generaliza pese al éxito de muchas de ellas. «Hay iniciativas con resultados positivos pero en el marco de proyectos de investigación. El problema es que cuando se acaba el proyecto, termina la iniciativa, cuando ésta debería asumirla el sistema sanitario», lamenta Inés Suárez. Es el caso de la campaña «Deja tu huella», desarrollado en las urgencias de 34 hospitales con el objetivo de mejorar la detección del VIH en estos servicios, y cuyos logros son más que notables: han reducido en 23 días, de media, el tiempo que transcurre desde que un caso es detectado hasta que el paciente es atendido en la consulta de Enfermedades Infecciosas (de 30 en 2019 a solo siete en 2022). Solo este año va a lograr 600 nuevos diagnósticos.