Bienestar
Haz estos hábitos si quieres vivir una vida feliz y plena a partir de los 75 años
Llegar a la tercera edad no tiene por qué ser sinónimo de malestar, declive o melancolía
Vivir con plenitud y bienestar más allá de los 75 años no es una cuestión del azar ni del destino, sino el resultado directo de los hábitos cultivados a lo largo de la vida. A menudo se asocia el envejecimiento con pérdida, limitación o decadencia, pero cada vez más estudios y expertos en salud física y emocional coinciden: envejecer también puede ser sinónimo de libertad, sabiduría y felicidad, si se adoptan las prácticas adecuadas.
No te aísles: la conexión social alarga la vida
Uno de los aspectos más determinantes para una vejez satisfactoria es la gestión de la vida emocional. En declaraciones a The Harvard Gazette, el psiquiatra Robert Waldinger, director del estudio de Harvard sobre el desarrollo adulto, la investigación longitudinal más extensa sobre felicidad jamás realizada, sostiene que las relaciones personales y el bienestar emocional son los mejores predictores de una vida longeva y plena. “Las buenas relaciones nos mantienen más felices y saludables. Punto”, resume.
En ese sentido, cultivar conexiones sociales profundas y auténticas es esencial. No se trata de tener una agenda social abarrotada, sino de contar con vínculos de calidad. La soledad crónica en la vejez no sólo eleva el riesgo de depresión y ansiedad, sino que también se ha relacionado con enfermedades como el alzhéimer o afecciones cardiovasculares. Buscar espacios para compartir, ya sea con familiares, amigos o en actividades comunitarias, es un potente escudo contra el deterioro anímico y físico.
Otro hábito clave es vivir con propósito, incluso cuando las obligaciones laborales o familiares desaparecen. Un estudio publicado en JAMA Network Open halló que los adultos mayores con un fuerte sentido de propósito vital mostraban menor riesgo de muerte prematura. Este propósito puede hallarse en pasatiempos, voluntariado, espiritualidad o el simple hecho de cuidar de los demás.
Desde una perspectiva mental, aprender a gestionar el diálogo interno también marca la diferencia. Muchas personas arrastran durante décadas una autocrítica feroz que debilita la autoestima y mina la motivación. Aceptarse, hablarse con compasión y permitir el error como parte del crecimiento es clave para conservar la salud psicológica.
De igual modo, liberarse de la necesidad de buscar aprobación externa es un paso liberador. Vivir para complacer, cumplir expectativas ajenas o temer al juicio social puede generar una sensación de vacío. La tercera edad ofrece, precisamente, una oportunidad única para reconectar con lo esencial y priorizar el bienestar propio por encima de las presiones externas.
Muévete a diario: tu cuerpo lo agradecerá
La salud física no queda al margen. El ejercicio moderado y constante, como caminar, nadar o practicar yoga, ayuda a mejorar la movilidad, la salud cardiovascular, la memoria y el estado de ánimo. No es necesario un entrenamiento de alto impacto: lo importante es moverse, mantenerse activo y disfrutar del cuerpo en movimiento.
Por último, es fundamental vivir en el presente. Quedarse atrapado en el pasado, en lo que no fue o en los errores cometidos, sólo genera rencor y tristeza. Aceptar lo vivido como parte del camino y centrarse en el “aquí y ahora” permite abrazar una vida más ligera, consciente y gratificante.
En definitiva, la vejez no tiene por qué ser sinónimo de declive. Adoptar hábitos positivos, como cultivar relaciones sanas, mantenerse activo, desarrollar un propósito, practicar la autocompasión y soltar el pasado, puede transformar radicalmente la experiencia de envejecer. Y, aunque nunca es tarde para empezar, cuanto antes se siembre, más se disfrutará la cosecha.