Bienestar en verano

La planta que usaban los romanos para reducir la temperatura corporal y mejorar la digestión en verano

La achicoria, olvidada por muchos y redescubierta por la ciencia, fue una aliada clave del Imperio romano para sobrellevar el calor y facilitar la digestión durante los meses más intensos del año

La planta que usaban los romanos para reducir la temperatura corporal y mejorar la digestión en verano
La achicoria, la planta que usaban los romanos para reducir la temperatura corporal y mejorar la digestión en veranoNikolay_Donetsk (iStock)

En pleno verano, buscar alivio en la naturaleza se ha convertido en una práctica casi instintiva para refugiarse del calor. Mucho antes de la invención del aire acondicionado o las bebidas isotónicas, los romanos ya tenían sus propios métodos para combatir el calor extremo. Uno de sus aliados favoritos era una planta que crecía silvestre a orillas de los caminos y campos.

Perteneciente a la familia de las asteráceas, la achicoria (Cichorium intybus, su nombre científico) es una planta de flores azules y sabor amargo que ha sido utilizada durante siglos no sólo como alimento, sino también con fines medicinales. Hoy, la ciencia ha confirmado muchas de las propiedades que los romanos ya intuían, especialmente en lo que respecta al control de la temperatura corporal y la mejora de la digestión.

La planta que ayudaba a regular la temperatura corporal

En época romana, la achicoria era cultivada y consumida con frecuencia, sobre todo en forma de hojas frescas o cocidas. Su uso no era casual. Durante los tórridos veranos en Hispania, la Galia o el norte de África, esta planta ayudaba a equilibrar el calor interno del cuerpo. Su capacidad para refrescar el organismo se debe, en parte, a su alto contenido en agua y minerales como el potasio y el magnesio, esenciales para mantener el equilibrio electrolítico en condiciones de calor extremo.

Además, su consumo favorecía la diuresis natural, lo que ayudaba a evitar la retención de líquidos y eliminar toxinas a través de la orina, otra estrategia útil para regular la temperatura corporal de forma fisiológica.

Uno de los grandes valores que los romanos atribuían a la achicoria era su poder digestivo. No en vano, Plinio el Viejo ya mencionaba sus virtudes en su obra Naturalis Historia, destacando su utilidad para tratar problemas estomacales y del hígado.

La clave de esta acción está en la inulina, un tipo de fibra soluble que funciona como prebiótico. Esta sustancia estimula el crecimiento de bacterias beneficiosas en el intestino, como los lactobacilos y las bifidobacterias, lo que mejora la digestión, regula el tránsito intestinal y favorece la absorción de nutrientes.

Asimismo, la inulina contribuye a reducir los niveles de glucosa en sangre, lo que hace de la achicoria una opción interesante para personas con diabetes tipo 2 o resistencia a la insulina. Aunque, como siempre, se recomienda consultar con un profesional sanitario antes de introducir cualquier planta medicinal en la dieta habitual.

Cómo consumir achicoria hoy

Existen dos variedades principales de achicoria que se comercializan actualmente: la de hoja y la de raíz. La achicoria de hoja se asemeja a la escarola y puede comerse cruda en ensaladas o cocida como verdura, aportando un sabor ligeramente amargo que resulta muy refrescante en verano. Por su parte, la raíz de achicoria suele tostarse y utilizarse como sustituto del café, ya que carece de cafeína pero conserva un sabor similar, ideal para personas que desean evitar estimulantes.

Además de infusiones y ensaladas, la achicoria se ha empezado a incorporar en zumos, caldos vegetales y hasta productos de cosmética natural, gracias a su potencial antioxidante y antiinflamatorio.

En tiempos de calor intenso, esta planta milenaria puede convertirse en una aliada natural y efectiva para mejorar el bienestar físico. No sólo ayuda a refrescar el cuerpo de manera interna, sino que facilita las digestiones, cuida el intestino y mejora el equilibrio metabólico general.

Lo que en su día fue remedio cotidiano en la Roma clásica hoy vuelve a los herbolarios y supermercados bajo una nueva luz: como alternativa saludable y sostenible frente a soluciones artificiales. Quizá los romanos no conocían los mecanismos bioquímicos de la inulina o los electrolitos, pero intuían algo que seguimos redescubriendo cada verano: que la naturaleza tiene su propio sistema de termorregulación... y la achicoria es una de sus piezas maestras.