
Opinión
La izquierda «cocina» la muerte lenta de Muface
El PSOE sabe que tendría ahora un impacto demoledor en un sistema público con récord de listas de espera

El modelo Muface no ha sido nunca santo de la devoción de la izquierda más recalcitrante en España. Desde tiempos inmemoriales, partidos radicales y grupos minoritarios y absolutamente desprestigiados por su sesgo ideológico que se autodenominan defensores de lo público han reclamado la supresión de este régimen sui generis de asistencia sanitaria a los funcionarios de la Administración Civil del Estado, la Administración de Justicia y las Fuerzas Armadas, con el argumento de que privilegia a una parte de la población, al darle la libertad de elegir prestador, y engorda la cuenta de resultados de las aseguradoras y hospitales y clínicas privados con los presupuestos de todos los contribuyentes.
Esta falacia, que como ocurre con todas encierra medias verdades, ha sido agrandada durante mucho tiempo por una propaganda envenenada que insiste de forma machacona en que la supresión de Muface no tendría apenas impacto en la sanidad pública, capacitada por su habitual resiliencia y la consiguiente inyección extra de fondos para atender a los beneficiarios, en caso de que este modelo desapareciera. Es probable que, al final, el concierto que acaba de quedar desierto por la lógica negativa de las aseguradoras a trabajar a pérdidas se prorrogue, pues el PSOE, que no es tonto, sabe que su muerte rápida sí tendría ahora un impacto demoledor en un sistema público con récord de listas de espera de enfermos para acceder al especialista y para someterse a una intervención quirúrgica. Este escenario no debe oscurecer lo que realmente está ocurriendo con Muface: el Gobierno le está infrafinanciando para que el trasvase de pacientes se produzca gota a gota mientras agoniza. Será una muerte lenta, o programada con retardo para que parezca inevitable.
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