Entrevista

Miguel de la Guardia: «No basta con prohibir: hay que dar soluciones a los fumadores enganchados»

Miguel de la Guardia, catedrático de Química Analítica de la Universidad de Valencia, analiza desde el laboratorio las diferencias entre el tabaco y otras alternativas como el vapeo

Miguel de La Guardia es un químico español, activo en el campo de la química analítica; profesor titular de la Universidad de Valencia.
Miguel de La Guardia es un químico español, activo en el campo de la química analítica; profesor titular de la Universidad de Valencia.Kike TabernerLa Razón

No fuma. Y no ha fumado nunca. Miguel de la Guardia, catedrático de Química Analítica de la Universidad de Valencia, disfruta respirando aire puro. Sin embargo, su vocación científica le ha llevado a analizar todo lo relacionado con la combustión del tabaco y ponerse en la piel de quienes están enganchados a este hábito, un tema candente quehoy protagoniza la Comisión de Salud Pública del Consejo Interterritorial, donde se debate el polémico borrador del futuro Plan del Tabaquismo.

¿Resulta urgente avanzar en una regulación antitabaco?

Siempre es oportuno buscar una regulación que haga más difícil consumir tabaco quemado, pues en España cada día mueren 90 personas por culpa del tabaquismo.

El borrador propone prohibir fumar en algunos espacios comunes. ¿Es una buena estrategia?

Es necesario restringir el consumo en lugares cerrados, pero prohibir por prohibir no es la solución, pues lo único que hace es darle glamur a un hábito que es dañino.

¿Sería necesario ir más allá?

Sin duda. La obligación de Sanidad es favorecer que los ciudadanos renuncien conscientemente al consumo de productos de combustión. Pero hay que diferenciar entre lo que mata, que es el humo del tabaco quemado, y lo que engancha y crea adictos, que es la nicotina. Debemos evitar que se creen nuevos adictos, sobre todo entre los jóvenes, pero Sanidad no tiene que olvidar a todos esos fumadores empedernidos que por su dependencia no son capaces de dejar el tabaco con las herramientas disponibles, como los parches o chicles de nicotina, los psicofármacos... Ellos también tienen derechos y hay que intentar mejorar su salud más allá de prohibir.

¿Faltan esfuerzos para ayudar a esos fumadores empedernidos?

Sí. Me da lástima que se pierda otra oportunidad de pensar en alternativas de riesgo reducido para los fumadores que ya están enganchados. Esas personas también son responsabilidad de Sanidad y hay que ofrecerles soluciones. Habría que aprovechar las unidades de tabaquismo de los hospitales y mirar lo que se hace en otros países como en Reino Unido, donde el vapeo está financiado por la Seguridad Social. Allí los resultados les dan la razón, mientras que aquí los datos de fumadores siguen sin controlarse, por lo que algo estaremos haciendo mal.

¿Qué alternativas serían válidas para reducir ese daño?

Existen nuevas herramientas como el cigarrillo electrónico o vaporizador, así como el tabaco calentado, pero no quemado, que permiten mantener la gestualidad del acto de fumar, satisfaciendo la necesidad de nicotina, pero sin humo. Yo no digo que el vapeo sea saludable, pero desde luego se trata de una buena forma de reducir los daños en la salud de los fumadores empedernidos que no pueden o no quieren renunciar al tabaco.

Pero, ¿no cree que podría ser peligroso que los jóvenes se sientan atraídos por ellas?

Lo que más les puede atraer es aquello que está prohibido, por eso hay que apostar por la educación y por hacerles ver que esas alternativas de bajo riesgo son para «viejos enganchados», sin querer ofender a nadie. Es decir, para personas mayores con muchos años de tabaquismo que son dependientes de la nicotina. Confundir las alternativas de bajo riesgo con fumar es una estupidez que no se sostiene con los datos.

Hablando de datos, usted ha realizado varias investigaciones científicas al respecto. ¿Qué conclusiones ha sacado?

Los estudios de nuestro grupo han demostrado que las prácticas de reducción del daño del tabaquismo reducen considerablemente las sustancias tóxicas y los marcadores de riesgo de enfermedades en vapeadores si los comparamos con el cigarrillo tradicional.

¿También en lugares cerrados?

Con vapeadores se produce una reducción drástica de partículas en suspensión y compuestos orgánicos volátiles, lo que implica la práctica eliminación de monóxido de carbono y la constatación de que los agentes pasivos de las prácticas alternativas, incluso en espacios cerrados, no presentan monóxido de carbono en su aliento y tienen niveles veinte veces menores de partículas en suspensión en comparación con el humo del cigarrillo tradicional.

¿Qué otros hallazgos han encontrado en este sentido?

Un estudio reciente, financiado por España Salud y Barcelona Salud, ha evaluado los marcadores de riesgo de enfermedades en orina de fumadores activos, fumadores que se han cambiado al vapeo y de no fumadores. Hemos encontrado que moléculas como 3HPMA, un metabolito de la acroleína (sustancia tóxica presente en el humo del cigarrillo), bajan a niveles comparables a los valores medios en no fumadores cuando se reemplaza el tabaco de combustión por el cigarrillo electrónico.

¿Qué otras investigaciones tiene en el horizonte?

Sería bueno colaborar con médicos para ver el impacto en los pacientes y también estamos interesados en analizar cómo la reducción del riesgo influye en el metabolismo de los fumadores.