Maternidad

¿Por qué España es el país de Europa con más partos medicalizados?

España lidera el ranking europeo de alumbramientos con fórceps, espátulas o ventosa

Bebé recién nacido en un parto por cesárea
Bebé recién nacido en un parto por cesáreaDreamstimeDreamstime

Se trata del trance más importante de la vida, hasta el punto de que, incluso, son muchos los que creen que el alumbramiento y la manera en la que se llega al mundo influye en el carácter y en la forma de ser de una persona en la edad adulta. Y si para el bebé resulta crucial, no menos importante lo es para la mamá, en la que confluyen sentimientos contradictorios de miedo y alegría, aderezados de una revolución hormonal que lo magnifica todo.

En este escenario, a pesar de la emoción del momento, la estadística revela que en España el parto natural de un bebé se convierte en un acto mucho más medicalizado que en el resto de los países de Europa, ya que lideramos el ranking de nacimientos instrumentales, llegando a duplicar la tasa media europea. En concreto, el 14,4% de los alumbramientos se realiza con ayuda de fórceps, espátula o ventosa, frente a la media de países del viejo continente, que apenas roza el 6,1%. Así lo confirma el último informe europeo de salud perinatal que elabora periódicamente el proyecto Euro-Peristat y que ha sido publicado recientemente con cifras recogidas durante el año 2019.

«Este dato nos puede resultar preocupante, porque es algo que se mantiene en los últimos años y, desde luego, el objetivo y la tendencia es el de intentar reducir estas cifras, porque cada vez se conoce mejor la situación de la mujer durante el parto y se interpreta de forma más acertada lo que es el sufrimiento fetal, por lo que se puede actuar con mayor certeza. Es un reto que debemos alcanzar, pero para ello hay que entender el contexto social y médico que hay detrás y que podría explicar estos números tan elevados», asegura Anna Suy, presidenta de la Sección de Medicina Perinatal de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO).

Y la preocupación es mayor si se observan las cifras de la maternidad en centros privados, ya que «hemos detectado que hay un índice superior de partos instrumentales, sobre todo con ventosa sin vacío, en la Sanidad privada», advierte Montse Angulo, vocal matrona del pleno del Consejo General de Enfermería (CGE), quien hace hincapié en que «tenemos guías y protocolos médicos al respecto, pero deberíamos unificarlos para lograr bajar la ratio de instrumentalización en todos los hospitales».

¿Por qué España lidera el ranking europeo?

Sin embargo, no se trata únicamente de una cuestión médica. La pregunta del millón tras ver este inquietante número es por qué España lidera el ranking de más de 25 países. Y la respuesta, aunque está cargada de matices, tiene una «culpable» clara: la edad de las parturientas españolas. «Si analizamos este informe nos revela también que somos el país, con mucha diferencia, con mayor cantidad de embarazadas por encima de los 35 y de los 40 años. De hecho, se puede comprobar que un 40% de las mamás superan los 35 años, mientras que, en otros países de Europa, la gran mayoría de las mujeres está entre los 25 y los 34 años. Esto cambia completamente la forma de enfrentarse a un embarazo y a un alumbramiento, por lo que es incorrecto e injusto comparar la instrumentalización de los partos sin tener en cuenta este factor», advierte Suy.

La elevada edad de las mamás a la hora de dar a luz resulta crucial para marcar el devenir del parto, pero también el del propio embarazo. «Nos encontramos cada vez con mujeres más mayores que, por tanto, pueden presentar con frecuencia patologías de base como diabetes, hipertensión u obesidad, lo que dificulta de por sí la gestación y el propio parto», asegura Angulo. Y aquí aparece otro de los factores que también está detrás del mayor empleo de instrumentos, ya que, tal y como advierte Angulo, «esa elevada edad suele darse en mujeres que se enfrentan a su primer parto, que suele ser más dificultoso que el segundo o el tercero, por lo que también aumenta el riesgo de necesitar ayuda de instrumentos externos para facilitar el expulsivo del bebé que no termina de sacar la cabeza por vía vaginal».

Muchas inducciones y pocos profesionales

Otro de los factores que podría justificar el elevado uso de instrumental durante el parto es que «en España la tasa de inducciones también resulta muy elevada y suele estar relacionada, de nuevo, con el factor de la edad, ya que aumenta las motivaciones médicas por las que no es aconsejable dejar que el parto evolucione de forma fisiológica», explica Angulo. Y esta cuestión no es baladí, ya que «el hecho de adelantar o programar la fecha hace que sea un parto medicalizado y esto aumenta la probabilidad de instrumentalización y de cesáreas».

A toda esta retahíla de argumentos se añade una razón más, y de peso, ya que «en España el número de matronas especializadas es muy bajo y eso puede condicionar el trabajo en general del parto. Sería imprescindible que se aumentara la tasa de profesionales para llegar a lo que desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) se aconseja, que es una matrona por cada mujer. De esa manera sería más factible atender las necesidades individuales de la madre y reducir la necesidad de usar herramientas externas», demanda Angulo.

¿Cuándo es necesario un parto instrumentalizado?

Bajo el concepto de parto medicalizado se engloba la utilización, principalmente, de tres instrumentos que son los fórceps, la espátula y la ventosa. «Cualquiera de ellos, según las necesidades de cada momento y atendiendo a la recomendación médica correspondiente, se emplea para ayudar en la salida del bebé. Las indicaciones son varias, pero sobre todo aparecen porque la posición de la cabeza no permite que salga de manera espontánea o porque veamos que hay sufrimiento fetal y, por tanto, debemos reducir el tiempo del expulsivo. En este caso, un parto instrumentalizado bien usado evitará una cesárea o un sufrimiento fetal con secuelas, por lo que se trata de una herramienta útil y necesaria», explica Suy.

Sin embargo, tal y como detalla la portavoz de SEGO, «para poder usar estos instrumentos hace falta que la cabeza ya se encuentre en un plano determinado de la pelvis, pues no se pueden emplear si todavía está muy arriba, puesto que podría resultar peligroso para la mamá o para el bebé. Además, es imprescindible que los ginecólogos obstetras sepan usar estas herramientas de forma correcta y con precisión, algo que se logra a través de cursos de formación y con simulaciones. Vemos países de Europa en los que la tasa de partos instrumentalizados es prácticamente cero, y eso tampoco es bueno, ya que implica que el conocimiento de estas técnicas se está perdiendo en favor de las cesáreas», advierte Suy.

Más riesgo de secuelas para la mamá y el bebé

El objetivo de todos los profesionales que rodean a la gestante es el de lograr un parto fisiológico natural y sin complicaciones. Sin embargo, hay ocasiones en las que el alumbramiento requiere el empleo de instrumentos que pueden dejar secuelas en la mujer y en el feto. «En la mayoría de los bebés no se producen consecuencias, aunque sí aumenta la probabilidad de que nazcan con dificultad de adaptación a la vida extrauterina, con algún problema respiratorio, así como alguna deformidad en la cabeza que suele desaparecer en 24-48 horas y problemas del plexo braquial. En cuanto a la mujer, el uso de instrumentos obligatoriamente hace que sea necesaria la realización de una episiotomía, lo que aumenta el riesgo de tener desgarro de tercer y cuarto grado. Además, hay mayor probabilidad de que en el postparto aparezca dolor crónico y algún tipo de incontinencia urinaria o fecal que merma la calidad de vida», detalla Angulo.