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Estudio

Qué nos impulsa a comer y por qué fármacos como Ozempic frenan el apetito pero no evitan la ingesta por placer

Un nuevo estudio explica por qué los alimentos placenteros y deliciosos pueden anular los efectos de los medicamentos basados en agonistas del receptor GLP-1

Ozempic y Wegovy contienen semaglutida que se administra como una inyección Freepik

Los fármacos Ozempic, Saxenda y Wegovy son considerados por muchos como la "tabla de salvación" frente a la obesidad, una patología que se ha triplicado a nivel mundial desde 1975. Permiten reducir la sensación de apetito, pero, de momento, no logran evitar las ganas de comer por placer.

El motivo es que existe un circuito cerebral productor de dopamina, previamente ignorado, que impulsa la alimentación hedónica, o comer por placer, según un nuevo estudio hecho en ratones publicado en la revista científica "Science".

Los hallazgos ofrecen información sobre cómo los medicamentos basados en agonistas del receptor del péptido similar al glucagón-1 (GLP-1), como la semaglutida, afectan la supresión del apetito y por qué los alimentos placenteros y deliciosos pueden anular los efectos de estos fármacos.

La alimentación hedónica es el impulso de consumir por la experiencia placentera de comer y el sabor agradable de la comida, en lugar de satisfacer las necesidades energéticas fisiológicas. Los deseos relacionados pueden llevar a comer en exceso y desempeñar un papel importante en la obesidad.

Las conductas alimentarias progresan a través de tres fases distintas: búsqueda, consumo y saciedad. Estas fases están coordinadas por complejos circuitos neuronales separados pero que interactúan y operan con ritmos distintos y son los responsables de iniciar, mantener y finalizar la alimentación.

Si bien se ha avanzado en la comprensión de las bases neuronales de la búsqueda y la saciedad de alimentos, los intentos de definir los circuitos neuronales que controlan la palatabilidad durante la fase de consumo muestran resultados contradictorios.

Así, la fase de búsqueda se ve influenciada por las señales homeostáticas del cuerpo y las señales ambientales aprendidas que predicen las recompensas alimentarias.

La saciedad, en cambio, se desencadena por señales que suprimen el consumo posterior, una respuesta imitada por ciertos medicamentos contra la obesidad, como los agonistas del receptor de GLP-1.

En cuanto a los mecanismos que sustentan la fase de consumación durante la alimentación hedónica, estos son poco conocidos.

Pues bien, utilizando el mapeo de circuitos específicos de células y la optogenética calibrada por fotometría en los cerebros de ratones, Zhenggang Zhu y el resto de científicos identificaron un circuito neuronal entre el perilocus coeruleus y el área tegmental ventral (VTA) del cerebro que controla la ingesta de alimentos palatables.

Según los autores del estudio, las neuronas dopaminérgicas del VTA (VTA DA) desempeñan un papel central en el mantenimiento de la alimentación hedónica al promover el consumo continuo de alimentos palatables.

El aumento artificial de la actividad de las neuronas VTA DA durante el consumo mejoró tanto la ingesta de alimentos como la duración de la comida; la supresión de su actividad redujo el consumo sin afectar el inicio de la comida. En particular, Zhu et al. muestran que la semaglutida, un fármaco agonista de GLP-1 que activa las vías de saciedad, suprimió temporalmente la actividad de las neuronas VTA DA y redujo la ingesta de alimentos.

Sin embargo, después de la pérdida de peso inducida por el tratamiento con semaglutida, regresó la tendencia a consumir alimentos palatables en exceso. Este efecto se revirtió mediante la inhibición dirigida de las neuronas VTA DA. Estos hallazgos sugieren que estas neuronas regulan dinámicamente la alimentación hedónica durante el consumo de alimentos, contrarrestando los efectos supresores del apetito de la semaglutida.

En un artículo de "Perspective" relacionado, la neurocientífica Dana Small argumenta que los hallazgos indican que las diferencias interindividuales en la adaptación de este circuito en respuesta a los fármacos GLP-1 podrían explicar las diferencias en la eficacia del tratamiento en humanos.

"Los trabajos futuros que buscan minimizar dicha adaptación podrían ofrecer una vía prometedora para el desarrollo de terapias complementarias que amplíen el grupo de personas para quienes el tratamiento con agonistas del GLP-1 es efectivo", sostiene Small.