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¿Qué problemas pueden surgir al viajar en avión?

Si tiene que volar con fármacos, llévelos en su embalaje original junto a la receta

Pasajeros en un avión
Pasajeros en un aviónDreamstimeDreamstime

Julio y agosto son sinónimo de vacaciones. Miles de españoles se desplazan por tierra, mar y aire para disfrutar de unos días alejados del estrés laboral que los acompaña durante el año. Y, a la hora de viajar, surgen muchas dudas, especialmente si lo hacen en avión.

1. ¿Se puede viajar en avión con medicamentos u otros productos sanitarios?

Sí, aunque debes tener en cuenta que es mejor llevarla en su embalaje original y no en pastilleros, junto con la receta médica o informe de por qué necesitas tomarla.

Mételos dentro de una bolsa de plástico transparente para que no le pongan problema en el control de seguridad y, como máximo, puedes llevar medicación para tres meses. Si tienes que viajar con una jeringuilla, agujas, termómetros o similar, ya sea por padecer diabetes o por alguna otra enfermedad, es necesario llevar certificado médico que lo acredite y, además, si puede, mejor avisar a la aerolínea con antelación al vuelo. Con respecto a los fármacos líquidos, están exentos sobre las restricciones del transporte líquido, pero de igual manera se necesita justificante médico que señale los motivos del uso de dicha medicación y la dosis recomendada para el tratamiento. Por ejemplo, si viajas con lentes de contacto, en algunos países debes hacerlo con una receta médica. Para los medicamentos en el equipaje facturado se recomienda, de igual manera, llevar justificante médico y tener en cuenta las diferencias de temperatura que ocurren en la bodega del avión.

2. ¿Qué personas deben tener especial precaución al viajar en avión?

La gran altura a la que vuelan los aviones supone menores niveles de oxígeno en la cabina. Aunque esto no se perciba por las personas sanas, puede ser peligroso para aquellos que tengan problemas de frecuencia cardiaca, trastornos del ritmo o hipertensión arterial que no estén controlados. Otras contraindicaciones van destinadas a reducir posibles situaciones de urgencia, como es el caso de volar estando embarazada. Requiere de certificado médico, pasadas ciertas semanas, por la posibilidad de parto o complicaciones. Entre la semana 28 y 34 es recomendable que los viajes sean cortos, y a partir de la semana 34 se recomienda reducir los viajes en general. Las personas con anemia, que ya tienen de antemano una saturación de oxígeno más baja, pueden experimentar dentro del avión un suministro de oxígeno crítico. La menor humedad además dilata los vasos sanguíneos aumentando la demanda. En especial en los embarazos múltiples, ante los que sugieren no viajar a partir de la semana 30 de embarazo ya que a partir de ese momento comienza a existir mayor riesgo de parto prematuro y otras complicaciones.Con respecto a los bebes, aunque no hay ningún problema en que uno sano viaje en avión después de dos días de su nacimiento, es aconsejable esperar al menos una semana.

3. ¿Está desaconsejado volar en algún caso?

La congestión nasal, la gripe, la alergia, la sinusitis y la rinitis pueden provocar dolor de oídos en el avión debido a los rápidos cambios de presión que se suceden en la cabina durante los procesos de despegue y aterrizaje. Si la persona sufre otitis es recomendable no viajar, ya que hay riesgos de perforación timpánica. Y aquellos que sufren infecciones o congestión nasal podrían enfrentarse a lesiones en el tímpano. Por otra parte, si una persona se ha sometido a intervención ocular de reparación de retina o trasplante de córnea tampoco debe viajar en avión. Y, tras un tratamiento dental debe evitarse hacerlo durante las 24 horas posteriores.

4. ¿Qué problemas de salud pueden aparecer cuando se viaja en avión?

El jet lag, motivado por un desajuste en el ritmo circadiano, que puede producir fatiga, dolores de cabeza, insomnio y problemas de apetito. También mareos causados por desajuste entre el sentido de la vista y del equilibrio que siente el cuerpo. Por otra parte, el ambiente del avión es de baja humedad y puede provocar sequedad en la piel, los ojos y la nariz. Por último, molestias por los cambios de presión en el oído que puede estabilizarse tragando saliva o bostezando.