Clima
200.000 millones de dólares para luchar contra los estragos del cambio climático
El Banco Mundial busca combatir la contaminación y ayudar a los países más afectados de aquí a 2025
El Banco Mundial busca combatir la contaminación y ayudar a los países más afectados de aquí a 2025
Aumento del nivel del mar, inundaciones y sequías son tan solo algunos de los efectos que el cambio climático está empezando a generar y que, de aquí a unos años, podrían ser devastadores para la humanidad. Especialmente, en aquellos países en desarrollo que aún están desprovistos de diques y sistemas de alerta meteorológica, y que necesitarán subir el nivel de las viviendas para evitar nuevas catástrofes. Para ello, el Banco Mundial ha anunciado este lunes que destinará 200.000 millones de dólares, entre 2021 y 2025, para ayudar a estos territorios a enfrentarse a un mal que sigue extendiéndose y endureciéndose a medida que pasa el tiempo.
Lo ha hecho coincidiendo con la 24ª Cumbre del Clima (COP24) que se celebra en Katowice (Polonia) hasta el próximo 14 de diciembre. Su objetivo es “reconocer el impacto del cambio climático en la vida de la personas”, especialmente en los países más pobres del mundo. El organismo estadounidense ha señalado que aproximadamente la mitad del presupuesto procederá del propio Banco Mundial, mientras que el resto provendrá de otras instituciones dentro del grupo y capital privado. “Estos nuevos objetivos demuestran lo seriamente que nos estamos tomando esta cuestión", ha explicado en un comunicado el presidente del Grupo Banco Mundial, Jim Yong Kim. En él, reclama a la comunidad global que tome acciones más concretas y más serias.
En ese sentido, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, ya ha avanzado que España fijará metas más ambiciosas en reducción de emisiones, proponiendo reducir un 37% los niveles actuales para 2030 y llegar en 2050 a rebajarlas en al menos un 90 por ciento. Sánchez ha expuesto ese compromiso en su intervención en la sesión inaugural de la COP24, acompañado por la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, quien ha subrayado la necesidad de actuar “más deprisa” y con “las medidas para reducir emisiones”. Para conseguirlo, en los próximos días presentará su proyecto de Ley Contra el Cambio Climático y Transición Energética.
Junto a Sánchez, se darán cita en la ciudad polaca 30.000 delegados de 197 países con un reto muy claro: fijar las reglas del juego para implementar el Acuerdo de París y mantener el calentamiento global del planeta por debajo de los 2 grado. En el caso español, la meta será la plena descarbonización de la economía para el año 2050, pero esa transición deberá ser "justa"y atendiendo al papel que deben desempeñar los trabajadores y las localidades más vulnerables. "Si no reducimos las emisiones y construimos adaptaciones ahora, tendremos 100 millones más de personas que viven en la pobreza para 2030", ha detallado John Roome, director senior del Banco Mundial para el cambio climático. "Y también sabemos que si no abordamos este problema de manera proactiva en tres regiones (África, sur de Asia y América Latina), tendremos 133 millones de migrantes climáticos".
Aunque todavía es un borrador, el proyecto de ley que plantea el Gobierno aspira a que las emisiones de gases de efecto invernadero para 2050 se hayan reducido en un 90% con respecto al año base de las negociaciones (1990). Pero los datos ponen de relieve que las emisiones de dióxido de carbono siguen creciendo en España, y en la actualidad están cerca de un 17% por encima de los niveles de los 90. Precisamente el Instituto Nacional de Estadística acaba de hacer público el último informe sobre emisiones de gases de efecto invernadero en España, que revela que volvieron a crecer en 2017. Esas emisiones crecieron el pasado año un 2,6% con respecto a las cifras de 2016, al situarse en 344 millones de toneladas. La publicación de este informe ha coincidido con la difusión de los datos recopilados en el observatorio meteorológico de Izaña (Tenerife), donde se han registrado este año valores récord de concentraciones de los dos principales gases de efecto invernadero: el dióxido de carbono y el metano. Todo ello demuestra que no hay indicios de inversión en esta tendencia que está desencadenando un cambio climático a largo plazo, la subida del nivel del mar, la acidificación de los océanos y un mayor número de fenómenos meteorológicos extremos.
Una cuestión “de vida o muerte”
“El cambio climático está corriendo más rápido que nosotros y debemos ponernos al día más temprano que tarde. Para muchas personas, regiones e incluso países, esto ya es una cuestión de vida o muerte”. Así ha comenzado su discurso António Guterres, secretario general de Naciones Unidas, minutos después de inaugurarse la COP24. Para él, la comunidad internacional no está haciendo lo suficiente para “evitar una interrupción irreversible y catastrófica del clima”, así como tampoco está aprovechando las “enormes oportunidades sociales, económicas y ambientales de acción climática”. Y lo dice con los datos en la mano: los 20 años más cálidos jamás registrados están entre los últimos 22 años, la concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera es la más alta en tres millones de años y los compromisos de los países para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero son insuficientes porque la temperatura del planeta subiría 3ºC a finales de este siglo en comparación con la era preindustrial.
“Si fallamos, el Ártico y la Antártida continuarán derritiéndose, los corales se blanquearán y luego morirían, los océanos se elevarán, más personas morirían por la contaminación del aire, la escasez de agua afectará a una proporción significativa de la humanidad y el coste de los desastres se disparará”, ha añadido. Por ello, exigió que las emisiones de gases de efecto invernadero se reduzcan en un 45% en 2030 respecto a los niveles de 2010 y sean netamente neutras en 2050, cuando las renovables deberían suministrar entre la mitad y dos tercios de la energía primaria del mundo. Pero, ¿podrá cumplirse esta previsión? El miembro del Consejo Nacional del Clima y de la Comisión Nacional de Coordinación de Políticas de Cambio Climático, Francisco Victoria, cree que sí: “España puede conseguirlo, pero tiene que hacer un esfuerzo enorme”.
Del total de emisiones que habría que reducir, España solo tiene capacidad para tomar decisiones sobre el 50% de ellas: una mitad correspondería a las procedentes de centrales térmicas o refinerías, que están reguladas por Europa; mientras que la otra, provendría de actividades domésticas como la conducción de vehículos, sobre las que España tendría potestad. “Para estas últimas, se propuso reducir el 30% de ellas de cara a 2030, pero un reglamento europeo publicado en junio de este año permite a España rebajarla hasta el 26%. Ahora bien, ¿cómo lo consigues sin tocar el sector automovilístico, que aporta una cuarta parte de esas emisiones domésticas? Y, más aún, ¿cómo se puede conseguir si la mayor parte de los vehículos son privados?”, reflexiona Victoria. “Conseguirlo a corto plazo puede parecer difícil para nuestra economía, precisamente porque ésta ha ignorado el cambio climático desde hace décadas”.
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