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¿Es acertado que los niños salgan ya a la calle o resulta prematuro?

A partir del próximo 27 de abril la desescalada del confinamiento domiciliario comenzará por los niños, ¿es una decisión acertada o contraproducente?

Sanidad advierte sobre la salida de los menores: "No va a ser niños a jugar"
Un niño pasea el perro junto a un parqueLuis TejidoEFE

España era, hasta ahora, el país con las medidas más severas de confinamiento por el Covid-19 para los menores de edad. Pero eso cambiará a partir del próximo día 27, cuando entrará en vigor la desescalada del encierro domiciliario anunciado este fin de semana por el presidente del Gobierno para los más pequeños, que podrán “disfrutar un rato del aire libre”, pero “con condiciones”. En concreto, las que establece el estado de alarma, ya que según ha anunciado la portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, los menores de 14 años podrán salir para acompañar a sus progenitores al supermercado, la farmacia o entidades bancarias. Nada de ir al parque o dar paseos sin destino fijo. ¿Estamos ante una decisión acertada o puede resultar contraproducente?

Países de nuestro entorno también muy castigados por la pandemia, como Italia, Francia o Alemania, ya nos llevan delantera en este camino, que se adivina lento y cauteloso, hacia la normalidad. La unanimidad entre psicólogos, terapeutas, pediatras, educadores y gran parte de la clase política es prácticamente total en favor de las salidas al exterior. Consideran que la salud psíquica de los menores puede verse muy afectada después de cinco semanas de estricto encierro en sus casas, pues incluso tienen vedadas ciertas actividades que, sobre todo los menores adolescentes, podrían ejecutar igual que los adultos: sacar la basura, pasear al perro, ir al supermercado, al kiosko... Los epidemiólogos, en cambio, y ciertos dirigentes políticos, son mucho más escépticos, y creen que la medida es “prematura” y puede contribuir a expandir el coronavirus.

El Consejo General de Psicología ya había pedido al Gobierno, antes del anuncio oficial de Sánchez el pasado sábado en La Moncloa, que priorice de forma gradual las salidas a la calle o a zonas vecinales comunes de niños y adolescentes durante una hora al día, acompañados de un adulto y evitando el contacto con otras personas, especialmente otros menores. De esta forma, aclaraba, se podrían evitar cambios bruscos del estado de ánimo de los más pequeños, estrés, ansiedad, alteraciones del sueño, irritabilidad, trastornos de conducta alimentaria o problemas relacionados con la adicción a la tecnología.

Un estudio muy reciente de la Universidad del País Vasco (UPV) para averiguar cómo están viviendo el confinamiento los niños de 2 a 14 años de Euskadi y Navarra, alerta de que, después de una reclusión tan dilatada en el tiempo, seguir pasando el día encerrados entre cuatro paredes empieza a hacer mella en los más pequeños, que se muestran más nerviosos, lloran más a menudo y con cierta frecuencia están tristes. El estudio, en el que han participado más de un millar de escolares, revela, en efecto, que el 55% llora más de lo habitual desde que, tras decretarse el estado de alarma, a mediados de marzo, quedaron confinados en sus casas; el 70% está más nervioso; el 74% se enfada con mayor asiduidad y el 56% se siente más triste.

Yolanda Carrió, psicóloga del centro clínico Cepsim, sostiene que no es fácil lidiar con un confinamiento prolongado con niños porque, sencillamente, no hay precedentes de esa naturaleza. “No hay un manual de instrucciones. Una vez que los niños saben por qué tienen que quedarse en casa y no pueden ir a la ‘guarde’, al cole, al parque, por qué no pueden ver a sus abuelos, a sus amigos... ¿Cómo manejamos esta situación en casa? ¿Cómo hacer para calmarlos y tranquilizarlos cuando los adultos también estamos nerviosos y, a ratos, sobrepasados?”, se pregunta.

Rosa Jové, psicóloga infantil, se inclina por lanzar un mensaje tranquilizador. “Los niños tienen más facilidad que los adultos para superar las adversidades”, asegura. “De 3 a 6 años es bueno empezarles a contar lo que está sucediendo, porque se dan cuenta de grandes cambios y necesitan una explicación que les tranquilice. Tan importante es explicarles lo que pasa como ser positivos y no dramatizar. También es importante que les dé el aire al menos un rato al día, para que sigan con el ritmo circadiano”.

De lo contrario, y según la edad, los menores “pueden mostrar diferentes reacciones de ansiedad” ante el confinamiento, sostiene Azucena Díaz, presidenta de la Sociedad de Psiquiatría Infantil. Esas reacciones pueden ser “comportamientos regresivos (lloriquear, estar más apegado, hablar como si fueran más pequeños, orinarse en la cama) o somatizaciones (dolores de cabeza o síntomas relacionados con la ansiedad u otras emociones negativas)”. “Además”, prosigue, “resulta habitual que aparezca una mayor desobediencia o rebeldía ante las normas. Al encontrarse los padres también ansiosos, el ambiente en muchas ocasiones en casa será más tenso”, informa Raquel Bonilla.

La mayoría de los expertos coincide en que los niños, especialmente los menores de seis años, tienen necesidad de salir a la calle para regular su desarrollo neuronal y recibir estímulos vitales. Javier Urra, psicólogo y ex Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, sostiene que los más pequeños “necesitan expandirse, el aire, el sol... Para ellos será confuso que no puedan jugar en los parques. Se trata de dar un pequeño paseo”. Hasta el Defensor del Pueblo, Francisco Fernández Marugán, cree también en los beneficios de disfrutar de una prudente caminata. En un documento que ha remitido al Ministerio de Sanidad, el veterano socialista afirma que “en la medida en que sea posible, y si no hay objeciones técnicas, debería permitirse algún tipo de salida de los menores con sus padres, aun limitada en el espacio y el tiempo, de manera controlada, tal y como ya sucede en algunos países de nuestro entorno”.

En el polo opuesto se sitúa, por ejemplo, la Asociación Española de Pediatría. “Es prudente y deseable”, argumenta, “que mientras la autoridad sanitaria mantenga el confinamiento propuesto para frenar la pandemia, la población infanto-juvenil lo cumpla, al igual que el resto de los ciudadanos”. Y aún más rotunda se muestra María Ordabás, jefa del servicio de Epidemiología de la Dirección General de Salud Pública de la Comunidad de Madrid, para quien es “prematuro” tomar cualquier decisión que suponga una “desescalada” del confinamiento. “Me gusta ser muy clara. La prudencia ahora tiene que mandar, y hay que pensar en la relevancia que tienen los niños de cara a transmitir la enfermedad. Su papel en la transmisión del coronavirus está claro, y hay que ser muy prudentes”. Los niños, en efecto, pueden ser transmisores asintomáticos del virus.

Sin salir del ámbito de la Comunidad de Madrid, su vicepresidente, Ignacio Aguado, de Ciudadanos, afirma que le preocupa “la salud física y psicológica de los niños en este confinamiento. Los expertos nos están advirtiendo del peligro de prolongar esta situación en los menores de 14 años. Debemos llegar a un acuerdo en España para iniciar un desconfinamiento progresivo para ellos”. Pero la propuesta de Aguado ha tenido muy corto recorrido. Su ‘jefa’, la presidenta Isabel Díaz Ayuso, del PP, se ha mostrado radicalmente en contra de esa medida, al manifestar que “la Comunidad de Madrid no se puede permitir un repunte” del coronavirus.