Coronavirus

¿Mascarilla también en casa?

Un nuevo estudio chino sugiere que el uso doméstico de protecciones podría prevenir hasta un 79 por 100 de los contagios

Security member keeps watch during the second plenary session of NPC in Beijing
Si hacemos caso a estos científicos, cuando alguien de la familia es sintomático, lo más aconsejable es usarlas también en nuestro domicilioTHOMAS PETERReuters

Primero no eran imprescindibles. Luego se convirtieron en obligatorias para espacios públicos. ¿Y lo próximo? ¿Cuál será la siguiente recomendación sobre el uso de las mascarillas contra la expansión de la Covid-19? Si hacemos caso a un estudio publicado en la revista «British Medical Journal», es posible que alguien nos recomiende llevar mascarilla también en casa.

Un equipo de científicos chinos liderados por Yu Wang, del Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Pekín, asegura que mantener el uso de las mascarillas dentro de casa, sobre todo, si un miembro de la familia es sintomático, puede reducir un 79 por 100 el riesgo de dispersión del virus entre el resto de miembros del hogar.

De momento, la Organización Mundial de la Salud no ha recomendado el empleo de sistemas de protección individual en el interior de los hogares. Pero lo cierto es que muchos datos, sobre todo, los obtenidos en China, donde el periodo de estudio es más amplio, parecen demostrar que la mayor parte de los contagios entre personas se producen en el seno de la familia.

¿Sería recomendable ampliar el uso de mascarillas a las actividades en casa?

Para dar respuesta a esta pregunta, los investigadores han realizado encuestas epidemiológicas a 460 personas pertenecientes a 124 familias asentadas en Pekín. Cada una tenía entre sus miembros al menos una persona diagnosticada de Covid-19 entre finales de febrero y finales de marzo.

Se estudió la evolución y los hábitos de conducta de todas las que habían vivido con los contagiados desde cuatro días antes o un máximo de 24 horas después de haber experimentado los primeros síntomas.

Durante el tiempo de estudio, en 41 de las familias se había producido al menos un caso de transmisión secundaria; 77 adultos y niños contrajeron la enfermedad. La tasa de ataque registrada, es decir, el porcentaje de individuos que enfermarán durante un brote en una población dada, fue del 23 por 100. Un tercio de los niños y dos de los adultos estudiados terminaron contagiados al final del proceso. ¿De qué dependía que una familia presentase más casos que otras?

El estudio analizó el uso de mascarillas, de geles hidroalcohólicos y otras prácticas como la ventilación habitual de las casas y el mantenimiento de la distancia social también en el hogar. Los resultados fuero esclarecedores. El uso diario de desinfectantes, la distancia social y la ventilación del hogar son prácticas que claramente reducen el riesgo de contagio en casa.

Factores de riesgo

Pero algunos factores aumentan claramente el riesgo. Si el primer enfermo presenta diarrea, el riesgo de contagio a otros familiares se multiplica por cuatro. Cuando las familias realizan actos cotidianos juntos (ver la televisión, comer juntos…) el riesgo se multiplica por 18 frente a los que mantuvieron aislado todo el tiempo al paciente inicial.

El uso de desinfectantes como la lejía reduce las posibilidades de contagio en un 77 por 100 y el de mascarillas en el hogar antes de la aparición de los primeros síntomas lo reduce en un 79 por 100. Se hace difícil pensar, en cualquier caso, qué motivaciones puede tener una familia para seguir llevando la mascarilla dentro de casa si ningún miembro del hogar ha presentado aún síntomas.

El estudio se realizó con encuestas telefónicas y presenta todavía algunas debilidades. Por ejemplo, no existen tomas de datos consolidables sobre el tipo de desinfectante usado o el modo en que se emplearon las protecciones de la cara.

Pero sus autores aseguran que el trabajo podría avalar el uso de mascarillas también en casa al menos cuando uno de los miembros tiene síntomas o ha estado en contacto con pacientes infectados. El trabajo reconoce que el mayor riesgo de contagio doméstico se produce en las fases asintomáticas de la enfermedad