Sociedad
El Covid en los países árabes
El hecho de suspender la principal peregrinación a la Meca da idea del alcance que –también en esas naciones– tiene una pandemia que no conoce religiones ni fronteras
El coronavirus ha arrasado allá por donde ha pasado. Salud, finanzas y trabajos se han visto afectados. Cuando no destruidos por el Covid-19. Atrás quedaron las Fallas o la Semana Santa... Y por aquello de que está pandemia –porque lo es– no conoce fronteras, ha alcanzado también de lleno a los países musulmanes. Arabia Saudí ha pedido a los creyentes que pospongan sus planes de peregrinación a la Meca. Con cuatro meses de adelanto, allá a principios de abril, el ministro saudí de Peregrinaciones ha advertido que el hajj, que este año debería empezar el 28 de julio, podría no celebrarse. Esta es la peregrinación mayor, que se cumple durante el último mes del calendario islámico, a lo largo de cinco o seis días, y que es obligatoria una vez en la vida para todo musulmán que pueda permitírsela. En una cultura que gira de manera tan capital sobre la religión, se puede apreciar el alcance de la enfermedad en esos países. La mayoría de los árabes viven en zonas donde los servicios sanitarios que ofrece el Estado son escasos, muy deficientes o prácticamente inexistentes. Algunos de los mayores focos de propagación del coronavirus se encuentran en su vecindario inmediato (en países como Italia, España e Irán). Por otro lado, el bajo número de casos confirmados hasta ahora en territorios árabes se debe al reducido alcance de las pruebas que realizan los servicios sanitarios. A lo anterior hay que sumar la sospecha de que las autoridades gubernamentales no declaran toda la información que poseen sobre la extensión real de la pandemia. El hecho de que las sociedades árabes sean considerablemente más jóvenes que las de otras regiones del mundo puede reducir la mortandad, aunque mucha de su población sufre diabetes y enfermedades cardiovasculares. Además, pese al carácter coercitivo de la mayoría de esos regímenes, les resulta casi imposible mantener a la población en casa: el gasto para el Estado es inasumible. Por no hablar de las pérdidas que supone la suspensión del turismo. Secretismo oficial, falta de análisis y hundimiento de la economía. La pandemia impone su caos.
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