Avances médicos

«La Caixa» y BCNatal trabajan en la primera placenta artificial europea

Debe permitir a los recién nacidos prematuros extremos completar su desarrollo en un entorno y unas condiciones muy similares a las del útero materno

Eduard Gratacós, María Luisa Martínez y Antonio Vila, director general de la Fundación «la Caixa»
Eduard Gratacós, María Luisa Martínez y Antonio Vila, director general de la Fundación «la Caixa»David CamposLaCaixa

Hoy en día en Europa es posible lograr la supervivencia de entre el 25% y 75% de los recién nacidos prematuros extremos, es decir, aquellos que nacen a los seis meses de gestación o menos, que son cerca de unos 25.000 al año. Ese es un porcentaje considerablemente bajo, pero además hay que tener en cuenta que la mayor parte de los supervivientes, entre el 75% y el 95%, presentan secuelas. Y es que estos bebés nacen con unos pulmones que no están preparados para respirar, un intestino y un cerebro muy poco desarrollados y en estas circunstancias deben sobrevivir en un entorno antinatural, hostil. Los avances médicos permiten proporcionar oxígeno a estos recién nacidos y nutrirlos de forma artificial, pero ello es a costa de forzar estos órganos que aún están en desarrollo, sometiéndolos a un gran estrés y creando un entorno que altera su naturaleza y todo eso puede ocasionar problemas y graves secuelas en la edad infantil y adulta.

Como explica el doctor Eduard Gratacós, director de BCNatal, en los «últimos 20 años no hemos conseguido mejorar la situación porque hemos llegado al límite de lo biológico. El feto está preparado para vivir dentro de la madre y podemos ayudarle a vivir fuera, pero la biología hay un momento que nos dice hasta aquí. Para reproducir la naturaleza necesitamos utilizar con el recién nacido mucha medicación y muchas bombas, pero la neonatología tiene un límite y tantas agresiones acaban pasando factura», constata Gratacós, quien al respecto señala que «para avanzar hemos de cambiar la forma de ver el problema: no hemos de usar la tecnología en contra de la naturaleza del bebé, sino que hemos de utilizarla para remar a favor de su naturaleza y eso pasa por facilitar que viva en las condiciones más fetales posibles».

Esta idea no es nueva. De hecho, desde hace unos 60 años se fantasea con la idea de crear una placenta artificial en la que el recién nacido prematuro extremo pueda seguir su desarrollo de la manera más similar posible a cómo lo haría si estuviera en la placenta de la madre pero no ha sido hasta la última década que los avances han permitido pensar en su aplicación real clínica. En el mundo solo hay tres equipos que han desarrollado modelos experimentales –Michigan, Filadelfia y Australia-Japón– y en la actualidad, BCNatal, centro de referencia en medicina fetal del Hospital Clínic de Barcelona y el Hospital Sant Joan de Déu, está desarrollando un proyecto disruptivo de placenta artificial único en Europa, que arrancó hace dos años y que ahora ha recibido el impulso de la Fundación «la Caixa» con una inversión de 3,35 millones de euros, para construir un prototipo. «Se trata de algo muy complejo porque consiste en sustituir un órgano del feto, como es la placenta, y engañar a la naturaleza para hacerle creer que no ha salido de la su madre», señala el doctor Gratacós, quien explica que esa placenta artificial consiste en «un recipiente, como una bolsa translúcida –pese a que el feto estará la mayor parte del tiempo a oscuras–, realizado con biomateriales, que en su interior contiene un líquido que reproduce el líquido amniótico y todo ello garantiza al feto una temperatura exquisita y le protege del sonido y las luces, aunque en esta placenta artificial se reproducirán los sonidos del útero materno». Para suministrar oxígeno al feto se conecta su cordón umbilical a un oxigenador que le aporta la cantidad de oxígeno necesaria y también es a través del cordón que recibe los nutrientes.

En definitiva, el bebé «estará rodeado del entorno materno las 24 horas del día, un entorno más protegido que la UCI y menos invasivo», señala Gratacós, quien indica que este prototipo de placenta artificial permite tener al feto monitorizado de forma continuada y no invasiva con unos microsensores en el líquido amniótico y el cordón umbilical, así como con el control de la sangre que circula por un circuito creado de baja resistencia para hacerlo compatible con el débil corazón del feto. Así pues, tal y como constata el líder del proyecto, «el acceso al bebé será infinitamente superior al que los médicos tienen ahora en las UCI de neonatos y tocándolo lo menos posible. De hecho, en el caso de que fuera necesario manipularlo, la placenta artificial cuenta con un par de ventanitas o entradas por las que introducir un brazo robotizado, que garantiza movimientos muy precisos».

En cuanto a la apariencia de esta placenta artificial, «tendrá la que potencie o facilite más el vínculo con los padres porque eso favorece el desarrollo cognitivo del bebé y reduce el estrés de la madre», explica Gratacós, y por ello la intención es consultar a los padres de estos bebés para acabar de definir su diseño.