Altercados

Violencia callejera

Vista de una tienda a través de su cristalera rota tras una noche de protestas en Madrid
Vista de una tienda a través de su cristalera rota tras una noche de protestas en MadridEduardo ParraEuropa Press

Las calles, de pronto, se han vuelto lugares realmente inhóspitos, donde acecha la violencia más extrema, donde los enfrentamientos entre los ciudadanos y una Policía que no es la de Estados Unidos, sino la nuestra, a nuestro servicio y dedicada a protegernos, se encuentran a la orden del día. Y todo esto, en nombre de la libertad de expresión en una democracia plena, como la que disfrutamos desde hace tantos años. No me fastidien. Hombre, no.

La violencia, en cualquiera de sus formas y registros, es inadmisible en una democracia. Hay otras vías. Y algunos, entre los que se encuentran destacados responsables de Podemos como Pablo Echenique, la amparan y la celebran….

Si Echenique no quiere formar parte de la democracia ni su partido se acostumbra a lo que es formar parte de un Gobierno demócrata, que se vuelvan a protestar desde las calles. Y sin violencia. Porque la violencia es un delito en un país demócrata como el nuestro. Para respaldar que ninguna manifestación crítica dentro de la creación, por torpe que sea, conlleve cárcel –una demanda con la que estoy de acuerdo, por cierto– no hay que quemar contenedores ni pegarse con la Policía ni poner a la sociedad en riesgo, sino utilizar las vías legales y conseguir que si la manifestación, por ofensiva, ha de tener un castigo, sea civil y no penal.

¿Cómo es posible que esta vez desde Podemos se pueda alentar a la violencia callejera, máxime cuando Pablo Iglesias, desde dentro del Gobierno, parece querer abogar por el control de los medios de comunicación?

El vicepresidente se jacta del respaldo de los ciudadanos (los medios revalidamos tal respaldo cada día), que está avalado por sistema… ¿Sabe que la violencia callejera que aplaude su partido atenta contra él?