Mejoría en los datos

Reconfortante

Calle de Preciados en Madrid
Calle de Preciados en MadridAlberto R. Rold�nLa Razon

«En los últimos días, China solo ha registrado un caso de contagio local». Me quedo con esta frase de las últimas noticias de prensa. En China, lugar de origen de esta desesperante pandemia, viven la vida con normalidad. Y según un médico de Wuhan que estuvo en primera línea, no hay grandes estragos psicológicos entre enfermos y enfermeros. Se olvida bien, dice el galeno. Y hoy quiero creer que es verdad porque necesito, todos necesitamos, que esto vaya acabando. Y el hecho de que algunos países ya lo tengan controlado es un respiro. Faltan otros muchos, y esos países pobres a los que no llegan las vacunas; sin darse cuenta los ricos tontos que mientras esté el virus pululando por el aire todos seguiremos en riesgo. Por el aire llega a todo, el cielo está abierto y no hay fronteras entre los pulmones de los seres humanos. La vacuna, gracias a todos los dioses, funciona, y ha de tocar a todas las criaturas. Hay que pasar las fórmulas mejores a los laboratorios de todo el mundo, a los más grandes, a los más capacitados. Hay que inmunizar sin tregua. Porque se puede. Porque ya sabemos cómo. Y porque es un atentado contra la humanidad no hacerlo. Un atentado y un bumerang. Este mal bicho vírico se cuela incluso en los malos bichos personas. Así que a ver si esos que manejan los hilos del mundo se espabilan.

Pero hoy reconforta leer la prensa, oír alguna noticia buena, pensar que la primavera no se para, imaginar una paella viendo el mar, ver las mascarillas arrumbadas, soñar que esta pandemia será pasado pronto. Pero que lucharemos contra lo que la ha traído. Lo averiguaremos y, sin tregua, lucharemos.